martes, 9 de octubre de 2012

VIVIR EN LA CLOACA Y SENTIRNOS LOS MEJORES



"VIVIR EN LA CLOACA  y  CREERNOS LOS REYES"

Ayer tuvieron el debate los dos candidatos a la presidencia de los EE.UU y uno de ellos dijo que haría lo posible para evitar que el país cogiera la misma deriva que ha cogido España y llegue a donde  hemos llegado nosotros; en otro medio de comunicación actual: (Project Syndicate) , un ex alto directivo de la agencia de calificación Moody's: Christopher T. Mahoney asoma por ahí diciendo que el gran problema de la UE es precisamente España por la deuda que tiene y que es impagable; compara la situación que vivimos a la que se dio al terminar la guerra civil, cuya deuda era impagable y se opusieron a pagarla, con lo que a España se la boicoteó.
Por otro lado tenemos a nuestros obispos dando un toque de alarma por la deriva secesionistas que el ambiente está cogiendo y, mientras tanto, los políticos peleándose y sin querer ponerse de acuerdo para dejarse de intereses partidistas y particulares y arrimar todos el hombro para ver si nos ponemos todos de acuerdo y levantamos esto… ¡Pues no! ahora andan cabreados porque el pueblo los está calificando como una “casta”, pero no hacen lo posible porque esa sensación desparezca, al contrario, algunos siguen distrayendo la atención, como si el único problema que tuviera España y que impide vivir y trabajar en paz son los restos que quedan del franquismo: nombres de calles, monumentos… Espero que no se liquiden también los pantanos, como se están liquidando la seguridad social y otras cosas…
            En medio de todo este vendaval, en el que estamos viendo que todo se viene abajo, donde nos están poniendo ante el mundo como el ejemplo de lo que no se debe hacer, donde estamos viendo con tristeza y miedo cómo se ha destruido la red industrial, los polígonos industriales están cerrados al 50 o al 60%, los pequeños negocios ya no pueden respirar y se cierran a diario cientos de ellos y a las filas de Cáritas van asomando constantemente gente nueva que hace no mucho tiempo venían a traer ropa, juguetes, comida… hoy vienen a pedir para poder subsistir.
            En medio de todo esto, vemos que la gente se envalentona a “pegarle fuego” a la calle, a desestabilizar el ambiente más de lo que está, a exigir sin ofrecer alternativas, a protestar porque no nos siguen dando todo lo que hasta ahora nos daban para tenernos calladitos y dejarlos que hicieran lo que les diera la gana… Ahora se lo llevaron todo y ya no queda más que para los que tienen la “teta” y que no están dispuestos a soltarla, pues la “casta” –como tanto les cabrea que se les llame- parece sagrada e intocable y sigue dando sus dosis de “droga” al pueblo para que se distraiga.
Teniendo –como digo- el temporal que nos está arrasando, nos calientan los ánimos con los “clásicos” y las “Champions” y una dosis de Real Madrid contra  el Ajax con un buen resultado, nos hace olvidar todos los problemas, nos sube la moral y, como niños inconscientes e ilusos, nos creemos los más chulos del mundo.
Frente a esta realidad que estamos viviendo, yo no dejo de pensar y hacerme algunos planteamientos, pues en los años 50 y 60, cuando las cosas estaban mal, nos distraían con el Cordobés, Paco Camino, el “Viti”, con Urtain, con Carrasco… y nos quejábamos en voz baja, porque no se podía hacer a gritos, pero se ve que este es el método para distraer al pueblo, pues lo utilizan todos: desde los dictadores hasta los ultra liberales y unos obligan a callar de una forma y otros de otra, pero al final es la misma pendejada, la comedura de coco es exactamente la misma: cada uno sale a la calle a reclamar “SUS” derechos, pero le importa un bledo los del vecino y cada día en Madrid estamos viendo que aparecen varias manifestaciones distintas, cada una por su lado.
Estoy pensando: si Carlos Marx viviera en nuestros días y viera cómo se mueve el engranaje, ¿seguiría diciendo que la religión “es el opio del pueblo” y se obstinaría en quitar todo lo que haga referencia a ella?  o ¿se atrevería a poner el dedo en la llaga y desenmascarar cuál es la verdadera droga que adormece al pueblo y arruina a la sociedad?
¿Se atrevería a decir que la lucha por la solidaridad, por la justicia, por el acercamiento y defensa de la vida, de los marginados, de los sin techo y sin tierra… es para él lo que aliena al pueblo?  ¿Aprobaría y permitiría los presupuestos desorbitados e inmorales que se manejan en ciertos ámbitos de la sociedad que tenemos montada y que nadie dice una palabra, pero se permite y se ve bien que una persona, al levantarse por la mañana, mientras se lava los dientes y la cara, gana más que cuatro familias en un mes?
Sencillamente, siento curiosidad por lo que pensaría Marx y saber qué calificativo le daría a todo esto, porque lo que piensa Jesús lo tengo bien claro: “Los hijos de las tinieblas son más sagaces que los hijos de la luz”: este es el mundo de las tinieblas donde la persona no cuenta para nada si no es para sacarle un voto que te permita seguir machacando a los demás.
Y ese “sistema de muerte” –como le llamó siempre Juan Pablo II-  ha logrado convertir en “normal” = (norma) lo que debería tener la calificación de “crimen” por el atentado que supone a la libertad y al bien común: dividir hasta convertir a la sociedad en parcelas independientes, destruir la capacidad de reflexión hasta el punto de convertir a la gente en una masa teledirigida; poner el dinero como objetivo absoluto y hacer que todo gire en torno a él, y conseguir que el que no funcione en este esquema sea considerado “políticamente incorrecto” con lo que se divide a la sociedad en dos grandes bloques: los “buenos” y los “malos” de forma que al que le toca estar en la cabeza, aunque haya sacado un solo voto más que el otro, la otra mitad de la población es una apestada.
  Puede ser que, por haber hecho alusión al mundo del futbol, alguien piense que estoy en contra del deporte, ¡Jamás se me ocurriría! Pero lo que no puedo tolerar pues supera mis capacidades de aguante, es ver –como estoy viendo- que el deporte no es más que un resorte político que se utiliza para dividir a la población y machacar a los pequeños, de la misma manera que se hace con la economía, con la educación y con otros aspectos.