viernes, 6 de diciembre de 2013

FLASES DE LA VIDA


Me siento frío, sin  ánimos, sin ganas de nada, tengo muchas dudas, estoy flaqueando mucho en la fe…” Esta es la situación en la que mucha gente  se encuentra y le hace sufrir porque llega un momento en que no se reconocen, pues  siempre llevaron una vida ordenada, que  incluso sacaban en su horario un ratito para  detenerse unos momentos de oración y guardaban un espacio a Dios. Se sentían con paz interior y como “dueños de su vida”.
Pasado un tiempo, empezaron a dejarse invadir por una especie de frialdad que le va inundando todo y llega a crearse un estado de desgana, de “tristeza”, de insatisfacción… que le lleva a instalarse en una situación en la que ya no se sabe si cree o no cree: mira a su alrededor y ve tantas cosas que le desaniman, tantas cosas que no deberían existir y, sin embargo son consentidas, que llega a concluir que no vale la pena nada y se va abandonando.
Poco a poco se va olvidando de todo y va dejando que la imagen de Dios en su vida se vaya borrando, hasta el punto que, cuando quiere acordar, pasan los meses y hasta los años sin haber sentido la necesidad de Dios. Cuando se pregunta qué es lo que le ha pasado, no sabe dar respuesta, no ha tenido ninguna causa de su abandono, ninguna razón para hacerlo, pero se ha ido cerrando poco a poco hasta terminar aislado.
Esta es una realidad muy frecuente en nuestros días y es muy posible que te esté ocurriendo y llegues a concluir que estás atravesando una crisis de fe, pero  yo te invito a que te detengas un momento, porque eso que tú llamas “Crisis de fe” es muy posible que sea el resultado de otra crisis más profunda que viene de atrás y que es la que le ha hecho perder sentido, ilusión y alegría a tu vida: hace mucho tiempo que empezaste a perder el control de tu tiempo y te llenaste de cosas, de obligaciones que atender… y, cuando quisiste acordar, no tenías tiempo para mirarte, para regalar tu presencia a los tuyos, para saborear la vida, para visitar a un amigo, para estar con tu mujer, con tu marido, con sus hijos… es decir: te fuiste alejando de ti mismo hasta el punto que ya te resultas un extraño para ti mismo. Por ahí empezó todo.
Y cuando  dices de pararte un momento, porque sientes la necesidad de hacerlo, no sabes por dónde empezar y le das de lado: no existe un problema grande para enfrentar, pero existen tantas “cositas” sin importancia, que no sabes por cuál de ellas comenzar; es algo así como si cada día fuéramos metiendo una piedra pequeñita en el bolsillo y, cuando nos damos cuenta, tenemos un peso más grande que si lleváramos una sola piedra gordota… ¿Por cual empezamos a desprendernos? Y así vamos dejando para mañana el comenzar y cada día nos vamos enfriando más. 
Nos convertimos en unas fugitivos de nosotros mismos, pues le tememos  enfrentarnos a nuestra realidad y, si no soy capaz de pararme a dar respuesta a las preguntas que surgen en mi interior, si rehúyo  afrontar mis problemas… ¿Cómo voy a ser capaz de sentarme tranquilo delante del Señor?
Es muy probable que nos planteemos en momentos así, como respuesta, el levantarnos y el ir en busca de Dios, no estaría mal hacerlo, pero no podemos olvidar algo que también es importantísimo: el encuentro con Dios no es fruto de mi esfuerzo personal, pues antes que yo haga el movimiento de salir en busca de Dios, Él anda detrás de mí, delante de mí, a mi lado… haciéndose el encontradizo, saliéndome  al encuentro, apoyándome, sosteniéndome, acariciándome… intentando por todos los medios que le deje un espacio, que me detenga un momento, que me dé cuenta que está a mi lado para brindarle la oportunidad de ofrecerme la alegría que busco y es posible que esté tan cerrado, tan ensimismado, tan ciego, que no quiera atender, ni mirar, ni escuchar sus llamadas, de contemplar sus signos. Y nos establecemos en situaciones vitales diferentes con las que intentamos convivir y “pasar” por esta historia:

 

1º-       Es muy posible que nuestra vida se haya convertido en un auténtico laberinto: son miles de cosas en las que estoy metido que no me dejan tiempo para respirar, siempre ando agobiado, siempre voy corriendo y llego tarde a todas partes; viviendo en la constante insatisfacción de no ver concluido nada de lo que empiezo, ni disfruto con nada de lo que hago…
Estoy metido en todo, de todo sé, de todo hablo, en todo tengo opinión y la doy sin que me la pidan, pero en nada profundizo; y esto me crea un gran vacío existencial.
En ese torbellino de vida, siempre está Dios esperando que le dejemos un hueco pequeñito para decirnos: “No te preocupes, estoy a tu lado, cuenta conmigo, vamos adelante, pero anda tranquilo, deja su ritmo a la vida, todo se va a ir haciendo a su hora…”

 

2º-        Es muy posible también que te hayas instalado en una situación acomodaticia en la que no quieres complicaciones y vas capeando la vida, dando la cara a lo que conviene, respondiendo lo que está políticamente establecido, de esa manera vas quedando bien con todo el mundo… ¡menos contigo!
Pero te conformas con que no te compliquen la existencia y lo vas pasando de la mejor manera que puedes.  Incluso le das de lado a detenerte a pensar, pues eso te puede suponer el peligro de darte cuenta que no puedes llevar una vida vacía, superficial y sin sentido.
Dios está ahí esperando a que abras una rendija de tu ventana para que lo veas, si es que quieres abrir los ojos.

 

3º-       También es posible que te hayas montado un escenario para tu existencia y hayas montado una auténtica obra de teatro con tu vida, en cuyo escenario te mueves, intentando dar la imagen que los espectadores que te rodean piden y toda tu vida la has puesto en quedar bien ante la sociedad, cuando en el fondo de tu ser, puede llegar el momento en que esa situación la odies, porque nunca fuiste tú, porque nunca te sentiste a gusto contigo mismo, porque siempre  estás huyendo de la verdad, que es la única que ilumina tu verdadero rostro, pero siempre has de ir escondido detrás de la máscara que crees le gusta a la gente.
Dios está en el espejo que te miras cada mañana y te dice desde la imagen que se refleja: “Yo te pensé lindo, eres único, la obra más hermosa del universo… ¿Por qué no te quieres?”

 

4º-       No hay cosa más triste que colocarte en el centro de la vida y estar esperando que los demás se fijen en ti, que te tengan en cuenta a la hora de programar algo; que estén valorando todo lo que haces y que te den las gracias por todos tus movimientos…
Pero también es lamentable el instalarse en la situación del que cree que es el mejor y que todos los demás son mediocres y no hacen nada bien, que el mundo anda mal porque no se hace lo que tú piensas, que eres el único que lleva razón... pues pronto te darás cuenta que estás solo, que tu voz no es escuchada por nadie, porque está hueca, ya que no le das consistencia, pues contigo no se puede contar para nada, para ti todo está mal pensado, mal planificado, mal llevado adelante y, lógicamente, en nada te implicas, con lo que tú mismo te excluyes.
Pero sin embargo, a la hora de la verdad, utilizas a los demás para tus conveniencias…
Dios está esperando que te salgas del centro donde te has ubicado y empieces a poner en práctica todo eso que sientes y piensas, que no es malo, pero que con tu egoísmo lo has esterilizado. Dios quiere que seas feliz, pero es imposible serlo con el sistema que has escogido, esperando que los demás te valoren lo que tienes guardado, pues esperan que lo saques a la luz.

