viernes, 26 de abril de 2013

LA IGLESIA DE FRANCISCO


            Algo nuevo se mueve, algo que invita a la esperanza;  hace mucho tiempo que estamos deseando ver un signo de que algo se mueve, de que “Esto” camina.  Puede ser que algo esté cambiando, se esté moviendo, pero no sé a qué niveles será, pues el pueblo sencillo y de a pie no lo ve ni lo percibe y siente que los pastores del rebaño  están  muy distantes, ellos van por otro camino, dicen cosas que nadie entiende ni  le interesa, pues no saben a quién van dirigidas.

            Hace mucho tiempo que el “rebaño” desconectó y siente que los pastores están en otra onda,  se siente solo: el pueblo sufre la explotación, se siente engañado, sufre la persecución, el atropello… da la sensación de que el lobo hubiera entrado en el corral y el pastor estuviera durmiendo en los laureles, sin enterarse del destrozo que está metiendo en el rebaño, mientras el pastor sigue entretenido con cuentos de hadas y preocupado por la ropa que va a llevar en la fiesta o las flores que va a comprar para adornar la celebración… mientras del redil hace ya mucho tiempo que desaparecieron los trabajadores y se instalaron en los partidos políticos porque no había respuesta a sus inquietudes y se fueron despotricando contra la iglesia que les dio cobijo; se fueron también los intelectuales que se revolvieron también furiosos contra ella porque los quiso callar con las leyes; desaparecieron los jóvenes tachándola de ancestral y anquilosada y los políticos la colocaron en el punto de mira; alguien se pregunta:¿qué pasará el día que digan las mujeres de irse? Porque los hombres hace también mucho tiempo que se fueron y n o quieren saber nada de ella.

            Pero es curioso: a Jesús se le quiere, se le considera un “bien universal” para toda la humanidad y a todo el sector comprometido con los pobres se le admira y se le respeta, pero la cúspide de la pirámide ni se la respeta, ni se la estima, ni se la escucha, se la detesta y hasta muchos sectores la odian a muerte.

            ¿Qué ha pasado para que el rebaño haya distinguido tajantemente entre la imagen de Cristo y la de sus pastores, hasta el punto que diga que cree en Cristo, pero no en la iglesia? ¿Qué ha ocurrido para que se adopte la imagen de los príncipes de la tierra y haya desaparecido la imagen de Jesús “servidor” cuando Él dejó expresamente dicho: “Vosotros no podéis ser así”?

            Llevamos mucho ansiando que nuestra iglesia sea un reflejo de Jesús y no del poder de la tierra y, también estamos viviendo con tristeza el hecho de que, cuando alguien intenta tomarse en serio el evangelio, se le tacha de revolucionario, de desestabilizador, de visionario…

            Ya llevamos  unas semanas y lo estamos viendo cómo se desenvuelve, no puedo evitar el confesar mis sentimientos: En ningún momento lo he visto ni encumbrado ni agobiado, tengo la sensación de que algo  muy importante lo tiene muy claro y fue lo único que Jesús le pidió a Pedro: ¿“Me amas?” y Francisco parece tener esto muy claro y, ¡¡Eso es fundamental!!

            Como mucha gente, yo también voy siguiendo los pasos del Papa Francisco, he escuchado ya de todo: desde los que lo tachan de imprudente y de esnobismo, hasta los que se alegran, como yo, de ver que algo empieza a moverse.

            Me alegra que haya cogido a S. Francisco de Asís como referente, hasta lo veo como una linda inspiración del Espíritu Santo, pues hay muchas cosas que tienen su punto de convergencia:

            Si comparamos los momentos históricos, hay muchas cosas que vienen a ser como un calco:

                        -En el s. XII-XIII, el momento en que vive Francisco de Asís no es tampoco un modelo de referencia evangélica el que vive la iglesia: el pueblo vive en la miseria, mientras que la nobleza y el clero viven en el máximo esplendor y el mismo Papa Inocencio III tiene aspiraciones imperiales de poder absoluto en el mundo, en nombre de Cristo.

             “Francesco”, siendo joven se da cuenta que el camino que lleva no le conduce a ningún sitio, pues no se puede vivir de espaldas a la realidad y al pueblo en el que vive.

