domingo, 3 de noviembre de 2013

EL LADRÓN DE LA PARROQUIA

No sé quién eres ni cómo estás, es muy posible que te sientas eufórico por tu botín; no creo que vayas a solucionar tu vida con lo que has roba do a los pobres;  quizás te hubiera sido más fácil y provechoso haber expuesto tu necesidad y hubieras encontrado apoyo, pero decidiste dar el golpe a otros pobres como tú, lo que te convierte en un traidor y en un individuo peligroso e indeseable.

            No, no ha sido al cura a quien robaste, sino a mucha gente, tal vez más necesitada que tú, pero que no ha dejado morir  la llama de la solidaridad en su corazón y, sobre todo, se resiste a degradar su dignidad. ¡¡Que te aproveche y disfrutes tu presa!!

            Quiero decirte que, con tu acción has matado muchas cosas grandes: si eres del barrio o de Linares, has echado una mancha grande a la dignidad del barrio o de la ciudad que va a quedar marcada como zona peligrosa, mucho más de lo que ya nos tienen calificados, lo cual hace que hasta la gente  se piense mucho venirse a vivir aquí, con lo que, hasta económica y socialmente salimos todos perdiendo, tú también.

            Si, encima eres cristiano, ya puedes imaginar la aureola que le has puesto a la comunidad de S. José y de la iglesia.

            Si es que eres extranjero, es flaco el favor que le estás haciendo a tus compatriotas y a todos los inmigrantes que buscan honradamente vivir con dignidad… Con tu acción, lo único que haces es cerrar puertas  e indisponer a la gente.

            Pero, aparte de todo esto, quiero decirte  que eres un cobarde, porque si estás pasándolo mal,  anda y le protestas a los que tienen la culpa de lo que estamos sufriendo todos, pero no te desquites con quien está machacado como tú y tiene menos fuerza; te estás poniendo a la misma altura de los opresores.

            Pero te falta lo que tienen los hombres grandes: la dignidad y el coraje para enfrentarte con los que te están haciendo daño y no eres capaz de ir y exigirles que nos devuelvan lo que nos están robando. Anda, dile al político, al poderoso, al magnate, al traidor al obrero… exígele que haga justicia, pero estoy seguro que te arrodillarás y le aplaudirás cuando tengas posibilidad de hacerlo. Eres tan cobarde que pagas tu ira con tu vecino, con tu hermano que anda buscando lo indispensable para poder vivir y, encima, anda buscando cómo echarte una mano.

            ¿Qué quieres que te diga, que te aplauda? No, no te puedo aplaudir, tampoco te odio ni te juzgo, simplemente me das lástima, porque estás perdiendo tu vida y complicándosela más a los pobres, cuando en  la situación que vivimos, tendríamos que hacer todo lo contrario: unirnos, apoyarnos y luchar juntos para impedir que nos  exploten y nos pisoteen, como están haciendo.

            Pero ya veo, contigo no podemos contar;  tú, con tu actitud, les estás haciendo el juego, pues consigues que nadie nos podamos fiar de nadie, que nos encerremos en nuestro individualismo, que sintamos que los pobres somos tan peligrosos y desdichados como los explotadores, que tengamos que blindar las puertas y no fiarnos del que nos llama pidiendo auxilio.

            No, no has conseguido un botín, has matado la esperanza, la alegría, la confianza, la solidaridad y la fraternidad.

            Has conseguido que muchas puertas se cierren blindadas con cerrojos y, con ellas, muchos corazones se resistan al consuelo y a la misericordia.

            ¿Te felicito por tu astucia? ¡Lo siento, no puedo! Me das lástima, porque eres un cobarde, que se hace fuerte con los débiles y esa actitud solo merece el desprecio.