jueves, 2 de octubre de 2014

CARTA ABIERTA A TODOS LOS PADRES


“VAMOS A QUITARNOS LA CARETA”

 
            Llevamos ya tres años caminando por un camino que nos trazamos y en el que quisimos que nuestros niños fueran integrando sus vidas con la fe y en él se encontraran con Jesús.

            No sé si hemos logrado alguna de las dos cosas: 1ª: que los niños hayan visto que sus vidas tienen una orientación y que hay una idea clara de a dónde vamos y que el camino que seguimos nos lleva a algún sitio.

            La 2ª idea o meta que pretendíamos era que, en ese camino se encontraran con Jesús y sintieran que no están solos, sino que tienen una familia que se llama iglesia en la que  viven, comparten y celebran.

            Durante estos años hemos cogido un pilar básico sobre el que nos hemos movido: LA FAMILIA, porque entendemos que ella es la escuela donde se viven y se aprenden los grandes valores del Reino de Dios: el amor, la justicia, la verdad, la paz, la solidaridad, el respeto, la libertad…

            Además, entendemos que es en la FAMILIA donde se aprende a vivir de forma práctica el amor, la solidaridad, la vida en comunidad…

            Partiendo de esta base que es primaria, entendemos que es posible hablarle al niño y que puede entender lo que le decimos cuando hablamos de la iglesia como familia de los hijos de Dios.

            En ese camino, y teniendo siempre como referente la FAMILIA, le hemos venido presentando al niño la persona de Jesús, perteneciente a una familia natural y a otra más amplia, que era el antiguo pueblo de Israel.

            Ya el año pasado: curso 3º, intentamos enfrentarlo a la persona de Jesús para que se acercara a Él y lo conociera como el amigo que le brinda su amistad.

            Este año pretendemos que responda el niño a Jesús que le dice: “Ven y verás”: pretendemos que el niño viva y no solo que “aprenda” conceptos sobre Jesús; queremos que se integre en la familia cristiana, que viva y experimente, de modo que pueda decidir en su medida si se queda con Jesús o es algo que no le interesa.

            Pero para que todo esto se dé, es necesaria la colaboración de sus padres y de la comunidad: tenemos que hacer que el niño se sienta miembro vivo y activo de la gran familia cristiana.

            Lógicamente, si los padres no están en esta onda, sus intereses andan por otro lado, todo esto que estamos haciendo lo consideran una pérdida de tiempo y un rollo que se han inventado los curas para fastidiar y, por tanto, no piensan colaborar en nada, porque lo único que les interesa es que el niño salga cuanto antes de este compromiso social…

            Yo, en ese caso, les aconsejo que no den un paso más adelante, no obliguen al niño a hacer algo que no ve, y que ustedes tampoco aceptan; algo que no entiende, no quiere y, por eso, va a terminar odiando la catequesis, al catequista, al cura y a todo lo que le suene a iglesia y a Dios porque ha sido la especie de castigo que le han impuesto para poder conseguir unos regalos...

            En ese caso, inventemos otra cosa, no metamos a Dios en medio de todo esto, ya ven que la “progresía” está vaciando de contenido muchas fiestas cristianas y ha logrado también vaciar ésta y las está llenando de su contenido; así vemos que, la Semana Santa en que los cristianos celebramos la Pascua, ellos celebran la fiesta del nacimiento de la primavera, y la Navidad también la llaman la fiesta del solsticio de invierno.

            Pues bien, si alguien no cree en esto que hacemos, no abuse de los niños y monte una celebración distinta, sin signos  cristianos y no cometa una falta de respeto a los que creemos en estas cosas.

            En coherencia con todo esto que llevamos dicho, y apoyándome en lo que vengo viviendo de niños que vienen a desgana y de padres que pasan olímpicamente del tema y no asoman por aquí y, menos aun por las celebraciones de la parroquia; de niños que no les interesa el tema y no ponen los pies en la iglesia para nada; de niños que faltan constantemente a la catequesis y luego sus padres exigen que se les pase de curso, de padres que protestan porque se le obliga  su hijo a que aprenda el padrenuestro, de padres que utilizan a sus hijos para vengarse del cónyuge… al ver esto, a uno le entran ganas de todo.

Al fin y al cabo, la catequesis no es más que una ayuda que la iglesia le ofrece con todo el cariño a esos padres para que puedan cumplir con la promesa solemne que hicieron cuando se casaron de educar cristianamente a sus hijos, es un regalo que se les hace y que desprecian y minusvaloran hasta el punto de ponerlo muy por detrás de cualquier actividad extraescolar.

Ante esta situación, creo que en pura lógica habría que plantearse: ¿Es justo obligar a un niño a que realicen algo que le fastidia para obtener unos regalos? ¿Es justo despreciar todo el cariño, la ilusión el esfuerzo, la dedicación, el tiempo… y hasta el dinero que en muchos casos le cuesta al catequista para entregarlo a unos niños que no van a valorar nada, ya que sus padres creen que esto es algo sin valor alguno?

            Podríamos seguir haciéndonos preguntas que, si intentas darles una respuesta desde el punto de vista humano, es mejor dejar a un lado las conclusiones.

            Como he dicho antes, para estos que no les interesa el tema, que consideran que es algo sin valor y que no piensan tomárselo en serio, creo que va siendo hora de que digamos  ¡basta ya!  al rollo que tenemos montado y seamos valientes pensando que los niños tienen un derecho sagrado a que no se les engañe, a que se les den unas pautas  de vida serias y seguras de tal manera que sepan que esto que están haciendo es algo muy serio y sagrado, con lo que no se puede jugar (por falta de esta consideración se dan cosas tremendamente desagradables, tristes y lamentables)

            Por todo esto yo propongo que aquellos que, de verdad, quieren caminar, nos propongamos un plan de vida, de trabajo, de acompañamiento a los niños y hacer con ellos una celebración de la vida.

            Los que no creen en esto,  ni les interesa lo que ofrecemos, ni están dispuestos a seguirlo, ni van a continuar… yo les invitaría a que planteen otro tipo de fiesta, de hecho estamos viendo cómo ya celebran hasta “bautizos laicos”, pues bien, partiendo del derecho y la obligación que tenemos a ser respetuosos con la conciencia de todo el mundo, dejemos a un lado la religión, la fe, la iglesia… y celebremos otra cosa, que no tenga que ver nada con eso y dejemos la puerta abierta para que si un día el niño, junto con sus padres, ven las cosas de otra manera más clara y coherente y, se sientan en consonancia con la iglesia y con la fe en Jesús,  tomen la decisión y se adhieran a ella.

            Yo sé que lo que estoy planteando es algo muy fuerte, disonante, políticamente incorrecto y contrario a todo lo que hay montado y que algunos sentirán hasta ganas de acusarme al obispo, le confieso que  soy consciente de lo que digo y no me retracto ni de una sola palabra escrita. No estoy haciendo otra cosa que ponerle voz a lo que siento y pienso que, estoy seguro que también lo piensa mucha gente y no se atreve a decirlo en voz alta, porque esto, -como he dicho antes- hoy es políticamente incorrecto, pues además, iría en contra de muchos intereses económicos de mucha gente.