En un momento en que cae enfermo  se enfrenta a sí mismo, después es cogido preso  y estando en la cárcel siente que Dios le pide que cambie su vida y le ayude a “Construir la iglesia”. Sale de la cárcel dispuesto a reorientar su vida y el primer obstáculo lo encuentra en su misma familia; comenzó reconstruyendo algunas ermitas que se encontraban en ruinas pero pronto se dio cuenta que no era esa la iglesia que le pedía Dios, sino la de “piedras vivas”

            Se trata  de seguir el camino que Cristo le ha marcado y está dispuesto a seguirlo hasta las últimas consecuencias. Francesco emprende un proyecto de vida que se va a convertir  en el anti signo de la iglesia del momento: una iglesia enfrascada en establecer el evangelio como poder imperial. Francesco, en cambio,  pone el evangelio, salido de Jesús, como la única forma, no de poder, sino de transformación del mundo, a través del Reino de Dios. Y pone su fuerza justamente en la pobreza y en el desprendimiento total y radical, junto con la sencillez y el acercamiento al pueblo que sufre en la calle y en los suburbios, donde muere de hambre, mientras los grandes derrochan y banquetean.

            Sin cortar con Roma, Francisco inició una profunda reforma, dedicándose a reconstruir la iglesia desde los cimientos, sacando todo lo mejor que tiene el ser humano.

            El movimiento que emprendió Francisco, fue de tal calado, que en el año 1210, el Papa Inocencio III reconoció su camino y aprobó el movimiento que había iniciado.

            El momento actual, que es un verdadero cambio de época, donde se han roto muchas fronteras, donde las noticias se viven en todo el mundo en tiempo real, donde se ha globalizado todo, menos el BIEN, donde hay instrumentos para poder globalizarlo todo y de hecho se están usando para destruir la humanidad, pues se esconde y se obstaculiza el BIEN, una época en la que el mundo se percibe con otras categorías…

            Es un momento en el que se escucha un gemido, que en muchos sitios llega a ser un grito desesperado, que está pidiendo un cambio radical en todos los niveles y, lógicamente, en la cabeza de la iglesia, porque los pies van en muchos momentos y lugares en otra dirección: no puede estar la cabeza preocupada del peinado que se hace, o del sombrero que va a lucir, mientras los pies aguantan  el peso y caminan descalzos.

            JORGE BERGOGLIO, en este siglo XXI, en un mundo en cambio profundo, escucha la voz de Jesús que de nuevo le dice: “Necesito un nuevo Francisco que rejuvenezca mi iglesia” y ha ido a buscarlo en “el fin del mundo”; pero Jorge  ha tenido el coraje de decir SÍ y ha sido lindo que mire a Francesco: sencillo, sonriente, afable, cercano, descomplicado… y ha comenzado diciendo que él quiere la iglesia que quiso Cristo: una iglesia pobre que esté al lado de los pobres y, viene repitiendo que no se trata de representar un papel aparentando se pobres, sino serlo de verdad y estar al lado de los pobres, a quienes hace protagonistas de su liberación realizando la justicia social.

            Pero lo que más nos agrada a todos es que estamos viendo que no se trata de esnobismo lo que hace –como decíamos al principio-  sino que le nace como algo natural y está prescindiendo,  sin darle la menor importancia, de detalles que lo alejaban del pueblo: comenzó saludando a la gente como lo hace todo el mundo: nos llamó “hermanos” y no “Hijos” y pidió al pueblo que lo bendijeran a él, que es tanto como pedirle al rebaño que no lo dejen solo y le pidan al Padre Dios que le ayude a dirigir las cosas por el camino recto; y fue capaz de poner a rezar a todo el mundo la oración del Padre nuestro… ¡Ya era hora de escuchar a un Papa como a un amigo cercano que es capaz, incluso, de bromear con los cardenales diciendo que  “Dios les perdone por lo que han hecho…”!  No se puede pensar en una forma más franciscana de empezar un camino ni un proyecto.

Empezó renunciando a ponerse unos zapatos especiales que nadie sabíamos cómo estaban hechos  hasta que él dijo que no se ponía eso, pues han de valer un dineral;  y el famoso anillo de oro del Papa que todo el mundo saca a relucir, ¡qué alegría que no lo haya querido así! Y haya aceptado uno sencillo de menos valor que cualquiera de los que se pone cualquier ciudadano. Tampoco ha querido otro pectoral que aquel de metal que les regaló Juan Pablo II en el sínodo de los obispos, ni el sillón de la sala de encuentros. De la misma manera ha preferido vivir en la residencia Sta. Marta, donde viven los curas de Roma, y donde él vivió cuando iba a Roma.

