LA GOTA DE VENENO PARA
DAÑAR LA PAZ DE LA NAVIDAD 2012
Melitón Bruque García
Después de las aclaraciones que hizo la
Conferencia Episcopal Española, de todo lo que se ha venido publicando en estos
días y de estar el libro del Papa en las redes, a disposición de quien quiera
leerlo, sigue el runruneo, el malestar,
y las estupideces que se sueltan a la ligera, sin saber qué se dice, fruto de
una ignorancia crasa que hace sentir vergüenza ajena cuando oímos hablar y
soltar disparates; pero duele más cuando ves que todo esto empieza a unírselo a
comentarios políticos y entonces dan el salto y empiezan a atacar al Papa y a
decir que en lugar de hacer recortes en
el “Belén”, que los haga en el Vaticano… y dejo aquí la sarta de barbaridades
que cada uno se permite soltar por su boca, sin saber lo que dice.
Pero lo más triste de todo
esto, es que, muchos de los cristianos que van a misa, le dan más fuerza de
verdad a estas sandeces, que a lo que el mismo Papa dice, a quien no se
detienen a escuchar un momento.
Hemos de saber que Joseph
Ratzinger, antes de ser Papa, era un gran teólogo. Él tenía un proyecto –como
infinidad de teólogos lo tienen- de escribir una Cristología, ya había escrito
dos partes de ella y este libro último,
es la tercera parte.
Cualquier teólogo que se
enfrenta a un proyecto de este tipo, no le queda más remedio que afrontarlo como es:
1º) Hay un cuerpo central
que es la pasión-muerte y resurrección
de Jesús, que fue lo primero que se escribió y la primera razón por la que
se reunían los primeros seguidores de Jesús en torno a la Virgen María. Con ese
cuerpo central que presentan los cuatro evangelistas empezaron a celebrar las
primeras comunidades a las que se destinó cada uno de los cuatro evangelios.
2º) Pasado un
poco de tiempo, había gente que se iba uniendo al grupo y que no habían
conocido a Jesús, entonces se preguntaban: ¿Por qué lo han matado? ¿Qué hizo? ¿Qué
dijo, para que lo trataran así?... Como respuesta se escribió “Los hechos”
(milagros) y los “Dichos” (discursos, parábolas…) de Jesús.
3º) Un poco
tiempo después, cuando la comunidad se va agrandando y ya va muriendo mucha
gente de la que conoció a Jesús, los nuevos cristianos que van entrando y que aceptan que Jesús es
Dios, se preguntan por su origen y ven que tiene un origen humano y divino.
Entonces surge la necesidad de dar respuesta a todo esto y se escribe “El
evangelio de la Infancia de Jesús”.
Es la parte mejor
elaborada en la que no solo se intenta dar una respuesta al origen de Jesús,
sino que se intenta hacer una catequesis por la que se pueda entender cómo en
Jesús se ha dado cumplimiento a todo lo que anunciaron los profetas, a todas
las esperanzas del pueblo de Israel de las que se vino hablando durante siglos
en el Antiguo Testamento.
Lógicamente, una
catequesis de este tipo requiere una riqueza enorme de signos, símbolos e
imágenes que puedan expresar todo el contenido del Antiguo Testamento de modo
que puedan servir como luces que van iluminando una gran cantidad de cosas, de
hechos, de personajes,, de situaciones de la historia del antiguo pueblo de
Dios.
El “Evangelio de la
Infancia” no nos lo podemos tomar como quien lee una crónica de un periódico
que narra lo ocurrido un fin de semana, pues nos quedaríamos sin entender
absolutamente nada; peor aún si es que nos detenemos a discutir si en el
establo había burros, gallinas, bueyes, cabras, ovejas, cerdos, mulos o
caballos ¡Vaya usted a ver qué habría allí aquella noche!. No digamos ya todo
lo que añadimos a nuestros “Belenes”: las mujeres lavando en el río, los patos,
la nieve… y otras cosas más.
Ahora ponemos el grito en
el cielo porque el Papa dice que de nada de todo eso habla el evangelio. Lo
menos que deberíamos hacer antes de empezar a decir todas las barbaridades que
se están diciendo es leer el evangelio a ver si lleva razón o está diciendo un disparate y darnos cuenta si
todas esas cosas lindas con las que adornamos tienen una importancia tan grande
que merezcan ser las que le dan consistencia a nuestra fe.
Vamos a exponer
literalmente lo que dice el evangelio sobre el hecho:
S. Mateo 1, 18-24:
“ Así fue el nacimiento de
Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José; pero antes de que
vivieran juntos, quedó embarazada por obra del Espíritu Santo. Su esposo, José,
pensó despedirla, pero como era un hombre bueno, quiso actuar discretamente
para no difamarla.