 

5º-       Hay mucha gente que puso su meta en acumular cosas: dinero, tierras, casas, electrodomésticos, cacharros tecnológicos, obras de arte… “cosas” en las que apoya su grandeza, su valía, su prestigio y con las que goza simplemente con verlas y tocarlas y, con ellas convive.
Cierra su casa y blinda sus puertas, pues teme que alguien descubra  sus posesiones; anda buscando qué compañía de seguros le  puede dar una cobertura mayor de todo lo que tiene y anda buscando alarmas por todas partes que detecten la gente que se acerca a su casa. Su vida no tiene otro sentido que servir a lo que tiene y cuidarlo con esmero. Su concepto de la gente es el considerarla un grave peligro para la seguridad, de la que no se puede uno fiar en nada y de la que hay que vivir cuanto más lejos mejor.
Cuando oye hablar del amor, de la solidaridad, de la acogida… son palabras que le suenan a sueños de ilusos.
Dios sigue ahí, en medio de sus “trastos” de sus bienes diciéndole: “No seas necio, vive y sé feliz, comparte la alegría de todo esto, cuando te mueras… ¿A dónde va a parar todo esto?”

 
 

 

 

 

 

 

domingo, 3 de noviembre de 2013

EL LADRÓN DE LA PARROQUIA

No sé quién eres ni cómo estás, es muy posible que te sientas eufórico por tu botín; no creo que vayas a solucionar tu vida con lo que has roba do a los pobres;  quizás te hubiera sido más fácil y provechoso haber expuesto tu necesidad y hubieras encontrado apoyo, pero decidiste dar el golpe a otros pobres como tú, lo que te convierte en un traidor y en un individuo peligroso e indeseable.

            No, no ha sido al cura a quien robaste, sino a mucha gente, tal vez más necesitada que tú, pero que no ha dejado morir  la llama de la solidaridad en su corazón y, sobre todo, se resiste a degradar su dignidad. ¡¡Que te aproveche y disfrutes tu presa!!

            Quiero decirte que, con tu acción has matado muchas cosas grandes: si eres del barrio o de Linares, has echado una mancha grande a la dignidad del barrio o de la ciudad que va a quedar marcada como zona peligrosa, mucho más de lo que ya nos tienen calificados, lo cual hace que hasta la gente  se piense mucho venirse a vivir aquí, con lo que, hasta económica y socialmente salimos todos perdiendo, tú también.

            Si, encima eres cristiano, ya puedes imaginar la aureola que le has puesto a la comunidad de S. José y de la iglesia.

            Si es que eres extranjero, es flaco el favor que le estás haciendo a tus compatriotas y a todos los inmigrantes que buscan honradamente vivir con dignidad… Con tu acción, lo único que haces es cerrar puertas  e indisponer a la gente.

            Pero, aparte de todo esto, quiero decirte  que eres un cobarde, porque si estás pasándolo mal,  anda y le protestas a los que tienen la culpa de lo que estamos sufriendo todos, pero no te desquites con quien está machacado como tú y tiene menos fuerza; te estás poniendo a la misma altura de los opresores.

            Pero te falta lo que tienen los hombres grandes: la dignidad y el coraje para enfrentarte con los que te están haciendo daño y no eres capaz de ir y exigirles que nos devuelvan lo que nos están robando. Anda, dile al político, al poderoso, al magnate, al traidor al obrero… exígele que haga justicia, pero estoy seguro que te arrodillarás y le aplaudirás cuando tengas posibilidad de hacerlo. Eres tan cobarde que pagas tu ira con tu vecino, con tu hermano que anda buscando lo indispensable para poder vivir y, encima, anda buscando cómo echarte una mano.

            ¿Qué quieres que te diga, que te aplauda? No, no te puedo aplaudir, tampoco te odio ni te juzgo, simplemente me das lástima, porque estás perdiendo tu vida y complicándosela más a los pobres, cuando en  la situación que vivimos, tendríamos que hacer todo lo contrario: unirnos, apoyarnos y luchar juntos para impedir que nos  exploten y nos pisoteen, como están haciendo.

            Pero ya veo, contigo no podemos contar;  tú, con tu actitud, les estás haciendo el juego, pues consigues que nadie nos podamos fiar de nadie, que nos encerremos en nuestro individualismo, que sintamos que los pobres somos tan peligrosos y desdichados como los explotadores, que tengamos que blindar las puertas y no fiarnos del que nos llama pidiendo auxilio.

            No, no has conseguido un botín, has matado la esperanza, la alegría, la confianza, la solidaridad y la fraternidad.

            Has conseguido que muchas puertas se cierren blindadas con cerrojos y, con ellas, muchos corazones se resistan al consuelo y a la misericordia.

            ¿Te felicito por tu astucia? ¡Lo siento, no puedo! Me das lástima, porque eres un cobarde, que se hace fuerte con los débiles y esa actitud solo merece el desprecio.

martes, 29 de octubre de 2013

TODOS LOS SANTOS -13-



“bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos  porque vuestra recompensa será grande en el cielo, pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros”  (Mt. 5,11-13)