            Por tanto, para que no se quede en una idea abstracta, propongo algunas ideas prácticas:

            -Ya sé que la “progresía” actual es muy “anti-americana”, pero me da risa ver cómo han ido asumiendo con tanta facilidad y alegría todo lo americano: han hecho desaparecer la figura del Portal de Belén, de los Reyes Magos y lo han sustituido por Santa Claus, el árbol, el papá Noel… pero eso de Jesucristo es “carca” y “trasnochado”… ¡Mira qué bien!!

            -El progresismo actual también sostiene como algo represivo todo lo referente a Jesucristo, como es su imagen en la cruz que es el máximo signo de libertad, sus fiestas como son la Navidad o la Pascua… Esto suena a atropellos culturales que la iglesia ha venido haciendo y hay que volver a la cultura ancestral: estas fiestas se están cambiando por el principio del solsticio de invierno o por el nacimiento de la primavera y hay que celebrarlo con buenos botellones al estilo de las bacanales antiguas del dios Baco.

            -La fiesta de todos los santos que en la iglesia tiene unas raíces profundas, hay que hacerla desaparecer y se ha introducido la noche de las brujas de “Halloween” en donde ha desaparecido por completo cualquier sentido religioso…  ¡y todos lo vemos tan bien!

            Por qué no continuamos imitando a los americanos y  celebramos, como ya se está haciendo, por ejemplo la salida del “Kínder Garden”, del bachiller, de la universidad… y lo hacemos también poniendo la salida de la “infancia” a los 10 años y entrada en la “adolescencia” o la salida de la “adolescencia” a los 15 años y entrada en la ”juventud” como también se hace en América?

            Pensándolo despacio y con seriedad, también pueden ser momentos muy interesantes en la vida de la persona y, si unos padres tienen sentido religioso, podrían unirse a su hijo, ir juntos a la iglesia y darle gracias a Dios de que su hijo haya superado estas etapas de su vida y pedirle que le siga dando fuerzas y le acompañe, para que  pueda ir superando lo que le espera en su crecimiento.

Lo que es un error, un atropello y una falta de respeto, es el que obliguemos a un niño a que celebre solemnemente su retirada de la iglesia, de Dios y de todo signo religioso, como de hecho está ocurriendo, en una gran mayoría de niños: el primer acto solemne que realizan delante de la comunidad es para hacer una farsa lamentable y no volver por la iglesia.

            Lógicamente, vuelvo a repetir: todo esto que estoy diciendo es para aquellos que el tema no les va, no les interesa, no lo creen, no lo valoran y sostienen que es una pérdida de tiempo y una estupidez todo esto…

Ante esto que, aunque no se diga, se está haciendo,  no me queda más remedio que preguntar que por qué, entonces, no son lo suficientemente valientes, honrados y decentes y respetan a sus hijos, y a todos aquellos que  creen en Jesucristo, que se sienten miembros de la iglesia y celebran su vida con aquellos que tienen la misma fe, pues éstos, verán que  jamás les contradicen ni se burlan de sus ideas ni de sus no creencias, sino que, por el contrario, les respetan: pero aquí, parece que hablar claro es de intolerantes, si es que no se hace en una única dirección: atacar a la iglesia.

Después de todo lo que hemos expuesto, yo quiero plantear este año lo  siguiente: para todos aquellos que vienen acompañando a sus hijos y sienten que este acontecimiento es algo importante para él/a y para toda la familia, propongo que cada familia escoja el momento que es importante tanto para el niño como para la familia: cumple años del niño, el día de su santo, cumple años de la madre o del padre, aniversario de bodas… y si me permiten dar una pista: sería precioso que el niño celebrara el día de su bautismo con su primera comunión.

De esta forma, va a ser un acontecimiento de toda la familia, en el que el niño se va a sentir protagonista y acompañado por su familia, por todos sus compañeros de catequesis, pues ese domingo van a estar todos presentes, va a sentirse acompañado por toda la comunidad, pues se va a celebrar el día domingo en la Eucaristía de la comunidad y no fuera.

Después que el niño ha hecho su primera comunión, continúa su catequesis con los compañeros y acompañando a los demás en su celebración.

Me imagino que va a haber gente que considere esto una locura; no pienso discutir con nadie, simplemente invito a celebrar con verdadero sentido el acontecimiento por excelencia de la niñez, como es   el incorporarse a la mesa Eucarística de la comunidad.

Para los que no quieran hacerlo así, tendrán los tres sábados primeros de mayo a las 12 de la mañana y el último  domingo a la 1 de la tarde.

 

 

 

viernes, 20 de junio de 2014

¡¡¡HASTA PRONTO, AMIGO!!! Melitón Bruque


 17-06-14

No te digo adiós, sino hasta luego, pues sé que no te has ido, te quedas con nosotros, pero ahora con mucha más fuerza, ya libre de tu dolor.

Tu figura se agranda hoy y, ahora que te pienso, la veo que es poliédrica,  como uno de esos diamantes gigantes que por cualquier cara que lo mires desprende la luz.

Para todos nosotros eres D. PEDRO; te ganaste el título sin que te hayamos sentido distante, ni por encima de nadie; en ti no había barreras.

“Mi padrecito lindo” a lo que con sonrisa de ternura siempre me respondías: ”¡Mi hijo  mayor!” pero en definitiva, todos te sentimos como nuestro HERMANO MAYOR, como padre, maestro, compañero de camino… Cualquiera de estos calificativos te lo podríamos acoplar y te lucirían espléndidamente, como un traje hecho a tu medida, porque todos los probaste y con todos te vestiste.

Hoy te vas, después de haber enfrentado la prueba final como lo hacen los grandes, pero no te decimos adiós, sino hasta luego, pues tú no has muerto, porque tu labor, tu enseñanza, tu sencillez, tu ternura, tu firmeza y tu recuerdo quedan en todos nuestros corazones.

Tu paso por la tierra ha sido como el agua fina de lluvia que ha ido calando suave y regando momentos difíciles de la historia: te tocó derribar, limpiar, plantar y cultivar en aquellos tiempos recios del post-concilio que te hicieron sufrir la desconfianza, la desidia de los que se resistían, la crítica desacerbada  y hasta la persecución de los que te consideraron  enemigo, pero tuviste la valentía y la firmeza del padre y pastor, que tiene claro por donde tiene que encaminar a sus hijos y seguiste con fidelidad el mandato de la iglesia, sembrando en el corazón de los que te quisieron escuchar lo que el evangelio estaba pidiendo: un espíritu de comunidad fraterna y, sosteniendo que no es posible vivir, sin tener plena conciencia de lo que se confiesa y se vive.

Has sido un MAESTRO en esta comunidad de Linares y así pasarás a la memoria histórica de cada uno de los linarenses; así te recordará SAFA de toda Andalucía, tu parroquia de S. José o de Villargordo.

Te hemos percibido como el HERMANO cercano y sencillo, siempre atento y respetuoso, como el que pasa de puntillas, pero de una fidelidad y lealtad inquebrantables a la verdad.