Mientras
lo estaba pensando, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo:
“José, descendiente de David, no tengas miedo de llevarte a María, tu esposa, a
tu casa; si bien está esperando por obra del Espíritu Santo, tú eres el que
pondrás el nombre al hijo que dará a luz. Y lo llamarás Jesús, porque él
salvará a su pueblo de sus pecados”.
Todo
esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del
profeta: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre
Emmanuel, que significa: Dios-con-nosotros.
Cuando
José se despertó, hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado y tomó
consigo a su esposa. Y sin que hubieran tenido relaciones, dio a luz un hijo,
al que puso por nombre Jesús”.
San Lucas, que es el otro evangelista que lo
narra lo hace así:
S. Lucas:
2,6-8
“Mientras estaban en Belén, llegó para María el
momento del parto, y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y
lo acostó en un pesebre, pues no había lugar para ellos dentro de la sala
principal de la casa.
En la región había pastores que vivían en el
campo y que por la noche se turnaban para cuidar sus rebaños”.
¿Dónde están los animales?
¿Se suponen? ¡De acuerdo!, podemos
suponer todo lo que queramos, pero no son más que suposiciones. Y el Papa no
dice en absoluto que no lo hagamos.
Para el Papa, hay una frase que le llama
la atención y que él recoge y quiere realzar: “no había lugar para ellos dentro de la
sala principal de la casa”, por la conexión que
le encuentra con lo que dice S. Juan en el evangelio (1,11) “Vino a su casa
y los suyos no lo recibieron”
Es el comienzo de la vida de Jesús en esta
historia de los hombres: desde el mismo comienzo nos lo encontramos con los
desheredados: no lo han querido admitir ni en la habitación donde duermen las
personas. Cuando Jesús ya es mayor y empieza a invitar a sus discípulos a
seguirlo (Mt. 8,20) les dirá que “Las zorras
tienen madriguera, pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza”… Y ésta sería la
tónica de toda la vida de Jesús: nació fuera de la ciudad y no le quisieron dar
cabida en el espacio de las personas y se fue a un establo, que es donde hay
pesebres para que coman los animales, lógicamente, si se va a un establo allí
hay animales y los animales que se alimentan en el pesebre pueden ser el buey,
la mula, el burro, el caballo, las cabras… que son capaces de reconocer a su
dueño (Is. 1,3) en cambio su pueblo no ha reconocido al Señor.
El Papa se siente golpeado por esta frase y
es lo que quiere recalcar. Apoyándose en S. Agustín y en otros Padres de la
iglesia, intenta dar una explicación del sentido de todas estas imágenes y pide
que nosotros hagamos lo mismo a los niños para que no se pierda el verdadero
sentido del acontecimiento, pues él ve cómo la sensibilidad cristiana lo ha
sabido hacer, como lo hizo S. Francisco de Asís, que fue el primero que montó
un “Belén” viviente y fue recogiendo todas esas imágenes que adornan el hecho
fundamental, por eso el Papa pide que: “Ninguna representación del nacimiento
renunciará al buey y al asno”
Produce un dolor inmenso ver que haya gente
con tanta maldad que sabiendo la escasez de información del pueblo, se
aprovecha para inyectar cada año su gota de veneno que envenena el ambiente
creando la discordia, la división, el malestar, ridiculiza los sentimientos más
entrañables de la gente sencilla y rompe toda una tradición y una cultura con
un signo de paz, de familia, de solidaridad.
Pero al mismo tiempo produce vergüenza ajena
ver la ignorancia que tenemos y por lo que nos escandalizamos, mientras nos
vamos tragando sin rechistar todo lo que nos echan esos envenenadores: yo
invito a que nos demos una vuelta por nuestra ciudad a ver en cuántos
escaparates encontramos la imagen del NIÑO DIOS, en cambio, veremos cuántos
están llenos de árboles con bolas de colores, y muñecos con el payaso vestido
de blanco y rojo y con signos que no tienen nada que ver con el acontecimiento
que se celebra: el NACIMIENTO DE DIOS EN EL MUNDO, les guste o no les guste,
y si no quieren, que no lo celebren, pero que no se rían de los que nos
sentimos felices de que Dios decidiera venirse a sufrir a nuestro lado y
naciera entre los excluidos, y se mantuviera durante su vida a su lado y a su
lado muriera.
¿O
será que le tememos al reto que nos planteó de aceptar a los pobres como
personas que tienen mi misma dignidad y tengo que aceptarlos como tales
personas?