VIVIMOS CONFUNDIDOS

Cuando leemos  esta última afirmación que hace Jesús en su discurso programático, nos da la sensación de que, o Jesús está loco, o este mundo está desquiciado o mal programado, pues funciona completamente al revés:
            -Cuando a una persona se la critica, se la cuestiona, se le hace el cerco, automáticamente decimos que está fracasada, que  ha perdido el tiempo y que no merece la pena escucharla.
            A nuestros jóvenes los preparamos para que triunfen, para que sobresalgan por encima de los demás, ganen un buen sueldo, obtengan los mejores puestos y consigan los mejores premios… Y cuando una persona no llega a los mínimos en este sentido, se le cataloga como un fracasado, un pobre hombre o mujer que no ha sido capaz de llegar a ningún sitio en la vida.
            Es decir: este mundo está programado para el éxito, para el triunfo, para vivir a lo grande, para disfrutar y poseer todos los medios para triunfar.
            Incluso a la hora de catalogar a alguien como “bienaventurado” o “feliz”, lo último que se nos ocurriría es afirmar lo que afirmó Jesús, pues para nosotros “FELIZ” es aquel que responde a los esquemas que tiene establecidos la sociedad en donde vivimos: “Tanto tienes, tanto vales”, por tanto, “Feliz” es aquel que tiene una buena cuenta en el banco, con la que pueda responder a cualquier proyecto que se plantee. Esto es lo que le hace sentirse seguro ante los demás y con lo que saca pecho…
            Pero es curioso que la práctica no resulta esto que se sostiene y lo que nos muestra no es esa felicidad, sino más bien todo lo contrario, pues todo el que vive pendiente de este camino de ascensos económicos, vive angustiado, pues no goza de sus triunfos como persona, de sus pequeños detalles personales… todo lo pone en referencia a la consecución de los objetivos impuestos por el sistema; es un esclavo de esos objetivos. Jamás goza con aquello que “ES”, pues no sabe valorarse a sí mismo  y gozar por lo que es; es muy común encontrarse a estas personas que lo tienen todo, pero nunca están satisfechos y rezuman agresividad y resentimiento en contra del mundo que les rodea.
            El mundo en el que vivimos nos ha abocado a conseguirlo todo compitiendo y lo más triste es que nos aboca a una competición de papeles; la persona pinta muy poco: eres más grande cuantos más papeles presentas que certifiquen que eres más que los demás competidores. Pero en la grandeza de la persona nadie se fija, pasa desapercibida… y te quedas en la cuneta siendo excelente, y te amargas y te acomplejas porque el otro presentó un papel más que tú, porque tuvo dinero o un enchufe para conseguirlo… Y llenamos nuestra habitación con títulos colgados, que muestran nuestra grandeza y, con frecuencia nos encontramos a gente que ya no le caben los títulos en la pared y, en cambio no hay cómo dirigirles la palabra, pues su tono despectivo y prepotente aleja a todo el que se les acerca.
            Y cuando los encuentras en la vida, se los ve cargados de tristeza e insatisfacción, pues la envidia los corroe, ya que ven que otros, con menos títulos, triunfan y esto les impide gozar con lo que tienen, pues no pueden tolerar que alguien esté por encima de ellos. Viven siempre pendientes de los éxitos de los demás y no son capaces de reconocer la grandeza del otro, por eso no harán sino buscar el aspecto negativo para engrandecerlo y criticarlo, pues no pueden disfrutar con la alegría de los demás.
            El mundo ya tiene establecidos unos cánones de felicidad y de grandeza, si no encajas con ellos no tienes nada qué decir, no pintas para nada ni para nadie, tu voz, tus ideas, tu persona, tu trabajo… es algo sin importancia que no merece la pena ni mirarlo.
            Y lo triste es que nos lo llegamos a creer y, somos nosotros mismos los que despreciamos, minusvaloramos y le quitamos todo el valor a todo lo nuestro y convertimos nuestra vida en una lucha por acomodarnos a lo establecido, con lo que terminamos por ser nosotros mismos los peores enemigos de nosotros mismos, convirtiéndonos en seres gregarios que entran por el montón, creyéndose que no sirven porque no alcanzan a dar las medidas del “casting” que se ha impuesto; en cambio, se sienten triunfantes cuando se les aprueba porque han dado la talla de lo establecido.
            Lógicamente, cuando oímos a Jesús decirnos esto, nos quedamos completamente fuera de juego, pues Él viene a decir absolutamente todo lo contrario: la fuerza está en nosotros mismos; somos originales, somos únicos e irrepetibles, cada uno tenemos unos valores, capaces de cambiar el mundo y fascinar la creación entera.

            Frente al planteamiento de Jesús y el planteamiento del mundo, yo no puedo evitar hacerme la siguiente pregunta: ¿qué ocurriría si cada uno de nosotros pensáramos en toda la grandeza y la belleza  con la que Dios nos ha adornado y nos decidiéramos a ponerla en práctica, con un objetivo común: HACER UN MUNDO MEJOR?

miércoles, 9 de octubre de 2013

PRIMERO TU PAREJA M. Bruque

Asistía a un curso sobre relaciones interpersonales y en una de las charlas se tocaba el tema de las relaciones de la pareja y los posibles `problemas que podrían presentársele para que los tuviéramos en cuenta y no cayeran  los que estaban casados en el hueco del que se hace difícil la salida. Utilizaron una dinámica  sencillísima pero tremendamente elocuente:
Nos sentamos todos en círculo, y el monitor pidió a una de las parejas jóvenes que participaban que saliera al centro del círculo. Se sentaron juntos y el ponente les preguntó cuánto tiempo llevaban casados a lo que respondieron que un año y medio; aún no tenían hijos pero lo estaban deseando. A partir de ahí comenzó la dinámica:
-      Amigos: Aquí les presento a Norma y a Juan Pablo. Ya nos han dicho que se casaron hace un año y medio y que están deseando tener un hijo. Ellos han construido su hogar, establecido sus normas, Son felices y están ilusionados.

Dentro de muy poco tiempo les va a llegar un hermoso niño. (El monitor llama a uno de los jóvenes que estaban sentados junto a sus novias en el círculo; le pide que se lleve con él su silla y se siente en medio de Norma y de Juan Pablo)  Norma y Juan le dan la bienvenida a su hogar y se sienten felices de que haya venido.
A los dos años viene el Segundo hijo y el monitor hace la misma operación con otro de los jóvenes del círculo: coge su silla y se sienta al lado de su “hermano”; la misma cosa se volvió a repetir por tercera vez: un tercer hijo.
La familia va creciendo así, Norma y Juan son muy buenos padres y literalmente dedican su vida entera a sus hijos.
En la dinámica como hemos dicho, vinieron tres hijos y en cada ocasión pidieron a alguno de los jóvenes o jovencitas que se sentaran en medio de nosotros.
El tiempo pasa, continuó el ponente; y llega el día en que los hijos se ponen novios y traen también la novia que la sientan a su lado (cada joven se va levantando y trayéndose a su novia con su silla y poniéndola a su lado… hasta que entre Juan Pablo y Norma se ha hecho una distancia de 6 puestos).
Continúa el ponente desarrollando la dinámica:
Primero, Julio se Casa y forma su propio hogar. El primer hijo, se levantó con su novia, cogieron su silla y volvieron a su sitio inicial y así sucesivamente. Cada hijo deja el hogar y forma su vida

Cuando todos terminaron de irse, el instructor hizo una pausa, se quedó en silencio y nos pidió que observáramos el espectáculo y dijo: "Ahora miren la distancia que existe entre Norma y Juan Pablo".

Efectivamente, la distancia que se había venido sosteniendo  durante cerca de 30 años los hacía ya como dos desconocidos. ¿Qué fue lo que causó ese hueco tan enorme?

Juan y Norma han cometido un gran error, han permitido que sus hijos se interpongan entre ellos y ahora que están de nuevo solos, si acaso, tendrán que empezar a conocerse.

El ponente nos explicó el error: se lo habían dado  todo a los hijos olvidándose de ellos mismos...

Explicó que la base del fundamento del hogar no son Los hijos, sino la pareja y que ésta debe permanecer unida contra viento y marea y se ha de cuidar y cultivar el amor por encima de cualquier otra cosa que se presente.