No eres el tipo con doblez que no se sabe nunca por donde va, sino que siempre te vimos caminando de frente; todos sabíamos dónde estabas y dónde te podíamos encontrar, menos aquellos que quisieron manipularte y  cada vez te calificaron de un color o te fueron ubicando donde les parecía; fuiste un hombre de una definición clara, como tu “Maestro” Jesús: de frente siempre a la verdad, a la justicia y a la fraternidad.

Así te encontramos, así te conocimos y así te vimos caminar por la vida, en el CAMINO del reino.

Ahora tu figura se agiganta a medida que se te mira, pues has sido capaz de mantenerte hasta el final, que es lo grande e importante y te has ido dejando pulir por la vida. Tu rostro  ha sido una expresión de la sonrisa de Dios.

¡¡Gracias por tu vida, gastada hasta consumirse por la causa de Jesús!!

¡¡Gracias por tu fidelidad a la amistad, pues en ti Hemos podido descubrir  la amistad de Dios con toda la gente que has encontrado en tu camino!!.

¡¡Qué alegría has de haber experimentado esta mañana al escuchar la bienvenida de Jesús que te esperaba, a quien tantas veces has repetido sus palabras: “Ven, bendito de mi Padre, porque cuando te necesité, siempre te encontré a mi lado”.

¡¡No te olvides de nosotros!!

martes, 3 de junio de 2014

SI NO LO VEO NO LO CREO


Si no le veo no lo creo y, aun así, me cuesta creer lo que estoy viendo: estoy sentado  escribiendo la reflexión que semanalmente hago  en mi blog y ahí en la calle, a un metro y medio de distancia de donde yo estoy sentado, existe un banco en el que con frecuencia llega la gente y se sienta unos para descansar, otros  para charlar y otros, como lo que se está dando en este momento: protagonizar una escena de esas que te quedas completamente fuera de juego, pues no entiendo absolutamente nada:

            Ha llegado una chica joven llorando desconsolada y se la veía con un sufrimiento profundo. Lloraba implorando a Dios: “Señor, ¿Por qué tengo yo que aguantar este dolor y este atropello?  ¡¡Ya no puedo más!!    ¡¡¡Yo me quiero morir!!!... y llora amargamente casi a gritos.

La estoy observando y estaba decidido a salir por si puedo echarle una mano, pues  tenía la sensación de que es algo grave lo que le ocurre.

He decidido esperar un poco a ver  si por sus expresiones  intuía algo de lo que le ocurría, cuando de pronto, ha llegado una chica amiga con otros dos varones jóvenes. La chica se ha sentado a su lado y la ha abrazado  y al sentirse  protegida, ha soltado la retahíla desahogándose:  “Ya no puedo más, éste es un sinvergüenza que me está matando, a cada momento me abofetea, cada día me da una paliza… mira cómo me tiene - y le ha enseñado el pecho lleno de moretones y los brazos- ahora me ha pegado y me exige que le dé dinero cagándose en mis muertos y ofendiendo a mi madre… ¿Por qué tengo yo que sufrir todo esto, después de haber abandonado a mi marido, de haber tenido que despedir a mi hija que se ha tenido que ir de la casa porque no la dejaba tranquila y después de haberme hecho abortar…  me sigue tratando así, ¡Dios mío! ¿Qué quiere este hombre…? “

            El tipo responde desde el capot del coche en el que está sentado:

- “Es que soy un hombre y mi mujer tiene que hacer lo que yo mando”

–Responde ella-  “Pero si te tengo preparada la comida y la ropa y me tienes siempre dispuesta… ¿Qué más quieres? ¿Acaso tu mama te tiene así? Anda, vete con ella, ¡¡No quiero verte más, desaparece de mi vista, te lo pido delante de Dios que  está en esta iglesia, desaparece…!!

            El tipo se viene hacia ella, la coge, la abraza, la besa y ella se deshace entre sus brazos. Los otros dos se ha retirado riendo y ellos dos los tengo ahí delante que solo les  falta desnudarse y terminar la ceremonia ahí en lo alto del banco de la calle.

            Al final han terminado felices, llevándosela él subida sobre sus espaldas (acuestas) y ella feliz y dando carcajadas.

            Confieso que no entiendo nada: si es verdad todo lo que estoy viendo y oyendo que ella ha contado a su amiga y que ha gritado a voces, de modo que lo hemos  podido escuchar todos los vecinos. ¿Cómo es posible que esa situación haya terminado en fiesta?  ¿Cómo es posible que una mujer se desvanezca y tenga tan poca personalidad que se deje en manos de un auténtico sicópata por el simple hecho de que la utilice sexualmente?  Aun viéndolo y oyéndolo, me cuesta tremendamente creerlo.

sábado, 10 de mayo de 2014

VIVIR EN EL MUNDO VIRTUAL (Melitón Bruque García)


Tengo el último Smartphone, es genial, con él  tengo infinitas posibilidades…  En mi lista de contactos tengo  más de 500, pero solo conozco personalmente a dos, todos los días nos decimos algo aunque no nos conozcamos… Bueno, no es que me haga mucha ilusión conocer a ninguno, pero es “guay” el tener todos estos amigos, aunque… no sé si llamarles amigos, ¡Es lo mismo!, pero sí, en realidad estoy solo, me siento muy solo, pues no tengo amigos y no me relaciono con casi nadie.

            Sí, oigo por ahí que nos dicen que nos estamos incapacitando para relacionarnos, y cuando lo pienso despacio veo que es verdad, yo me aburro con las personas, las encuentro estúpidas; esto debe ser grave, pero cada vez me siento más a gusto con mi “Smart” y con mis juegos, siento que lo tengo todo lo que deseo y puedo organizar mi vida y mi tiempo como yo quiero sin tener que pedir explicación a nadie.

            Claro que, pensándolo despacio me doy cuenta que toda mi vida está pendiente de una pantalla y no miro nada de lo que existe a mi alrededor, con lo cual, eso que llaman “red social” es un cuento, pues cada vez estoy más aislado de la sociedad.

            Estoy deseando volver a casa y encerrarme en mi habitación; eso le encanta incluso a mis padres, pues ven que no ando por ahí y de esa manera están seguros y tranquilos, pero yo, cuando me encierro en mi habitación no quisiera salir ni para comer, pues abro mi gran ventana que es el ordenador y por ella me escapo al mundo que me gusta, donde no hay barreras ni límites, tengo todas las puertas abiertas, soy el más grande y dispongo lo que quiero…

            Solamente me doy cuenta que vivo en mundo real el momento en que mamá me avisa que la comida está preparada, pues tengo que comer, aunque yo seguiría en mi mundo de ilusión, pues lo que aquí en la realidad me encuentro es despreciable: en la mesa solo se habla del paro, de la crisis, de los grandes robos, de la falta de dinero para vivir… a mí me cansa todo eso, me aburre, no quiero escucharlo y estoy deseando terminar el plato para escaparme de nuevo a mi mundo…  Pero claro, ahora que lo pienso despacio, lo real es lo que me he dejado en la mesa, en la calle y no lo que veo por esta ventana de mi ordenador, pues necesito comer, vestir… y eso no me lo da este teclado ni la pantalla de mi teléfono. Pero yo controlo todos estos aparatos y cuando algo no me gusta lo apago o lo cambio y se acabó; toda esta tecnología son mis únicos amigos, yo me siento feliz y seguro con ellos, los amo, son mi mejor compañía, con todos estos aparatos me siento el mejor, el más grande, pues soy yo el que domina… pero todo esto es frio, de plástico. Nada de esto me ama.

