Arrimar
el hombro para CONSTRUIR la justicia, la
verdad y la fraternidad;
también
para DERRIBAR
la mentira, la corrupción…
o
para PLANTAR el respeto a la persona, la libertad y la
paz.
Nació Jesús y con Él nació el AMOR, la PAZ, la JUSTICIA,
la VERDAD para este mundo; pero ante el acontecimiento, el mundo se dividió y
las tinieblas no quisieron admitir la luz y siguen cerrando todas las puertas y
las rendijas para que no pueda entrar y descubrir su podredumbre.
Pero a los que abrieron sus vidas, les inundó una
gran alegría y su eco sigue resonando
hasta nuestros días, por eso, hoy siguen oyendo las palabras del anuncio de
salvación y de esperanza…
“Alegraos, hoy os ha nacido un salvador, el Mesías, el Señor…” y
se hacen eco de ellas:
-Los padres que no os
habéis dejado convencer por el sistema que os llama atrasados, retrógrados,
reaccionarios… porque no dejáis que
vuestros hijos se lancen al despeñadero.
-Los
jóvenes y los niños que entendéis que nadie más que vuestros padres os
ama hasta el extremo de dar la vida por vosotros y que lo que os dicen es por
vuestro bien.
-Los abuelos y familiares que en un
momento de robo, de injusticia, de atropello, de demolición como el que estamos
viviendo habéis sido fuertes y valientes ofreciendo resistencia y abriendo
vuestras puertas y vuestro corazón a la solidaridad que nació en aquella cueva
y hoy vosotros estáis siendo el reflejo vivo
-Los
pobres que, con vuestro pequeño aporte estáis haciendo posible que el amor y
la solidaridad no sean un cuento, sino una realidad.
-Los maestros y orientadores que, ni
los obstáculos que os ponen para vivir y para trabajar están haciendo que
bajéis la guardia y seguís siendo
honestos en vuestro trabajo, abiertos al respeto y a la esperanza de los
jóvenes y de los niños.
-Los
médicos y personal sanitario que, gracias a vuestra calidad humana
hacéis posible que el miedo de los pobres a caer enfermos se sienta mitigado,
porque vuestra honradez y calidad humana están por encima, incluso de los
medicamentos y las estructuras.
-Los empresarios pequeños y grandes que por encima de vuestro negocio habéis
entendido que está la dignidad de vuestros trabajadores y estáis aceptando
perder antes que dejar en la cuneta de la vida a muchas familias.
-Los
sacerdotes y religiosos que en medio del vendaval tenéis cogido seguro el
timón y estáis dando la cara sin miedos ni complejos antes las fuertes olas que amenazan hundirlo todo.
-Los catequistas que ante
la dejación de autoridad, estáis siendo una palabra de aliento, de esperanza y
de verdad.
-Todos
los voluntarios de Cáritas y de otras
organizaciones que han puesto sus personas y sus bienes para dar
la mano a quien el sistema barrió y lo arrojó a la cuneta de la vida.
-Los obreros que para
mantener el puesto de trabajo y la misma empresa habéis renunciado al sueldo al horario y estáis arrimando el
hombro para que esto no se caiga…
Todos vosotros sois hoy la imagen del nuevo “resto” del que nacerá la esperanza. Vuestra luz no la apagarán los portadores y
servidores de las tinieblas.
Pero
también viven a vuestro lado los que odian la navidad, los que darían lo que
fuera por que nunca hubiera existido, los que, si pudieran, la borrarían del
calendario.
LA OTRA CARA DE LA NAVIDAD
Sería
lindo poder felicitar
a
todos los hombres y mujeres de mi tierra,
pero
ni en aquel tiempo fue posible hacerlo,
ni
hoy tampoco,
pues
como entonces,
siempre
ha habido gente que optó
por
las tinieblas,
la
destrucción, la angustia y la muerte.
Hoy está de moda
representar el ambiente que vivimos con
un círculo y unas tijeras, y el silencio amordazado que ha impuesto el sistema que vivimos, en donde no cabe lo
que es políticamente incorrecto
No, no puedo felicitaros,
el
mensaje de alegría que anunciaban los
ángeles,
a
Herodes y a los seguidores de las tinieblas
les
hizo daño y como reacción
llenaron
las calles de angustia,
de
terror y de muerte…
Hoy
sigue repitiéndose la misma historia,
con
los mismos actores
y
los mismos palmeros.
Nuestras
calles se llenan de dolor
y nos
muestran a diario
los
gritos desesperados
de las familias desahuciadas,
de
los jóvenes huyendo a otros países,
de
las familias deshechas
y
de los niños dislocados,
de
hombres y hogares desnortados
hasta
el punto del crimen,
de
gente desesperada hasta el suicidio…
La
angustia de servidores públicos,
de
ancianos que estuvieron ahorrando toda su vida
y en quienes se ceba la avaricia de Herodes.
Habéis montado toda
la artillería de vuestro poder y, cuando teníais encerrado a todo el pueblo en
la trampa que pusisteis, le cerrasteis
la puerta de salida y, ahí, sin más posibilidad de escapar, le vaciáis los
bolsillos, les quitáis la casa, la comida, la ropa y la educación y lo echáis a
la calle desnudo.
Y con
vuestros servidores, que realizan el papel
de aquel grupo de informadores de
Herodes, van oteando el horizonte para
ver dónde hay un posible foco de evasión para el pueblo y así posibilitan clavarle el rejón, mientras lo entretienen con
la muerte y el escándalo, pues le temen
servir a la verdad, porque su luz los
dejaría al descubierto.
¡Lo siento!
Para vosotros nunca es navidad
pues el nacimiento de Cristo
no es una Buena Noticia sino un horror,
yo diría que es una tremenda noticia.
No os puedo felicitar,
no os puedo meter en mi lista
de portadores de la luz y de la esperanza,
sino entre los lacayos de las tinieblas,
los servidores de Herodes,
que cogisteis una bomba
y destruisteis un país
dejándolo lleno de escombros
y ahora continuáis la obra
retirándolos con una excavadora.
¡¡Brindad!!
Seguid burlándoos del pueblo,
Haceos los sordos
a los gritos desesperados de los pobres
Seguid aplaudiendo, coro de palmeros...
Quiero recordaros que
aunque tengáis los oídos tapados
y la boca sellada con las propinas,
para no oír los lamentos ni los quejidos
de los pobres,
sus gritos están haciendo mella en el
corazón de Dios
y, tarde o temprano, lo pagaréis todo
junto…
Y con creces.