De hecho, el mejor regalo que se puede dar a los hijos es saber que sus padres se aman y que permanecen unidos y así ellos aprenderán a amar en función de cómo se aman sus padres.
Si los padres no salen juntos, no se siguen cortejando, no se hablan con tiernos acentos y no se comunican entre ellos de manera frecuente y especial, es escasa la probabilidad de tener hijos con profundidad espiritual y emocionalmente estables y, cuando ellos partan de casa, es muy común que la pareja ya no sienta ganas de volver a comenzar a enamorarse, pues hay una carga enorme de sueños truncados, deseos insatisfechos, ilusiones decepcionadas… y la distancia que se creó no se acorta sino que se sigue  agrandando escondiéndose en los nietos.

Aunque pueda parecer egoísmo, no lo es, por el contrario, es un seguro de vida para los hijos y para la pareja.
El encuentro se terminó dando algunos principios que no se deben olvidar jamás:

”ANTES QUE OTRA COSA, LO PRIMERO ES LA PAREJA

1-Son los hijos los que deberán acomodarse. La vida familiar no tendrá que girar en torno a ellos, sino en torno de los padres.

2-Tengamos el valor de decir: "Primero MI pareja", o de lo contrario, podemos ir preparándonos, muy posiblemente, para pasar una vejez solitaria, por no haber aprovechado la oportunidad que tuvimos para construir una vida en pareja.

Sigue estas sencillas reglas y tendrás éxito...

1. Si eres SOLTER0 O SOLTERA: PRIMERO TUS PAPÁS.

2. Si eres CASADO O CASADA: PRIMERO TU PAREJA, EN SEGUNDO LUGAR: TUS PADRES.

3. CASADO O CASADA CON HIJOS: PRIMERO TU PAREJA, EN SEGUNDO LUGAR: TUS HIJOS, EN TERCER LUGAR: TUS PADRES.

4-SI CAMBIAS EL ORDEN EN CUALQUIERA DE LOS PUNTOS... PROBABLEMENTE TENDRÁS UNA VEJEZ SOLITARIA.

5-El respeto es lo mas importante en una relación, si se pierde el respeto, aunque haya Amor, se terminará la relación,  no olvidemos conquistar a nuestra pareja día a día.

"Solo se podrá ser feliz cuando dos personas felices se unan para compartir su felicidad, no para hacerse felices la una a base de la otra"

"Antes de acudir al encuentro del otro, deberíamos intentar el encuentro con nosotros mismos para ver hasta qué punto estamos dispuestos a darnos”

Autor: Dr. Octavio Rivas

            Doctor en psicología UNAM

LOS CICLOS DE LA VIDA -Melitón Bruque García-

Ahora que estamos al comienzo de un nuevo curso pueden ocurrirnos muchas cosas y pueden cruzársenos muchas ideas y surgirnos muchos sentimientos que nos inviten a tirar la toalla  y hacernos creer que no vale la pena luchar.

Recogiendo lo que me contaba una persona muy querida se me ha ocurrido hacer un recorrido por esas etapas por las que vamos pasando en la vida y en las que observamos que en realidad no hay nada nuevo, solamente aparecen distintas las formas con las que se reviste la realidad. Esta persona me decía: “Me dice mi hija ahora que ella tiene ya dos hijos: “Mamá, cómo fuiste capaz de aguantar y soportar todas las cosas que te hicimos cuando éramos niños y después jóvenes?”

 

 Apenas empezaba a tener capacidad de comprender,  su padre le regaló el día de su cumpleaños un bastón, para que  con él se apoyase cuando caminaba, se defendiese cuando fuera atacado por los animales peligrosos y con él pudiese también hacer otras muchas cosas.

            El día de su bautismo (a los tres años), su madre le regaló la vela que les dio el sacerdote para que la cuidara  y la encendiese en los momentos  más importantes de su vida, explicándole el significado y la importancia tan grande  que para ella tenía.

            Fueron pasando los años y, en la plenitud de su juventud, empezó a interesarse de otras muchas cosas que la vida le presentaba y, tanto el bastón de su padre, como la vela de su madre los arrinconó, pues los consideraba una tontería que no servían para nada y, por tanto, algo que no valía la pena, hasta el punto que muchas veces estuvo a punto de tirarlos a la basura, pero se retuvo al hacerlo, ya que se trataba de algo que su padre y su madre lo habían tenido  en gran estima y se lo regalaron como algo grande, entonces, por consideración a sus padres, los guardó allá en un rincón del trastero mirándolos con cariño.

            Pasados los años, ya en la madurez, empezaron a flaquearle las piernas y empezó a sentir necesidad de un apoyo y se acordó del bastón que le había regalado su padre; fue al trastero y allí se lo encontró, derecho, impecable; Se alegró enormemente de no haberlo tirado a la basura.

            La vida le dio un vuelco y las cosas se pusieron muy duras, en nada se parecía a aquella alegría y potencia que sentía en su juventud en donde creía que era dueño del mundo: las cosas habían cambiado mucho, nada se parecía a lo que él había soñado: se había roto su hogar, se había quedado sin trabajo, se sentía enfermo y todo parecía haber perdido el sentido…  ¡Cómo recordaba todo aquello que le habían dicho sus padres y que tanto le molestaba escuchárselo. Se fue al trastero y encontró aquella vela que su madre le había regalado  y recordó con lágrimas todo aquello que le había dicho su madre sobre el significado de aquella vela de su bautismo…  y sintió cómo su madre lo había querido y en su amor reconoció el de Dios.

            Cogió la vela, le limpió todo el polvo que se le había pegado, la puso en un hermoso candelabro y en los momentos de tristeza y soledad, la encendía  para rezarle a la Virgen  y darle gracias a Dios por los padres que le había dado y por todo lo que le dijeron,  recordando que sus padres le habían hecho un gran regalo: le habían dado la fe, lo habían abierto a la gran familia de los hijos de Dios, le habían dado la posibilidad de llamar a Dios Padre, le habían dado la esperanza y la seguridad de que, aunque la vida se pusiera de espaldas, Dios le daba siempre la cara y, siempre lo esperaba con los brazos abiertos…   

            Se acordaba ahora de sus hijos y los veía perdidos, sin principios, sin ilusión, sin esperanza y sentía ganas de llorar de ver cómo los había dejado perderse por un concepto estúpido de respeto y de libertad.

Aquel bastón y aquella vela, se convirtieron para él en dos signos grandes que le empujaban a no dar la batalla por perdida y a retomar  todo aquello que por tanto tiempo había olvidado y hasta despreciado.

            En la vida de la persona viene a ocurrir algo parecido a la historia del bastón y de la vela que representan al padre y a la madre:

                        -En la infancia, en la niñez y en la adolescencia, los hijos  viven amarrados a sus padres, pues sin ellos no pueden hacer nada, ni pueden defenderse por ellos mismos.

                        -En la juventud  sienten el ímpetu y la fuerza de la vida, hasta el punto de creerse autosuficientes y consideran a los padres unos intrusos atrasados, cargados de prejuicios y de conceptos obsoletos sin sentido, que les impiden ser felices;  ellos no conocen la historia, no han vivido, les falta la mitad de la vida, pues solo funcionan a instancias de los impulsos… llega el momento que se sienten tan grandes y autosuficientes que prescinden por completo de los padres y hasta los llegan a sentir un estorbo para sus vidas e intentan o, lo realizan, arrinconarlos en el “trastero”.