            Y lo estamos viendo cómo rompe el protocolo que hay establecido y se baja del “papamóvil” para firmar en la escayola de una niña que tiene rota la pierna, o se arrodilla para lavar los pies  de dos chicas en una cárcel de menores… y le dice a los sacerdotes que se salgan del templo y vayan al barrio a hablar con la gente, que deben oler a “ovejas” y no a otra cosa, que no deben ser funcionarios, sino pastores  y les dice a los cardenales que los quiere intachables…

            Todo esto lo estamos viendo a diario, pero cuando ahora los medios de comunicación, que andan buscando dónde podrán encontrarle algún fallo, nos lo van presentando y  nos vamos encontrando que en su vida ha venido haciendo así, nos llena de alegría ver que no se trata de algo que se le ha ocurrido ahora para llenar las páginas de los diarios.

            Ya sé que suena a tontería el detenerse en estos detalles, pero es que, precisamente, estas  tonterías son las primeras que  se interponen entre el pastor y su pueblo, y cuando una tontería  se pone como obstáculo, lo importante ya no se puede ni soñar. Por tanto,  no considero  irrelevantes estos detalles,  que en muchos momentos hacen que las puertas hacia el encuentro  se  mantengan cerradas, algo así como si los sensores de las  puertas de un edificio se ensucian  con el polvo y se impide el desarrollo normal con algo tan simple.

            No son discursos bonitos y profundos lo que está dando, que ya son interesantes, sino gestos de sencillez y de cercanía que le nacen de lo más profundo de su ser y que nos hacen pensar que era también lo que él estaba pidiendo a la cabeza desde hace mucho tiempo.

Son momentos difíciles por los que atraviesa la iglesia y creo que es  justamente esta situación dura, la ideal para que se despoje de todo lo que le afea y la hace asociarse a lo que Jesús nunca deseó.

            Soy consciente que no es nada fácil lo que estoy diciendo, ya lo sé,  y hay que tener  los cimientos bien anclados para arremeter contra todo lo que se ha ido adhiriendo a través de los siglos, hasta manchar el rostro de la iglesia, pero cuando nos pidió que lo bendijéramos,  siento que nos estaba diciendo que esto es tarea de todos y, aquel Padre nuestro que rezamos juntos toda la cristiandad, lo sentí como un compromiso de hacer una piña con él: no solo se trata de rezar por Francisco para que el Espíritu del Señor lo mantenga fuerte y lúcido, sino que en momentos de tormenta, él no pierda el timón y ninguno  de nosotros perdamos los remos, la fe, la ilusión, ni el coraje para remar en la misma dirección.

            Este modo de ser y de hacer está cautivando al mundo entero; en tan poco tiempo como lleva da la sensación que ha corrido más que en medio siglo de papado; yo siento que, después de Medellín, que fue la 1ª página que se abrió en serio del Concilio Vat. II, por fin, a los 50 años, comienza a abrirse otra página que todos estamos ansiando y que debemos escribir todos juntos. 

            Hay varios momentos duros que  espero no le tiemble el pulso y mantenga la dirección que ha cogido: cuando se tenga que enfrentar a una curia que, ciertamente, está marcada con otros signos y a la banca vaticana; no sé hasta qué punto van a ser capaces de aguantar el aire fresco de Francisco ni la coraza de Francisco aguantará los “virus” del resfriado

 

 

jueves, 25 de abril de 2013

CONFLICTOS ENTRE GENERACIONES


 
Se cuenta que el  profesor  Ronald Gibson comenzó una célebre conferencia sobre el conflicto generacional y lo hizo citando unas frases de grandes personajes de la historia, tal como ocurre con frecuencia cuando alguien quiere afianzar su exposición con testimonios  de autoridad en la materia y comenzó con estas afirmaciones: 

-“Nuestra juventud gusta del lujo y es mal educada, no hace caso a las autoridades y no tiene el menor respeto por los de mayor edad. Nuestros hijos hoy, son unos verdaderos tiranos. Ellos no se ponen de pie cuando entra una persona anciana. No respetan  la autoridad. Responden a sus padres y son, simplemente malos.”  