            Y, pensándolo despacio, me doy cuenta que vivo en una ilusión, pues yo me siento el que controla todo, el que domina… pero en realidad el dominado soy yo, pues cuando lo pienso, veo que sin todo esto yo no sabría vivir y lo único que esto me hace es encerrarme en mi y hacerme sentirme bien conmigo mismo, con mis gustos, con mis intereses, con mi imagen… pero no soy más que un ser que vive en si para sí y consigo mismo… pero yo no sé si le intereso a nadie, si le gusto a nadie, si alguien se siente feliz a mi lado… aunque esto me engaña diciéndome que no tengo por qué gustar  a nadie, es suficiente con que yo me sienta a gusto conmigo mismo.

            Yo comparto con mis “amigos” virtuales, lo mismo que lo hago con el protagonista de los juegos: son seres sin imagen, que nos los veo ni sé lo que producen en ellos las letras que tecleo, no sé si me leen ni si me desprecian cuando me cortan la comunicación; puedo decirles lo que quiera sin miedo a que el teclado  me dé una bofetada… ¡¡No nos conocemos!! Ni nos interesamos, ni sé, ni me importa si está ahí, escuchándome y palpitando con mi alegría o mi dolor. No siento el calor de su cercanía, solo tengo un “aparato” de plástico negro o de colores, es igual, pero no cambia de color ni de calor por mucho que nos tecleemos.

            Puedo mentir, exagerar, cambiar la realidad, pintarla como yo quiera, mostrarme como más me guste…  incluso hasta cambiarme de sexo con quien me convenga mantener una relación distinta…  para comprobar sensaciones diferentes, claro que, puede ocurrir que lo mismo estén haciendo conmigo… Todo esto, lo siento muy lejos de mí, no me llega, pues yo estoy encerrado en mi habitación y cada vez me hace más suspicaz y desconfiado  de todo lo que existe al otro lado de esa puerta. Aunque no quiera admitirlo, soy un ser socialmente solitario, estoy rompiendo lo más hermoso que tengo: mi capacidad de expresarme, de relacionarme, de amar y sentirme amado.

            No, el mundo no es el que yo tengo ahí dentro de mi habitación, todo perfectamente controlado y ordenado a mi gusto… el mundo está vivo, abierto a la relación, a lo inesperado, a la sorpresa, a la alegría, a la tristeza, al ruido, a la luz del sol, al cambio de las estaciones, al viento, a la lluvia… a la vida. El mundo no es un teclado ni el horizonte una pantalla.

            Le doy gracias a Dios de que alguien me hiciera caer en la cuenta de todo esto, fue mi madre que me llevó  a la fuerza a ver a mi abuela que se encontraba hospitalizada y cuando entré a la habitación y la vi con muchos tubos enchufados por todas partes, me dio miedo, no quería mirarla y me Salí de la habitación sin ser capaz de besarla. Yo no podía soportar ese mundo que te hace depender de todos esos tubos y no te posibilita comunicarte con la gente.

            Cuando llegué a casa, mi madre me regañó y me dijo que me había portado muy mal… después de la reprimenda, ya más tranquilos le contesté a mi madre que para estar así, yo prefería estar muerto, es más, si es que a mí me ocurriera algo y llegara a ese estado, le dije a mi madre que me quitaran todos los tubos y me dejaran morir.

            Mi madre aceptó la propuesta y me contestó:  -“Perfecto, desde este momento voy a cortar el contrato de internet y voy a retirar todos los cables o tubos, como tú le llamas, al wifi, al ordenador,; voy a retirar todos los cables para cargar los teléfonos, la Tablet, el Smartphone, la Wy, los del equipo de música, los de la televisión… no va a quedar ni un solo cable de nada en la casa… a ver si es posible que tú seas capaz de relacionarte y hablar con la gente y saber qué es lo que tú eres capaz de hacer en la vida… porque, hasta ahora, estás bastante peor que la abuelita…”

            Cuando volví a “mi mundo” y me senté delante del ordenador, antes de conectarlo, me detuve a pensar en todo lo que me dijo mi madre y, efectivamente, llevaba razón: si me quita todos esos “tubos” que decía, yo no soy nadie, ¿qué hago?, ¿A dónde voy? ¿Con quién me relaciono? ¿Qué digo? ¿Cómo me distraigo?... si no sé hacer otra cosa más que teclear  y todo mi mundo se reduce a una pantalla y el resto me parece una estupidez, es decir, estoy agonizando.

            En ese momento respiré hondo, levanté mis manos del teclado, automáticamente se me fueron en busca del teléfono, necesitaba llorar, pero no había nadie que me escuchara, necesitaba decir que quería salir de aquel agujero, pero los nombres que tenía en mis contactos  permanecían mudos; no tenía nada más que aparatos de plástico a mi alrededor, lleno todo de cables…

            Por primera vez en mi vida tomaba una decisión de no ser yo quien “dominara” el mundo  y dejarme interrogar por él: salí de casa, me dejé el teléfono, ¡qué horror! Me costaba trabajo hasta andar sin el teléfono, no era posible salir así, con esa inseguridad…Me fui con lo puesto a respirar el aire, a escuchar el ruido de los coches por la calle, los gritos de los niños en el parque, el ruido de la gente que va hablando, el chirrido del tren cuando para  en el metro y ver la cantidad de gente que va por la calle.

            Todo eso que vi aquella mañana no está en el menú de mi teléfono ni en mi ordenador, nada de eso lo puedo yo controlar, pero me siento impotente para enfrentarme a ese mundo.

En ese momento sentí la soledad más brutal que nadie pueda imaginar; sentí que debo ser un ser aburrido, inútil, pues no valgo para vivir en este mundo real, soy un ser solitario, un extraterrestre…

            Pero pude observar otras personas que, como yo, vivían enganchadas en los mismos “tubos”: iban por la calle, con sus ojos clavados en la pantalla del teléfono, hablando solos y  a voces por la calle que parecían locos, o en grupos, pero distantes unos de otros, pues cada uno iba colgado de su teléfono hablando con su “amigo” o tecleando en el whatsap,  pero sin ser capaces de percibir el calor, la alegría, la amistad, la cercanía del que va a su lado.

            Vi que la gente va por la calle y parecen zombis y me decidí salirme de ese mundo: le dije a mi madre que si quería, me quitara todos los “tubos”, que yo quería vivir, encontrarme con la gente y empecé a tener  nuevas sensaciones, nuevas alegrías mucho más profundas y entrañables: empecé a estremecerme al mirar a la gente y contemplar el brillo y la luz de sus ojos; yo no había visto eso jamás.