            Pero la vida sigue su marcha implacable y va haciendo que cada cosa se ponga en su sitio y, sin darnos cuenta, van pasando los años y pasó la niñez, la adolescencia, la juventud… y llega la madurez y aparecen los hijos y repiten esquemas y los vemos que vuelven a ponerse en la misma tesitura que antes nos pusimos nosotros,  cuando estábamos como ellos y ahora no tenemos argumentos nuevos para rebatir los mismos problemas que nosotros poníamos y no nos queda más remedio que  volver al “bastón” que nos dejó nuestro padre y a la “vela” que  nos regaló nuestra madre y a repetir los mismos argumentos que ellos nos dieron, repitiendo a los hijos exactamente lo mismo que nosotros  escuchamos  y, cuando los vemos que empiezan a ser autosuficientes  y planean meternos en el “ trastero”, entonces nos damos cuenta realmente que la vida no tiene más que una luz que ilumina verdaderamente y que no hay otro amor más auténtico  y verdadero que el de un padre y una madre que no tienen otro motivo para vivir que buscar la felicidad de sus hijos.

jueves, 4 de julio de 2013

LA ORACIÓN DEL PADRE NUESTRO


 PADRE NUESTRO  

 Ustedes, pues, recen así:
Padre nuestro, que estás en el Cielo,
santificado sea tu Nombre,
 venga tu Reino,
hágase tu voluntad
así en la tierra como en el Cielo.
Danos hoy el pan que nos corresponde;
y perdona nuestras deudas,
como también nosotros perdonamos
a nuestros deudores;
y no nos dejes caer en la tentación,
sino líbranos del Maligno.
Porque si ustedes perdonan a los hombres sus ofensas,
también el Padre celestial les perdonará a ustedes.
Pero si ustedes no perdonan a los demás,
tampoco el Padre les perdonará a ustedes. Mt 6,9-15 

Es muy importante el caer en la cuenta de algunos detalles: siendo tan importante la oración, no vemos a Jesús en ningún momento que obligue a los apóstoles, ni les imponga el que TIENEN QUE ORAR; los deja hasta que nace en ellos el deseo y la curiosidad; Él entiende que esto no es una obligación, sino una necesidad que nace desde lo más hondo del ser, como el “hambre”, como la “Sed”… algo sin lo cual no se puede vivir. Esto es algo que Jesús ha visto desde pequeño en su familia, en la gente sencilla de su pueblo: es una necesidad vital de estar en contacto con Dios y, por eso, es algo que está incorporado en su vida como el comer o el beber y lo hace con la más completa naturalidad: no sabe moverse si no es en presencia y con el beneplácito de su Padre.

            Los discípulos ven esta actitud en Él y eso les provoca el deseo de hacer lo mismo y le piden que “les enseñe a orar” (Lc. 3,21; 5,16; 6,12; 9,29).

            Jesús les comparte lo que Él vive y siente en relación con  su Padre y pide que ellos sientan y vivan lo mismo; las palabras que les indica, no son una teoría sobre la oración, ni un método científico, sino la expresión entrañable que le nace al hijo que siente un verdadero amor a su padre:
 

“PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN EL CIELO” 

            Es la expresión del hijo que se dirige a su padre (Jesús lo llamaba  “ABBA” (papi –en nuestro lenguaje) y pide a sus apóstoles que también lo sientan ellos así, que no tengan reparo alguno, pues Él es así.

            Al llamarlo “Padre” le estamos reconociendo su paternidad sobre nosotros; reconocemos también nuestra fuente y origen de vida y de la existencia: sin Él, nosotros no vivimos ni existimos.

            Al reconocerlo nuestro padre, estamos confesando que llevamos en nosotros su imagen y semejanza, que viene a ser como nuestro código genético.

            Pero al reconocerlo  Padre NUESTRO, estamos confesando la igualdad radical de todos los seres humanos: somos hijos del mismo padre, por lo tanto con igualdad de dignidad, con lo que nadie puede levantarse ni considerarse superior a nadie; esto nos iguala a todos en los fundamentos de la persona, estableciendo la igualdad universal de todos los seres humanos.

            Al llamarlo “Padre NUESTRO” nos estamos declarando hermanos de todos los seres humanos y estamos declarando que no nos podemos quedar insensibles a lo que le ocurre a un hermano, por muy distante que viva. Estamos confesando y proclamando la “Fraternidad Universal”
 

“SANTIFICADO SEA TU NOMBRE”:  

Le expresamos nuestro deseo profundo de que sea reconocido  como Padre por todos los hombres, con lo que estamos confesando nuestro deseo de igualdad entre todos, que sea reconocido como Dios y Señor que nos ama y, nosotros deseamos que sea alabado, reconocido, amado, glorificado, agradecido por todos los hombres, mujeres e instituciones de toda la tierra. Estamos proclamando nuestro deseo de que todo lo que el ser humano hace, sus hijos, lo haga en nombre de Dios, su Padre y, por tanto, como si fuera Él quien lo hace, con lo que quedaría fuera de lugar cualquier atropello, corrupción o desorden. 
 

“QUE VENGA TU REINO”:  

Es el deseo más profundo de un hijo que ama a su padre y que quisiera que todo esté bajo la seguridad y la protección de su Padre, pues sabe que hechas las cosas o dirigidas por Él, se establecerá la JUSTICIA, la VERDAD, el AMOR la PAZ.

Ser misionero no es más que luchar para que la presencia del Padre lo llene todo y se establezca su voluntad, es lo que debemos desear siempre, establecer como nuestro programa de vida  y pedir en cada momento, pues de otra forma la vida se hace insoportable.

Jesús tenía esto tan claro que en algún momento decía, como proponiendo un programa de vida: “Buscad el Reino de Dios y el resto ya se os dará por añadidura”
 

“QUE SE HAGA TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO” 

Somos conscientes de que Dios Padre, que ha hecho el universo como un acto de su amor y en él ha puesto al hombre, hecho a su imagen y semejanza para que sea feliz, y sentirse feliz con Él, sería estúpido pensar que Dios vaya a estar colocando trampas al hombre y haciéndole la vida imposible, de forma que no pueda cumplir el fin para el que ha sido puesto en la tierra.

La voluntad de Dios es “que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. Cristo es LA VERDAD, la presencia viva del Padre: “Quien ve al Hijo ve al Padre que lo ha enviado” y “Quien escucha al Hijo está escuchando al Padre”; por tanto, desear que se haga la voluntad de Dios en la tierra como se hace en el cielo, no es, sino seguir las huellas de Jesús que el modelo más perfecto que tenemos; se trata, entonces, de unir nuestra voluntad a la de Cristo, para decidir escoger siempre  lo que le agrada a Dios que, a su vez, es lo que más y mejor nos conviene.