-“Ya no tengo ninguna esperanza en el futuro de nuestro país, si la juventud de hoy toma mañana el poder, porque esa juventud es insoportable, desenfrenada, simplemente horrible.”  

-“Nuestro mundo llegó a su punto crítico. Los hijos ya no escuchan a sus padres. El fin del mundo ya no puede estar muy lejos”  

-“Esta juventud está malograda hasta el fondo del corazón. Los jóvenes son malhechores y ociosos. Jamás serán como la juventud de antes. La juventud actual no será capaz de mantener nuestra cultura”   

            Después de leer estas frases y contemplar la expresión de la gente, se le ocurrió hacer  un pequeño sondeo entre el público asistente, para que dijeran quién creían que podría haber dicho estas afirmaciones. Cada uno  fue diciendo a quién le atribuía la autoría y al final, cuando todos quedaron en silencio, fue nombrando el autor de cada una de las frases:

La 1ª la pronunció  (Sócrates 470-399 a.C.)

La 2ª la pronunció (Hesiodo 720 a.C.)

La 3ª la pronunció (un sacerdote del año 2000 a.C.)

La 4ª la encontraron escrita  en una vasija de arcilla en las ruinas de Babilonia, la actual Bagdad con más de 4000 años de existencia 

Ante el estupor de la audiencia, el conferenciante concluyó diciendo: “Relájense, señores, que el problema ya ven que ha sido siempre el mismo”.

Es cierto que, para muchos padres y educadores, estas afirmaciones les traen un poco de consuelo, pero no deja de ser la receta del “mal de muchos, consuelo de tontos”, porque la verdad es que, los mejores años de la vida, donde hay más posibilidad de aumentar la riqueza de la persona, donde se han de afianzar los valores que han de servir de fuerza para todo el trayecto de la existencia, se convierten en el mayor vacío y descontrol, quedando ese espacio vacío para siempre.
Yo recuerdo con frecuencia la frase con la que me animaba un indígena de los Andes cuando en una reunión tratábamos el tema de los jóvenes que despreciaban la cultura de sus mayores, me decía: “Padrecito, lo que ocurre siempre es que la vaca, nunca se acuerda de que antes fue ternera” y, puede ser esa también una de las causas de que no logremos entendernos:  miramos y juzgamos desde la madurez, desde la experiencia, desde los prejuicios… incluso desde los intereses consolidados y, lógicamente, nos estrellamos, pues  “la ternera” nunca va a entender que todo eso que se le dice sea posible ni real. Después, a medida que se lo va encontrando, va recordando  y arrepintiéndose de la oportunidad que despreció.
Esto no quiere decir, de ninguna manera, que haya que dejarlos que se rompan la cabeza contra el sinsentido y la estupidez, porque eso resulta a la postre y, por eso nos hace sufrir tanto, pues nos damos cuenta, cuando ya no hay remedio, que es el mejor tiempo de la vida y lo desperdiciamos  de la manera más estúpida. Tal vez, por eso, aquellos indígenas, a esa edad la llaman “La edad del burro” como aquí la llamamos “La Edad del pavo”, porque  de una u otra forma, así suele el ser humano tomarse la vida

