No,
no ha sido al cura a quien robaste, sino a mucha gente, tal vez más necesitada
que tú, pero que no ha dejado morir la
llama de la solidaridad en su corazón y, sobre todo, se resiste a degradar su
dignidad. ¡¡Que te aproveche y disfrutes tu presa!!
Quiero
decirte que, con tu acción has matado muchas cosas grandes: si eres del barrio
o de Linares, has echado una mancha grande a la dignidad del barrio o de la
ciudad que va a quedar marcada como zona peligrosa, mucho más de lo que ya nos
tienen calificados, lo cual hace que hasta la gente se piense mucho venirse a vivir aquí, con lo
que, hasta económica y socialmente salimos todos perdiendo, tú también.
Si,
encima eres cristiano, ya puedes imaginar la aureola que le has puesto a la
comunidad de S. José y de la iglesia.
Si
es que eres extranjero, es flaco el favor que le estás haciendo a tus
compatriotas y a todos los inmigrantes que buscan honradamente vivir con
dignidad… Con tu acción, lo único que haces es cerrar puertas e indisponer a la gente.
Pero,
aparte de todo esto, quiero decirte que
eres un cobarde, porque si estás pasándolo mal,
anda y le protestas a los que tienen la culpa de lo que estamos
sufriendo todos, pero no te desquites con quien está machacado como tú y tiene
menos fuerza; te estás poniendo a la misma altura de los opresores.
Pero
te falta lo que tienen los hombres grandes: la dignidad y el coraje para
enfrentarte con los que te están haciendo daño y no eres capaz de ir y
exigirles que nos devuelvan lo que nos están robando. Anda, dile al político,
al poderoso, al magnate, al traidor al obrero… exígele que haga justicia, pero
estoy seguro que te arrodillarás y le aplaudirás cuando tengas posibilidad de
hacerlo. Eres tan cobarde que pagas tu ira con tu vecino, con tu hermano que
anda buscando lo indispensable para poder vivir y, encima, anda buscando cómo
echarte una mano.
¿Qué
quieres que te diga, que te aplauda? No, no te puedo aplaudir, tampoco te odio
ni te juzgo, simplemente me das lástima, porque estás perdiendo tu vida y
complicándosela más a los pobres, cuando en
la situación que vivimos, tendríamos que hacer todo lo contrario:
unirnos, apoyarnos y luchar juntos para impedir que nos exploten y nos pisoteen, como están haciendo.
Pero
ya veo, contigo no podemos contar; tú,
con tu actitud, les estás haciendo el juego, pues consigues que nadie nos
podamos fiar de nadie, que nos encerremos en nuestro individualismo, que
sintamos que los pobres somos tan peligrosos y desdichados como los
explotadores, que tengamos que blindar las puertas y no fiarnos del que nos
llama pidiendo auxilio.
No,
no has conseguido un botín, has matado la esperanza, la alegría, la confianza,
la solidaridad y la fraternidad.
Has
conseguido que muchas puertas se cierren blindadas con cerrojos y, con ellas,
muchos corazones se resistan al consuelo y a la misericordia.
¿Te
felicito por tu astucia? ¡Lo siento, no puedo! Me das lástima, porque eres un
cobarde, que se hace fuerte con los débiles y esa actitud solo merece el desprecio.