Y lo que Cristo realiza en la tierra, para que sea lo mismo que en el cielo, está bien claro: “Hacer presente el Reino de Dios”, convertirse en el instrumento vivo y eficaz de ese reino, de tal forma que Él mismo se convierte en la expresión visible del reino.

Lógicamente, mantener esta tensión de vida, es imposible si es que no vivimos en una constante unión con Dios Padre, como el hijo que vive en perfecta unidad con su Padre, exactamente igual que le ocurría a Jesús. La oración, entonces, se convierte en el camino indispensable para el discernimiento y para poder saber en cada momento cuál es la voluntad de Dios y al mismo tiempo en la fuente de donde nos nutrimos de toda la fuerza que necesitamos para llevarlo adelante
 

“DANOS EL PAN DE CADA DÍA”.  

Ciertamente, no se puede vivir donde no hay justicia, donde la verdad es desconocida y no nos podemos fiar de nadie, donde no amamos ni nos sentimos amados y, lógicamente donde la paz es un bien desconocido y por eso le pedimos que estas condiciones de vida, que son las que el Padre Dios pone para sus hijos, no falten nunca; pero, tampoco somos ángeles y necesitamos alimentar este cuerpo cada día. No le pedimos que nos dé para almacenar y retener hasta que se pudra, sino que no nos falte a nadie lo que necesitamos para vivir con dignidad cada día que nos levantamos.

No le pedimos que nos tenga resuelto el futuro, de forma que nos podamos echar a dormir en los laureles, no.

Con esta petición le estamos pidiendo que nos dé salud para poder trabajar, que nos dé trabajo cada día, de forma que podamos ganarnos el pan que nos comemos y podamos vivir con la dignidad de todo hijo de Dios; por tanto, que nos libre del desempleo, de la carestía que nos puede llevar a situaciones complicadas.

Le estamos pidiendo que nos libre de desastres que nos pueden llevar a situaciones en las que perdemos el horizonte y podemos perderlo de vista a Él.

Le estamos pidiendo que el trabajo que hacemos en el campo, en la fábrica o donde sea, tenga su resultado y se convierta en un don para todos y no sea destruido o atropellado.

Le estamos pidiendo que no falte en el hogar lo necesario para alimentar, vestir, educar y sostener todos los servicios necesarios para vivir en paz en la familia… y esto lo hacemos extensible a todos los seres de la tierra, nuestros hermanos. 

Con esta petición le estamos diciendo a nuestro Padre Dios que cuide de todos los ancianos que se encuentran solos y desvalidos, de todos los enfermos que viven dependientes de alguien que los ayude a vivir…; Es, pues la oración del hijo que ama y confía en su padre, pero también es al mismo tiempo la oración del hermano que no vive tranquilo sabiendo que sus hermanos están sufriendo.

Pero al mismo tiempo que confío en el Padre y expresa su amor y su preocupación por sus hermanos, es una expresión de compromiso y de implicación en la solución de los problemas: no pido y me cruzo de brazos esperando que me resuelvan el problema, sino que pongo todos los medios a mi alcance con la seguridad de que mi Padre no me va a dejar en la estacada y, cuando yo no pueda más, puedo estar seguro de que Él ha de poner el resto.

Sería un absurdo y hasta ofensivo estar haciendo esta oración al Padre mientras por nuestro lado estamos haciendo todo lo contrario: exponiendo la salud, realizando mal el trabajo, explotando a los trabajadores, robando lo que se le debe a los obreros o estafando a la empresa, aprovechándonos de la necesidad del hermano, viviendo del cuento y aprovechándonos de los demás,
 

“PERDONANOS NUESTROS OFENSAS, COMO NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN”.  

Cuando alguien comete un “delito”, lo que merece es un castigo;  El perdón  es una de las manifestaciones y expresiones más genuinas del amor, pues frente al merecimiento del castigo lo que se nos regala es el perdón; esto está fuera de todos los esquemas e intereses del mundo y supera todos los cálculos humanos, por eso es una de las manifestaciones más claras de Dios.

 Le pedimos que nos perdone, pero al mismo tiempo le estamos pidiendo que nos enseñe a perdonar como Él lo hace, pues lo que nosotros llevamos inscrito en nuestro código genético es el ojo por ojo y diente por diente, la venganza, el odio, el rencor… el PERDÓN es algo que tenemos que aprender, porque eso es sobrenatural y solo un amor  tan grande y puro como el de Dios es capaz de hacerlo;

El PERDON como el AMOR, como  la VERDAD o la JUSTICIA no es algo que nos nace como algo espontáneo, esto es algo que se consigue hacerlo a base de estar anclados en Dios, de mirar cómo Él me perdona a mí, cómo me soporta, cómo me aguanta y viendo cómo Él pasa por encima de mis pecados, así voy yo aprendiendo a hacer lo mismo con mis hermanos y, cuando voy tomando conciencia de mis pecados, aprendo a ser comprensivo con los otros y ese ejercicio hace que yo vaya valorando lo que Dios hace cada día conmigo.

El PERDÓN es el ejercicio de sanación más hermoso que Dios ha puesto para los seres humanos, es lo único que nos hace levantar la cabeza y respirar con alegría. Por algo insistía Jesús: “Si no perdonas, ¿cómo quieres que Dios te perdone?... “La misma medida que uses es la que se va usar contigo…”

Por otro lado, si yo no logro tener la experiencia del perdón regalado a mi hermano, jamás podré darme cuenta de la grandeza del perdón que a diario estoy recibiendo de Dios por mis fallos. De alguna manera el juicio final nos lo vamos haciendo poco a poco en la tierra: lo que yo voy haciendo con mis hermanos es exactamente lo que se me va a hacer a mí en el momento final.

La oración, como la amistad y las cosas grandes y entrañables, no es algo que surge un día como quien ha tenido una gran ocurrencia en un momento de lucidez… no. Es algo que va haciéndose a base de “encuentros”, como cuando te enamoras: cada vez sientes la necesidad más fuerte de estar al lado del ser querido y a medida que lo vas conociendo más lleno te sientes; como quien se acerca al fuego: cuanto más te acercas más te calientas y, por el contrario, cuanto más te retiras más helado te quedas. Algo parecido es lo que ocurre con el tema de la oración o, dicho de otra manera: la experiencia del encuentro con Dios no es algo que se aprende en un libro, sino que se “gusta” “ESTANDO” con el Señor.

Jesús invitaba a sus discípulos a ser  constantes y a no fallar y les indicaba que el Padre les daría el Espíritu Santo, que es el verdadero maestro para que puedan pedirle lo que realmente les interesa y lo hagan con la disposición debida; esto solo lo puede hacer el Espíritu.
 

 “NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN, SINO QUE NOS LIBRE DEL MALIGNO” 

El mal está en el mundo establecido por el hombre; ese es el “mar” en donde a diario tenemos que navegar y con el que necesariamente nos vamos a encontrar y constantemente nos va a estar planteando la batalla: unas veces nos ataca directamente y tenemos que estar fuertes y, otras lo hace con toda suavidad, incluso aliándose con nosotros.