viernes, 19 de abril de 2013

LA POBREZA


En la cena del hambre 20-04-13
El otro día recibí una carta de Edith en la que me pedía que firmara una protesta en contra de un plan del gobierno que quiere explorar una zona de la selva, en la que habitan 9 etnias y de la que, con toda seguridad desaparecerán.
La codicia de los dólares salta por encima de las personas y no repara en nada. Cuando a esa gente se la expropia de sus tierras, que han recibido por herencia de siglos y que, en su historia no estuvieron sujetas a papeles ni a burocracia, sino que se fueron transmitiendo de padres a hijos, ahora los que han establecido las leyes, sin contar con las personas, por arte de magia llegan y dicen que esa tierra no es de nadie y que, por tanto, les pertenece y quien se oponga se lo llevan por delante.
Ciertamente, cuando nosotros oímos esto, nos quedamos escépticos y hasta no llegamos a darle mucho crédito, pues nos resulta algo salido de la realidad… las cosas cambian cuando empezamos a ver que, algo parecido empieza a querer darse entre nosotros, referente a la vivienda. En estas zonas de la tierra, ocurre a diario y quedan en la miseria y en la indefensión total, millones de personas de las que nadie se hace eco.
Es tremendamente lamentable ver cómo,  en tan poco tiempo hemos sido capaces de olvidar nuestra historia y montar un sistema que nos ha anestesiado, hasta el punto que no permitimos que nuestros niños vean realidades duras, pues decimos que herimos su sensibilidad y el niño lo pasa mal. Hemos creado un nuevo sistema en el que se repite lo mismo y se dan razones distintas a las que se venían dando para justificar la pobreza y la explotación:
        -Los judíos del tiempo de Jesús justificaban la pobreza diciendo que Dios castiga a los pecadores, privándoles de lo necesario para comer y bendice a sus fieles con la abundancia de los bienes.
        -La Biblia, en cambio, sostenía desde siempre, que Dios no quiere la pobreza y escucha el clamor de los explotados.
        -En una mentalidad laica, pasa del tema de Dios y sostiene que los pobres son el fruto de unas estructuras sociales de explotación y que, la realización plena de la sociedad, se dará el momento en que todos sean iguales.
        -Otra mentalidad más “antropológica” sostiene que hay diferentes clases de “personas” y que su misma naturaleza les inclina a ser de una manera o de otra, por lo tanto, siempre habrá pobres y ricos, porque eso ha existido desde siempre y hay personas que no saben ni pueden ser de otra manera. De la misma manera hay otros que nacieron con carácter de poderosos y siempre serán así.
        -Otra ideología muy común, que suele salir a flote con mucha frecuencia y que, hasta no hace más de un año, se defendía con fuerza: “El que es pobre es porque quiere, porque es un vago, porque no es capaz de adaptarse a las exigencias de la vida… Incluso en la actualidad, en medio de la tormenta en la que vivimos, todavía se oyen argumentos que justifican lo que padecemos: “si no se hubieran alargado hasta donde no llegaban…” “Si hubieran sido lo suficientemente sensatos…”.
Es triste escuchar argumentos como que: “en el tercer mundo son pobres porque no quieren trabajar, o porque dejan que sus gobernantes se lleven toda la riqueza, o porque no saben hacer otra cosas que traer hijos...”
Creo que la situación que estamos viviendo, ya que parece que hemos olvidado lo que se vivió hace unos 40 o 50 años atrás, nos puede refrescar la memoria y estar dando la clave de comprensión de la realidad: y es que, el juego de la pobreza o de la riqueza, es cosa de unos cuantos, que mueven las fichas y organizan la sociedad, de acuerdo a sus intereses y establecen los sistemas políticos que les conviene, para que realicen sus estrategias, y buscan sus filosofías para que den las razones que necesitan, e incluso, sus religiones para que los bendigan.
De todas formas, la conclusión es la misma: los pobres son el resultado de una estructura humana, basada en la codicia y en el afán de poder del hombre sobre el hombre, que instintivamente tiende a someter al hombre y utiliza todas las estrategias de poder, para sentirse superior y dominarlo, por lo tanto: nadie nace con naturaleza de pobre, sino que, en su inmensa mayoría, se les obliga a serlo.
Ciertamente, hay casos particulares de gente que prefiere vivir al día, como parásitos, enganchados en las costillas de los demás y, aunque les cambiaras la situación, seguirían viviendo así, pues renuncian voluntariamente a su dignidad, o prefieren entenderla así, pues les conviene. Pero esos casos no los podemos poner como ejemplo del POBRE ni es a ellos a quien nos referimos, ni sirven como referente de nada.