            Le pregunté a mi padre y le pedí que me contara cómo había sido su infancia y lo dejé que me hablara:

- “Cuando yo era niño, no había nada de esto que tú tienes, ni se nos ocurría soñarlo. Cuando salíamos de la escuela, la pandilla de amigos no íbamos a jugar toda la tarde y volvíamos a casa ya tarde; no necesitábamos que nos acompañaran a la escuela nuestros padres y cuando faltábamos a la escuela, nuestro padre y nuestra madre nos arrancaban las orejas y jamás se nos ocurría decirle a nuestros padres que el maestro nos había regañado, pues  nos caía otra peor.

            Teníamos una bici y con ella recorríamos todos los caminos y nos íbamos por el campo a buscar frutas y nidos; mis zapatillas de tenis las tenía hechas polvo y manchadas de grasa; con los amigos nos construíamos casas en lo alto de los árboles y jugábamos a  la guerra entre los barrios del pueblo, teníamos nuestros verdaderos líderes…

            Hoy ha cambiado todo: los niños van muy limpios, diría que esterilizados, ya no se ve un niño por un camino ni por las calles, todos van muy seguros y acompañados de sus padres o de sus abuelos, a un niño no se le puede dejar que llore o que sufra algún revés; los columpios de los parques están quietos y oxidados… da una sensación de encontrarnos en un mundo de robots, pues los mismos niños viven ciegos ensimismados con sus videojuegos y no son capaces de estar tranquilos un momento con la gente si no están ocupados en  algo.

            No sabes lo que te estás perdiendo, hijo mío: yo, cuando tenía 18 años, a tu edad, conocí a tu madre, nos encontramos en una esquina, nos sonreímos y, sentí que en mi corazón y en mi vida había eclosionado algo completamente nuevo; no la llamé por teléfono, sino que, instintivamente volvimos a encontrarnos en la misma esquina, nos saludamos, nos miramos de nuevo y vi una luz en sus ojos más hermosa que la del sol, me llenó como no puedes imaginar; un día nos atrevimos a darnos la mano y fue el mayor de los acontecimientos de mi vida, no dejé de soñar, la veía en todas partes, la sentía como el gran proyecto de mi vida, por ella encontré un nuevo motivo para seguir estudiando, para trabajar y para vivir y me sentí un hombre feliz, útil y con ilusión para abrirme a la vida.

            Un día, yo había cumplido los 20 años y ella los 19, cuando fui a felicitarla nos besamos por primera vez y aquello fue como la firma del gran pacto de nuestras vidas; desde entonces no ha habido otro ser en mi vida más que ella que la ha llenado por entero de alegría, de felicidad y de sentido para mi existencia… Nada de todo esto hubiera ocurrido si yo hubiera vivido pendiente y colgado de unos cables, de unos teclados y de una pantalla. Todo esto me lo hubiera perdido si hubiera vivido  ensimismado, como tú vives, con el whatsap.

            Nos casamos y viniste tú como el mayor de los regalos y como el mayor acontecimiento de nuestra vida, no sabíamos cómo hacer para que te sintieras de lo  mejor, queríamos que fueras el hombre más feliz del mundo… pero nos equivocamos, pues te robamos la infancia, la niñez… quisimos que estuvieras a la altura de lo que manda la moda y no te dejamos ser niño, te atiborramos de cosas, de clases… queríamos que estuvieras a la altura de las circunstancias…  le temimos a la vida y te aislamos; quisimos que te sintieras bien y te encerramos en tu mundo virtual… Hijo mío, quiero pedirte perdón por nuestra equivocación. Seguimos queriendo lo mejor para ti, por eso hoy te pedimos que levantes los ojos de esas pantallas, mires la vida, retira tus manos de esos teclados y utilízalas para algo más hermoso y grande que teclear; acaricia con ellas, trabaja, construye cosas con las que puedas disfrutar tú y los demás, abraza a la gente, a los niños, déjate abrazar y sentir el calor del amor…  No mires más a ese teléfono, apaga tus pantallas  y déjate tocar por la vida recorriendo el camino que ella te presenta.”

           

           

jueves, 8 de mayo de 2014

BUROCRACIA TERCERMUNDISTA -Meliton Bruque Garcia-


Esta mañana es noticia en todos los medios de comunicación el desahogo de nuestros representantes en Europa que se han sincerado manifestando sus grandes “devociones” y nos  igualan, con más o menos fuerza, y les dan el mismo “peso” en sus vidas: al  Che Guevara-Jesucristo-Felipe González. Lo menos que se me ocurre pensar es si se habrán leído, como mínimo, la historia de cada uno.

            Con esta confesión y con otras que vienen manifestando espontáneamente estos días, ya nos tienen al tanto de la calidad de personas y de las miras sociales que se tienen y, por supuesto, los grandes ideales con los que se presentan y quieren representar al  pueblo español en Europa.

            ¡Qué pena, Dios mío! ¡¡Que hayamos llegado tan bajo!!  ¡Y que no tengamos capacidad para poner a la cabeza de un pueblo para que lo dirija, a gente con dignidad, con ideas, con valores morales, humanos, con ética, …!  ¡Y que la gente se emocione y aúpe a personas cuya única idea es sostener que la libertad de la mujer está en poder abortar y hacer con su cuerpo lo que quiera; que sus grandes ideales sean quitar la moral y los valores humanos y espirituales de la educación; que su único objetivo sea barrer a la iglesia del escenario social y aniquilar a la “derecha”...!

¿Se puede sostener a un personaje que aspira a ser el representante de un país con estos ideales y con estas propuestas?

¿A dónde pensamos que se puede llegar así?

¿Qué es lo que quieren hacer de España?

La respuesta la estoy viendo sobre el terreno: Acabo de volver de la Delegación de Hacienda, pues me llaman la atención porque he dejado de pagar una deuda que no era mía, sino del constructor que cometió un fraude y Hacienda le embargó su deuda…. Entonces, yo he venido pagando a Hacienda hasta saldar la deuda que tenía con este señor, cosa que ya concluí hace unos meses; pero esos “empleados”, en lugar de mirar y ver cómo están los pagos, me reclaman que no siga pagando, entonces vuelvo a aclararles cómo está la situación y me encuentro con este panorama

He llegado a la Delegación, estaban todas las mesas vacías, las mujeres que había en cada una de ellas estaban charlando todas  amigablemente. Eran las 9´45 de la mañana; NO HABÍA NADIE.

El empleado que me ha atendido me dice que si no tengo cita previa no me pueden atender y me da un papel, incluso con mal talante, donde se indica una dirección electrónica donde debo hacer las preguntas que tenga, para que desde ahí me digan lo que tengo que hacer…y me ha mandado con viento fresco.

Todos parados, pero “no me pueden atender porque no tengo cita previa”.

¡¡Sí señor!!

Y dan por supuesto que yo debo tener internet, teléfono y no sé cuántas cosas más… O sea, que si no tengo nada de esto, no soy ni persona. No puedo evitar el que me aborden un montón de preguntas: señores/as, institución, entonces…

¿Qué hacen ustedes ahí si derivan la resolución de los problemas a otro sitio vía internet?