Al Padre le decimos “Que nos libre de caer en la tentación”, es decir: de dejarnos engañar y seducir por aquello que se nos presenta con imagen de BIEN y con argumentos razonables, hasta el punto que resulta estúpido no aceptarlo. Esa es la verdadera tentación y el verdadero peligro, pues no lo vemos ni calculamos el daño que a la larga nos puede hacer, con la apariencia de “bien”. Si nos detenemos y miramos despacio, veremos que ninguna de las tentaciones que describe el evangelio  las sentiríamos como tentaciones, sino como cosas lógicas: si a cualquiera de nosotros nos dijese Jesús: Mira, llevo 40 días sin comer... )qué te parece si convierto esto en algo para hacer  un sándwich?... estoy seguro que todos diríamos: (pues claro! Incluso le diríamos que lo está haciendo muy mal si no lo hace, porque tiene que cuidar de su vida y lo que está haciendo es un atentado... es decir le daríamos mil y una razones para que lo hiciera y se lo aplaudiríamos, porque es lo más lógico y sensato.. Pues Él contestó: “No solo de pan vive el hombre…”

El gran problema de la tentación es que la veo lógica y hasta buenísima; su maldad no se la veo por ningún sitio, más bien aparece como algo completamente bueno... es una trampa y la trampa no se ve, aparece como buena.

O sea, que la tentación  hay que relacionarla  más bien con el  engaño, y ésta es engaño porque no se la ve. La tentación, por tanto, es algo que, como no esté atento y me descuide, caigo y encima, me siento hasta bien y tengo hasta miles de  razones para justificarme, por eso es un don de Dios el poder recibirla y tener la lucidez suficiente para hacerle frente. En consecuencia, cuando le pedimos que no nos deje caer en la tentación, lo que le estamos pidiendo es un espíritu de discernimiento grande y una voluntad fuerte para hacerle frente a lo que aparentemente se presenta como lógico y como bueno.

Lo peor que nos puede ocurrir es instalarnos en los brazos del MALIGNO sintiéndonos bien y con todas las razones lógicas, legales y hasta con el beneplácito de la sociedad. A eso, Jesús le llamaba el pecado contra el Espíritu Santo, pues resulta casi imposible escapar de esa situación.
 

¡SEÑOR, ENSÉÑANOS A ORAR! 

            La verdad es que, cuando nos detenemos a pensar despacio, nos damos cuenta que necesitamos ORAR como el comer, si queremos encontrar el ambiente apto para poder respirar en libertad y sentirnos felices, es necesario crear el ambiente de intimidad y familiaridad con Dios.

Jesús nos invita a crear ese clima, nos dice: ““Tengan fe en Dios. Yo les aseguro que el que diga a este cerro: ¡Levántate de ahí y arrójate al mar!, si no duda en su corazón y cree que sucederá como dice, se le concederá. Por eso les digo: todo lo que pidan en la oración, crean que ya lo han recibido y lo obtendrán. Y cuando se pongan de pie para orar, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que su Padre del Cielo les perdone también a ustedes sus faltas.” (Mc. 11,24-26)

Él lo ha dicho, el resto depende de nosotros. Alguien decía que la oración es como un papel en el que Dios ha comenzado el escrito y ha dejado el resto del papel en blanco para que lo continuemos nosotros. Al final ha puesto su firma, pero  el resto de espacio en blanco que queda por escribir en el folio nos toca a cada uno, eso va a depender completamente de cada uno.

            La experiencia que nos cuenta el evangelio es que la gente veía a Jesús orar con toda naturalidad, como quien comparte todo con un ser querido y notaba cómo Dios Padre le escuchaba en todo hasta el punto que su experiencia de intimidad con Dios hacía que la gente sintiera el vivo deseo  de hacer lo mismo.

            De hecho en Israel una de las normas de todo judío religioso era la oración diaria en la que repiten una serie de salmos y frases hechas, sin embargo, lo que hace  Jesús,  es otra cosa bien distinta: Él se comunica espontáneamente como el niño con su padre, liberándose de todo esquema.

            Por eso, tampoco hace como todos los maestros espirituales que enseñan a sus discípulos métodos fáciles y prácticos de oración. Los discípulos al verlo, sienten ganas de hacer lo mismo que Él y le piden que les enseñe, sin embargo, su “lección” no es una teoría, sino su propia experiencia, en la que se encuentra todo lo que necesita un buen método de oración:

1º- INSISTENCIA: no dejarlo para cuando me encuentro fervoroso, para cuando no tengo otra cosa qué hacer… quien siente a Dios a su lado, no lo deja para los momentos que le interesa y tampoco deja las cosas a medias: insiste y hasta regatea, si es necesario, como Abrahán intercediendo por Sodoma o como el mismo Jesús decía: “Si no te escucha por ser amigo, que lo tenga que hacer por cansino” –como contaba con la parábola del vecino inoportuno-

2º ATENCIÓN: algo que nos sorprende enormemente es que no utilicemos con Dios los mismos esquemas de educación elemental que utilizamos entre nosotros los humanos: cualquiera saldría indignado viendo a alguien que no te pone la más mínima atención a lo que dices ni te escucha… Habría que hacer un estudio de la actitud que tenemos cuando  rezamos a Dios o nos ponemos en su presencia para orar.

3º HUMILDAD: el ejemplo claro nos lo puso Jesús con el fariseo y el publicano que se presentaron a orar al templo: uno iba exigiendo derechos y, poco menos que recordándole a Dios sus obligaciones para con él. El otro entendía que hasta el simple hecho de que Dios le prestara atención era ya un regalo que no merecía y que hasta eso mismo debía agradecerlo. Tendríamos que ver nuestra actitud delante de Dios a la hora de dirigirnos a Él.  

4º CONFIANZA: Alguien decía: “¿Para qué voy a rezar ni voy a ir a misa si Dios nunca escucha lo que le digo?”. Lógicamente, si parto del hecho de que Dios solo escucha a quien le interesa, ya no me estoy fiando de su amor y su preocupación por mí; jamás podré constatar su presencia en mi vida, pues incluso los momentos en los que se hace presente y visible, yo estaré viendo otra cosa.

miércoles, 12 de junio de 2013

DIMENSIÓN MISIONERA DA LA IGLESIA


Vivimos en una realidad en la que por todas partes se oye lo mismo: “Se han perdido los valores”, “Se ha perdido el trabajo” “Se ha perdido el respeto”, Se ha perdido la fe”, “Se ha perdido el norte”… ¿Vivimos en una sociedad perdida?

            No sé si han tenido alguna vez la experiencia de perderse en algún sitio y no saber dónde está el norte ni el sur ni ninguno de los puntos cardinales… ¡Es tremendo!

            También es tremendo llegar a una situación en la que no sabes qué hacer, por dónde tirar, a quién escuchar… y mientras tanto, tampoco tú te encuentras con fuerzas ni con ánimos para nada, te sientes perdido y, hay mucha gente que se desea la muerte y hasta llega a quitarse la vida.