¿Para qué les pagamos, para que me den un papel con una dirección?

¿Quién es el que les paga, a ustedes, a quién sirven ustedes?

¿A esto le llaman orden, efectividad, progreso, resolución, trabajo ordenado y efectivo…?

¿Esta es la nueva sociedad que queremos imponer, en la que vuelvan loca a una persona que quiere pagar el recibo del agua o de la luz?

Esta forma de hacer y de organizar las cosas, este montaje burocrático, tengo un referente: el tercer mundo, donde vas a una tienda a comprar un lápiz y el primer paso que has de dar es  pasar por una ventanilla donde tienes que pagar, eso es lo primero; ahí te dan un tique que tienes que entregar en otra ventanilla, desde la que dan la orden a otra que, a su vez, ordena al empleado que va a buscar el lápiz. Cuando lo ha cogido de su sitio, tiene que hacer de nuevo el recorrido al contrario hasta llegar al cliente.

Este mismo esquema se repite en toda la estructura social y, cuando llega a las altas instancias, el recorrido de ventanilla en ventanilla es el mismo, pero con la diferencia de que ahí, como es ya el gobierno, y nadie sabe de quién es nada, las cosas  solo caminan a base de dinero; es ya la corrupción maquillada a base de “compadreo” legal, de forma que quien “tiene padrino se bautiza” –como se suele decir-

Este mismo sistema lo estamos viendo cómo se introduce  entre nosotros cada  vez con más fuerza y claridad; si lo queremos observar, no hay más que darse una vuelta por los centros hospitalarios donde, si quieres que te atiendan, has de entrar por la puerta trasera, a base de pedir favores, de lo contrario, te pueden enviar a la cola  que está a cinco meses de distancia… y lo más triste es que, cada vez lo estamos viendo esto con más naturalidad, de la misma forma que estamos viendo cómo la corrupción está instituida en la cabeza y, como eso se da por supuesto, a medida que va bajando a los pies, cada uno intenta salvar su pellejo como puede y evade impuestos y hace trampas… con lo que aquella mentalidad que se ha venido creando con tanto esfuerzo, de que todos somos responsables de mantener una sociedad, en la que todos debemos ser solidarios para poder mantener unos servicios comunes que nos posibiliten vivir con dignidad, eso se perdió ya hace tiempo y vemos cómo los dirigentes se la han cargado a base de estas formas de robar y salir impunes, sin devolver nadie un céntimo y haciendo que la justicia se ponga del lado del ladrón… todo esto va minando la estructura y hace que “los pies”, no se fíen ya el uno del otro y ni siquiera del zapato que llevan puesto y tengan que poner 5 ventanillas para que un lápiz llegue al cliente, pues de lo contrario, se pierde, no ya en el camino, sino en el mismo puesto donde reposa en la estantería.

Lo que acabo de vivir y experimentar esta mañana solamente lo he visto muchas veces en Ecuador, en Perú, en  el Congo… aquí, solo falta un pequeño detalle para colocarnos a la misma altura: el coger un billete, meterlo debajo de los papeles y toda la máquina empieza a funcionar.

No han de pasar muchos meses para que esto llegue a verse como algo normal. ¡Ah! lo siguiente que no creo tarde mucho tiempo en llegar, es que cada pequeño comerciante que tenga su negocio, entre los sueldos que tenga que pagar, sea el de  un vigilante jurado, armado en la puerta de su negocio.

¿Qué exagero? Es cuestión de preguntar a alguno de los vecinos de la calle  Pintor Rosales o la Avenida de Andalucía a ver qué opina de lo que se está encontrando   estos días cuando se levanta y ve todos los coches hechos polvo sin la más mínima garantía de ser atendido y protegido.

miércoles, 16 de abril de 2014

CONFESAR A CRISTO RESUCITADO

Uno de los grandes problemas que tuvo Jesús para poder hacerse entender fue el que la gente superara la dicotomía que había en sus vidas: Dios-Ley escrita y vida, de forma que entre lo que se siente, se piensa y se vive y lo que luego se practica, no hay conexión alguna.

Cristo viene a integrar al hombre, a estructurarle una coherencia vital, de tal forma que lo que aparece en el exterior es un fiel reflejo del interior que vive en él y, ese interior es una realidad completamente nueva, vivificada por el Espíritu Santo que nos hace llamar y sentir a Dios Padre, por lo tanto nos impulsa a vivir como hijos de Dios.

Esta es la gran realidad de la RESURRECCIÓN que celebramos: somos “hombres nuevos” porque el hombre viejo fue clavado en la cruz con Jesucristo y resucitó el hombre nuevo.

Esto ha ocurrido ya en nosotros con nuestro bautismo, donde fue enterrado el hombre viejo y ha resucitado el hombre nuevo, insertado en la muerte y en la resurrección de Jesús. Esta nueva realidad nos lleva a vivir de una forma completamente nueva, con un sentido completamente nuevo y distinto, con una coherencia total entre lo que sentimos, pensamos, hablamos y vivimos.

Pero tristemente la dicotomía sigue en pie y para muchos cristianos es preferible el antiguo régimen de vivir por un lado su relación con Dios y el mundo espiritual y por otro vivir el mundo espiritual como dos realidades inconexas.

Bástenos el ejemplo que tenemos a diario cuando escuchamos hablar de la necesidad que tiene un cristiano de practicar las obras de misericordia: dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, hospedar al que no tiene casa, visitar al enfermo y al que está en la cárcel… automáticamente hay gente que a la iglesia viene a rezar y no a escuchar discursos políticos y es que no hemos entendido en absoluto el mensaje de Jesús que nos deja UN SOLO MANDAMIENTO:  EL AMOR y que el único signo que nos va a distinguir como seguidores suyos es cuando este AMOR lo llevamos a la práctica y lo realizamos con nuestros semejantes.

Pues no sé qué ha pasado que hemos desencarnado el seguimiento de Jesús y lo hemos confundido con una doctrina que se queda solo en la teoría para ser aprendida de memoria y una práctica que se confunde con el no creyente. Esta realidad viene causando  unas gran división dentro de las filas de los creyentes, de manera que  podemos encontrar católicos en los partidos políticos que distinguen entre lo que es ser creyente y lo que es ser político y así los vemos apoyando leyes y tendencias que van en contra de todos los principios naturales, espirituales y cristianos y por otro lado se confiesan creyentes y practicantes. Lógicamente el testimonio que damos como cristianos que creemos en la resurrección, más que testimonio es un espectáculo bochornoso.

Jesús dejó bien claro su mensaje: “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis como yo os he amado… y en esto conocerán que sois de los míos: en que os amáis los unos a los otros”: el amor a Dios y el amor al prójimo son como las dos piernas que sostienen al cristiano, si le falta una andará cojo. Nadie puede decir que una persona con una sola pierna está perfecta. Por tanto, ser cristiano y vivir en cristiano es tener las dos piernas fuertes; ser testigos de Cristo Resucitado es vivir con todo el cuerpo en armonía con Jesús.