            Hay otra situación de pérdida de horizontes, que es aquella en la que se encuentra mucha gente y que dice: “Pues una vez perdidos… ¡todos al río! Y se dedican a vegetar, esperando que alguien arregle esto, pero sin estar dispuestos a mover un dedo para que las cosas cambien.

            De todo esto, creo que todos sabemos un poco y, en un tiempo de crisis como el que vivimos, cuando miramos el horizonte, cada vez lo vemos más oscuro y hasta borroso.

            En definitiva, creo que ha ocurrido una cosa: llevamos ya un tiempo en el que nos echamos en brazos del dios dinero; él prometía darnos todo lo que soñáramos y, en esa nube nos instalamos un tiempo, sin darnos cuenta que la nube no tiene en qué sostenerse y, cuando nos tenía completamente en sus manos, de repente nos despertó y nos dimos cuenta que todo fue un sueño. Hay mucha gente que aún quiere seguir durmiendo y no quiere aceptar que no era real, pero ya no hay camas dónde echarse y dormirse en los laureles.

            Yo recuerdo que hace 20 años, en una reunión en la universidad, un joven decía que “habíamos logrado lo máximo que puede llegar a soñar la especie humana: a tener un sistema que te da todo lo que te apetezca sin tener que preocuparte. Los ideales, las inquietudes… son problema de cada uno y, lo que tiene que hacer, es que no salpiquen a los demás”

            Es exactamente la tentación que nos narra S. Mateo  (Mt. 4,3-4) a la que Jesús contestó tajantemente: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”: es la tentación de reducirlo todo al placer y la comodidad, achatando todas las perspectivas del ser humano. Y esto es lo que han hecho con la sociedad, volviendo la cabeza ante la realidad que existe a nuestro lado.

            Parece que a esta sociedad acomodada del primer mundo, le quitaron el mapa o el GPS y ha perdido los puntos de orientación y, no le quedará más remedio que volver a reorientarse.

            Y en esa vuelta, tiene de nuevo varias propuestas que luchan por imponerse, para llevarnos de nuevo a la “nube”: (lo que ocurre es que ahora no sabemos qué signo va a tener la nube)
 

Propuesta A

                        -Hoy se está atentando contra una de las expresiones sagradas del hombre: el trabajo, al que se le está queriendo quitar toda la dignidad que tiene, presentándolo como una moneda devaluada.

                        -Otro objetivo es el deterioro moral, espiritual y antropológico de la persona; se la está queriendo reducir a ser una máquina que consume y produce placer; el instrumento más inmediato y fácil que tiene es el cuerpo, el cual solo interesa, si es que puede producir o consumir ese placer, de ahí que el objetivo fundamental que hay que desarrollar es el CUERPO, con sus sentidos y el desprecio por la vida, sobre todo la espiritual.

                        -Quitar todo sentido de transcendencia y cerrarse en lo inmediato y material: un materialismo absoluto.

            Con lo cual, se da por desmoronado toda la dimensión espiritual y transcendente de la persona y todo queda reducido a un intercambio de intereses materiales.

 

Propuesta B

            Ponerte al servicio del poder, arrodillándote ante él y sometiéndote a todos sus dictámenes, con lo que renuncias solemnemente a tu libertad y te entregas con cuerpo y alma a los intereses del partido, aun a costa de negar lo evidente y atropellar la verdad, la persona, el orden, la moral y todo lo que pueda obstaculizar la posesión del poder, que se convierte en el único objetivo.

 

Propuesta C

            Es la propuesta del evangelio: hay una realidad que nos grita y nos provoca: esa que hemos dibujado al principio: una realidad que está perdida y busca un GPS para dejar de dar vueltas y salir del atolladero.

            En medio de esa situación, se vuelven a escuchar las palabras de Jesús: en un momento hablaba con los discípulos y les dice: “A donde voy yo, sabéis ya el camino” Tomás le contesta: Señor, si no sabemos dónde vas, ¿cómo vamos a saber el camino? Jesús le responde: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”.

            Jesús se convierte en el verdadero GPS que conduce a la humanidad: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida (Jn. 8,12.  Cf. Is. 35,8; Sal. 23)

            Quien se mete en ese camino y sigue esa dirección, se convierte también en guía, por eso les dice: “Vosotros sois la luz del mundo… brille así vuestra luz delante de los hombres para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en el cielo” (Mt. 5,14-16)

            La iglesia no tiene otro sentido de existir que éste: ser luz para la humanidad, ser guía hacia el Reino de Dios y hacerlo presente, tal como hizo Cristo; esta es la MISIÓN que recibió la iglesia y que Cristo le dejó como tarea: caminar con la humanidad indicando siempre el camino, siendo luz, como quien se siente con el GPS o el mapa en la mano.

            La MISIÓN de la iglesia no es una ideología, ni un sentimiento religioso, reducido a una actividad interior, sin incidencia en la realidad externa, que se da solo en el campo de la conciencia -como están queriendo convencernos- hasta el punto que todo aquello que concierne a la realidad del reino, como es LA VERDAD, LA JUSTICIA, LA LIBERTAD, LA PAZ, LA VIDA, LA DIGNIDAD DE LA PERSONA… han llegado a convencernos que eso son asuntos políticos y no hay que tocarlos, ni la iglesia tiene nada que decir sobre eso, con lo que, al convencernos de esto, nos han callado y nos han escondido la luz debajo del celemín… nos han robado el GPS.

            Ser signos e instrumentos del reino, implica el comprometerse, con una misión que tiene un carácter público, que tiene que verse y que se traduce en acciones concretas y en actitudes que se personalizan.

            La MISIÓN de la iglesia es la respuesta a las palabras de Jesús: “Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros en la plena luz; lo que oís al oído, proclamadlo desde la terraza” (Mt.10,27)

            Es decir: es inconcebible que los cristianos se arrinconen, se callen, se asusten, se avergüencen… eso es renunciar a nuestro ser de cristianos; el mensaje que Cristo nos trajo no es para que nos lo guardemos, sino para que lo llevemos a todas partes.

            El mensaje que tenemos es salvación para el mundo, pues supone el respeto a la persona, el reconocimiento de su dignidad, el respeto a la vida a todos los niveles; el compromiso de hacer de este mundo un anticipo del reino de Dios, creando unas estructuras justas, donde brille   la luz por la claridad de la verdad, en donde la persona sea tenida como un valor absoluto y todo esté en función de la felicidad del hombre.

            Somos poseedores de un gran tesoro y no nos lo podemos guardar; no podemos seguir arrinconados. No podemos seguir sosteniendo algo que se contradice: calculo que este año se han de haber confirmado más de 2000 jóvenes en nuestra provincia y es una gran contradicción el que no se vean por ningún sitio.

            Cristo vino, abrió el camino, indicó la meta, dio las pautas para caminar y nos dejó el encargo de invitar a todos a entrar en el camino. Ni la iglesia, ni los cristianos, podemos renunciar a este encargo; el momento que lo hacemos estamos dejando de ser lo que somos y nuestra presencia se convierte más bien en “sal que se ha vuelto sosa y solo sirve para que se burlen de ella y la pisoteen”