No puede haber contraposición entre “doctrina” y “práctica”, es más, no se entiende la una sin la otra y ambas se necesitan.

Cuando esto no se tiene claro, es muy fácil caer en lo mismo que el Papa Francisco denuncia: “Nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe. La cultura del bienestar nos anestesia y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado, mientras todas esas vidas truncadas por falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera”. (E.G. 54).

Ya advertía también de este peligro el Papa Benedicto XVI  en “Caritas in Veritate” “Si la justicia está separada de la teología, la caridad se “malinterpreta y se vacía de significado”.

El Papa Francisco lo deja bien claro  en E.G nº 3 “Sólo en la verdad resplandece la caridad” pues la verdad es lo que le da el sentido y el valor a la caridad; es decir: no pueden estar encontradas la razón y la fe; el hombre no puede vivir haciendo lo contrario de lo que piensa y siente.

El gran problema que ha venido dándose a través de todos los siglos ha sido siempre el mismo: separa fe y vida como dos cosas que no tienen que ver la una con la otra; problema que ya el mismo S. Juan deja bien claro: “La religión pura es esto, interesarse por la viuda y el huérfano en dificultad, y mantenernos inmaculados del mundo”. (Jn 1, 27) 

Y después Santiago lo ratifica. “La fe, si no tiene obras, está muerta… ¿Quieres enterarte, insensato, de que la fe sin las obras es inútil?   (Stgo.  2,17)




 




 

jueves, 10 de abril de 2014

LA ESCUELA DE LA VIDA


         Ocurre con mucha frecuencia, cuando nos encontramos un grupo de gente mayor, que alguien salta a la escena recordando tiempos pasados y, automáticamente, todos se enganchan en la propuesta contando lo que se hacía en otros tiempos y que ahora resulta imposible; ahora todos añoran muchas cosas de las que se perdieron y ven que hemos renunciado a algo importante, sin poner otra cosa mejor en su puesto,  y lo que está resultando de este cambio, es tristeza y desánimo, pues no le llena a nadie y estamos viendo que lo que perdimos ya no volverá, por ejemplo: aquellos momentos en que en torno al fuego se contaban cuentos e historias de lobos o de bandoleros que se habían echado al monte… o en otros tiempos más cercanos, cuando era considerado una falta de educación levantarse de la mesa antes de que lo hicieran todos y en torno a la mesa se charlaba de todo y en la sobremesa se comentaban todos los problemas; o cuando los vecinos se sentaban a la puerta de la casa y se pasaban largas horas charlando, contando chistes, narrando hazañas realizadas por alguno de los antiguos vecinos que todos recordaban y que iban quedando en el recuerdo de todos hasta convertirse en leyendas; compartiendo todo lo que se vivía… de tal forma que se sentía el calor de la vecindad hecha familia.

         Todos concuerdan en que aquel ambiente nos hacía sentirnos más humanos, más cercanos, más solidarios y, sobre todo, menos solitarios… y mucha gente dice: “Ahora que lo tenemos todo, nos sentimos más solos, más tristes, menos felices, pues no podemos fiarnos unos de otros…”

         Y uno se pregunta: ¿Se puede considerar progreso a algo que nos lleva a aislarnos, a considerar a los demás como extraños y hasta como enemigos de los que no nos podemos fiar y tienes que guardarte; a sentirnos solos, insatisfechos e infelices?

 

        Yo no puedo dejar de recordar mi infancia en aquella aldea de Aulabar, es más, cuando observo la infancia de los niños actuales, siento lástima, pues les han robado la infancia.

         No ha quedado en mi mente marcado el dolor, el sufrimiento, las grandes carencias que tuve de alimentos, de cariño, de afecto familiar, de juguetes, de caprichos… Nunca se me ocurrió pensar en estas cosas, ni atormentarme por ellas, pues sabía perfectamente que no las iba a poder tener; pero en cambio siento mi infancia llena de luz y de libertad, tan libre como un pájaro, como una ardilla o como alguno de los animales con los que me crié.

         Recuerdo entrañablemente las tardes de verano, debajo del parral de Luis, o de Antonio, donde mayores, jóvenes y niños aguantábamos el grueso del calor de la tarde, hasta que refrescaba un poco y cada uno retomaba el trabajo, mientras tanto, allí en la calle, unos dormitaban, otros hablaban y allí  compartíamos todo.

En  las noches de invierno, junto al fuego, donde hombres, mujeres, pastores, muleros, ancianos, niños… cada uno haciendo sus cosas: pleita con el esparto para las espuertas, sogas para las necesidades de la casa, o los aperos de las yuntas; las mujeres hilaban la lana o la tejían, otros  desgranaban maíz para los animales… eran verdaderos talleres en  los que aprendías de todo lo que necesitabas para la vida, que después lo llevabas a la práctica sembrando, cultivando, cuidando… y después cosechando.

         Después, la vida transcurría en contacto íntimo con la naturaleza viviendo como ensamblado en ella de tal forma que eras parte del sistema y esta forma de vida te proporcionaba un conocimiento espectacular de la naturaleza, del entorno… que te hacía conocer todo tipo de plantas, su hábitat, su cultivo, sus funciones: recuerdo que en mi niñez yo iba a labrar con los hombres mayores y conocía perfectamente todas las plantas, distinguiendo dentro de un sembrado de trigo, todo lo que era hierba que lo podía perjudicar, como la cebada, la avena, la grama, el centeno, el ballico… que eran hierbas muy parecidas al trigo y cuando labrabas había que arrancarlas junto con otras que atacaban el sembrado; eso lo hacen hoy con los herbicidas. 

La  misma cosa ocurría con la fauna: se adquiría un perfecto conocimiento de todos los animales de la zona, sus características y sus hábitats.

         Recuerdo que en mi niñez yo llegué a tener 170 palomas y las conocía a cada una por su nombre; tenía pájaros de diferentes especies y conocía dónde tenían sus nidos, dónde se escondían los zorros de la zona, dónde tenían sus madrigueras los conejos, y conocía el sistema de vida de cada especie… ¡y todo esto sin ir a la escuela!. Había una simbiosis perfecta con la naturaleza. Jamás conocí un fuego en el campo durante mi niñez y tenía perfecto conocimiento de cómo evitarlo y sabía perfectamente el beneficio que hacían al entorno cada uno de los animales que existían.

         Yo nunca tuve juguetes, pero me sentía feliz con los que yo mismo me hacía pues disfrutaba echando a volar mi imaginación  haciéndome mis propios juguetes tallando la madera, utilizando la concha de los pinos,  dándoles formas a las piñas o con la cascara de la naranja que excepcionalmente me echaban los reyes cada año, junto con un mantecado de los que tenía colgados en un clavo del techo mi abuela, en un canasto de mimbre que aprendí a tejer; hacía figuras de animales, de hombres y de lo que necesitaba para mis juegos con espigas de “amor del hortelano” (una hierba cuyas espigas se adhieren a la ropa y entre ellas).

         Recuerdo que aprendí a tejer el esparto y solía hacerme calzado de esparto que le llamaban “ovías” y para utilizar el esparto tejido me hacía  con un trozo de palo una aguja para coser las cuerdas.

         Conocía la floración de todas las plantas y las distinguía por la flor o por la corteza de sus troncos. Y sabía perfectamente lo que la naturaleza produce en cada época del año, cuándo había que sembrarlo; todo lo que era comestible y también lo que es  peligroso para la salud.

         Cuando llegaba el mes de Diciembre, era el tiempo de las matanzas de los cerdos y esto era un acontecimiento único en la aldea cada año: en cada matanza se juntaba toda la familia; el primer día se hacía una gran olla de cocido con todo tipo de carne de las distintas partes del cerdo, de la que comíamos toda la familia, y se compartía con los vecinos; a partir de ahí, durante  dos o tres días se convivía comiendo juntos y  bebiendo el vino hecho en casa, haciendo los embutidos distintos: chorizo, morcilla de varios tipos, salchichón, butifarra, queso de cerdo, sobrasada, salar los jamones, sacar la manteca, que después serviría para hacer los dulces y también para suavizar pieles… aprendíamos a hacer todas estas cosas y conocíamos los aliños que llevaba cada cosa, ahí se iban clasificando incluso los gustos. Este ritual era compartido con todos los vecinos.

         Los niños esperábamos el desposte del cerdo para coger la vejiga con la que nos hacíamos una pelota para jugar, inflándola y recubriéndola de trapos; cuando se nos rompía, la utilizábamos para hacer una zambomba que luego nos serviría como instrumento para cantar los villancicos en la navidad.

         La “matanza” del cerdo era la base de la alimentación del año, `pues de él se hacían diferentes embutidos, se salaban las distintas partes condimentadas con distintos sabores: jamones, tocinos, panceta, mantecas, lomos…; otras partes se utilizaban para los chorizos, el salchichón, las morcillas… todo esto se conservaba y servía de remanente base para acompañar a todo lo que después se venía cultivando durante todo el año, de tal forma que, el dinero se usaba solamente para comprar lo indispensable.

Pero todo esto que suponía el sistema de vida de la comunidad, era algo que los niños conocíamos de primera mano y aprendíamos como algo completamente natural, de forma que si en un momento determinado se nos pedía que lo hiciéramos, teníamos un conocimiento perfecto y sin dudar lo hubiéramos hecho.

         Cada cosa de éstas que voy enumerando, no se realizaba de forma individual y en solitario, sino que era el resultado de una vivencia comunitaria que, al mismo tiempo que se convertía en escuela de aprendizaje para los niños, iba afianzando lazos de unidad, amistad, solidaridad y cariño entre los vecinos y la familia.

         Aprendíamos a la perfección cuándo había que sembrar los distintos productos que teníamos que utilizar en la vida: trigo, cebada, garbanzos, lentejas, habichuelas, habas, guisantes, yeros, centeno, patatas, cebollas, ajos, remolacha, hortalizas… aún conservo en el recuerdo el gusto natural de cada cosa de las que he enumerado.

         Cuando llegaba la época de la recolección, sabíamos perfectamente cuándo estaban maduros los frutos y cuándo era el tiempo de recogerlos y cómo hacerlo: en el verano,  las eras se llenaban de cereales hacinados esperando su turno para la trilla y luego,  esperando que el aire entrara en la era en su momento y, con la fuerza necesaria para aventar y separar la paja del grano; teníamos un conocimiento perfecto de todos los utensilios que se empleaban para todos estos quehaceres y hasta las medidas utilizadas: cuartillos, celemines, cuartillas, fanegas… Recuerdo que cuando entró en la aldea una máquina de aventar, aquello fue un gran acontecimiento a pesar de que había que hacer girar a mano la polea que aventaba

Eran los meses de verano una época con un sabor especial y un esquema de vida mucho más abierto y externo que, incluso, había mucha gente que dormía en la parva que se estaba trillando, o en el “pez” (montón) de trigo que se estaba aventando, evitando así que en la noche llegara algún animal escapado y se comiera el trigo, más no por el miedo a que se lo robaran, esto raramente ocurría, pues cada vecino se convertía en cuidador de los bienes de los otros.

De la misma manera, los meses de invierno eran más sombríos por el frío, la nieve y la lluvia… en esos meses no solo cambiaba el ciclo de la naturaleza, sino que surgía otra forma de vida, con otros productos, otros cultivos y la maduración de otros frutos que resultaban de un sabor maravilloso en esta época: tengo vivo el recuerdo de los granados o de los caquis completamente pelados y  atiborrados de fruta madurada en el árbol y con su tiempo propicio, con un sabor único.

De la misma manera recuerdo los últimos tomates verdes que se recogían para atarlos en racimos y colgarlos en las vigas del techo para que maduraran a la sombra, lo mismo que los membrillos, los melones, las uvas, las serbas o los pimientos que se colgaban en sartales para secarlos y hacer con ellos el pimentón de la matanza o el de los potajes.

De la misma manera los higos que se secaban en paseros, junto con tomates, berenjenas o pimientos asados que después se utilizaban en invierno; era la forma de guardar alimentos para que se pudieran utilizar  cuando no había, pues cada época tenía sus productos y la forma de guardarlos era así o sumergidos en aceite o enterrados en sal

         Esos meses últimos del otoño y los primeros del invierno arando los campos y sembrando los cereales, esperando que la lluvia  empapara los campos para que germinaran las semillas sembradas y, después de las jornadas de trabajo o en los días de lluvia que impedían hacer otras cosas en el campo, ir a buscar, en lugares que ya conocíamos, las collejas, los cardillos, las setas de cardo cuca o las trufas, que llamábamos “masacucas”…

Todo esto lo guardo en mi mente de niño de 6 o 7 años, cuando yo no conocía ni un lápiz, menos aún un bolígrafo y no tenía idea de lo que era una escuela y ni se me podía pasar por la cabeza que pudiera existir un ordenador, ¡Cuánto menos todo lo que hoy tenemos!.

Pero cuando veo hoy a un niño obsesionado con el móvil y con  los aparatos que lo rodean, siento lástima, porque se está perdiendo la belleza de la vida. Estoy seguro que de todo esto que estoy hablando, de lo que a la edad de cinco años tenía perfecto conocimiento y es lo que ha supuesto la base para mi vida, me pregunto: ¿De qué podrá hablar un niño cuando llegue a la edad adulta? , ¿Qué medios tendrá para hacerle frente a la vida?
 
Después, cuando ya he sido adulto, lo que he utilizado para defenderme, lo que me ha servido para vivir y tener autonomía, no ha sido lo que me enseñó la escuela, sino la vida, y esto lo aprendí en el espacio de mis cinco primeros años de vida; la escuela me dio un instrumento muy importante que fue el aprender a leer y escribir, que son dos instrumentos para poder relacionarte, la universidad me dio conocimientos universales, algo así como si fueran los cuadros con los que adornas una casa, pero éstos no sirven para nada si es que no tienes dónde colgarlos.