Cuando lees las posibilidades de vida del planeta, ves que superan en mucho las exigencias actuales, cuando ves que el gasto de cualquiera de los experimentos que se hacen, sería suficiente para solucionar el hambre o la educación del mundo… Cuando escuchas que con solo el dinero negro que hay fuera del país, en paraísos fiscales que, lógicamente, lo tienen unos cuantos, se resolvería todo el problema de la crisis… te das cuenta que esto es un juego estúpido de gente desalmada que le importa muy poco la vida del ser humano y del planeta y juegan con la humanidad como un niño con las piezas de un puzle, para formar la figura que les interesa.
En un momento, recuerdo que en la reunión que teníamos, yo sostenía que lo que vivimos no es real, pues las ¾ partes de la humanidad viven en la miseria y, alguien me respondió: “si viven así es porque quieren, pues siendo más, no tiene explicación que vivan dominados por la minoría”. De alguna manera llevaba razón, pues esa minoría vive así, gracias a la explotación que realiza sobre la mayoría.
Pero el argumento no es válido, en un mundo como el que hemos montado: aunque el individualismo que se ha establecido como norma, quiera convencernos de que nadie tiene que ver con su vecino, eso no es cierto, pues todo está interconectado, todo lo que hacemos  y, la forma cómo pensamos, está en mutua relación y hace que el sistema funcione así: nosotros podemos tener estos móviles de última generación y las compañías nos los pueden regalar, porque saben que eso va a multiplicar sus ganancias en exponentes increíbles, porque además, el material con que se produce está consiguiéndose con la muerte y la indefensión de niños esclavos, cuya situación de vida, el sistema se encarga de que no aparezca por ningún sitio.
Pensemos en el tema de la contaminación, de los vehículos, del petróleo… Hace ya mucho tiempo existen vehículos que no contaminan, que no necesitan petróleo, que estaría resuelto este problema de la humanidad… pero los grandes poderes financieros retiran todo eso y mantienen lo que hay, para que se siga explotando al mundo, mientras tanto, ellos ya tienen su espalda cubierta y los políticos están a sus órdenes para llevar adelante lo planes que ellos establezcan. La misma cosa ocurre con el tema de las medicinas o de los alimentos. Lo que menos importa es que la humanidad desaparezca, lo importante es que esos grandes mantengan su poder.
La iglesia ha mantenido siempre que los bienes y el derecho a ellos, es de todos y deben tener una función social. Incluso el referente que tenemos de Jesús y de las primeras comunidades de los Hechos de los Apóstoles, está clarísimo y va mucho más allá de todos los planteamientos políticos. Esto lleva consigo la necesidad de un planteamiento ético, de cara al  consumo de las cosas y al uso de nuestro dinero: moralmente no nos es lícito el “todo vale” si es que tengo dinero para sostenerlo, pues estoy atropellando los derechos de los demás.
Aunque se haya puesto el “consumo” como la clave del sistema, que se convierte en motor para crear necesidades, que son las que incitan a seguir consumiendo, sin más límite que el que impone el dinero que posees y te lo permite. Podemos aterrizar en algunos ejemplos:
No podemos sostener como lícito el que tenemos derecho a coches que alcanzan velocidades de 300 Kms. Hora y necesitan una energía que deja sin comer a un montón de gente, o la hacen desaparecer, como he comenzado la reflexión, mientras esos que se quedan sin comer, tienen que caminar varios Kms para ir a su lugar de trabajo, donde los tratan como a esclavos y se tienen que alquilar por una miseria.
No podemos seguir sintiendo que tenemos derecho a comernos como un aperitivo, antes de nuestra comida, algo que, incluso dejamos en el plato, cuando eso que nos dejamos, ha supuesto  más del sueldo que le han pagado al día a quien lo produjo.
No podemos seguir aupando y aclamando a un equipo de futbol que tiene como presupuesto más del PIB de un país y sus jugadores cobran una prima de 600.000 € por ganar un trofeo, que ni siquiera invierten en el país, para no pagar impuestos. Claramente es un sistema corrompido en la base y está abocado a la muerte y a la destrucción. Podríamos seguir sacando cosas en las que estamos metidos y que están íntimamente ligadas con la pobreza del mundo.
¿A qué lleva todo esto? Sencillamente, a que tomemos conciencia de dónde estamos; a que nos demos cuenta que manteniendo la forma de actuar, de pensar y, de sentir que “tenemos derecho”, estamos haciendo posible que este tinglado siga manteniéndose con fuerza.
El que nos reunamos aquí para hacer una “cena del hambre” no es para juntarnos un rato y comer algo que nos va a ir bien para nuestra dieta de adelgazamiento, sino para que pensemos que hay un montón de millones de personas que se acuestan sin cenar y que no pueden hacer más de una comida al día.
El que nos reunamos y tengamos presentes a todos estos que sufren es para que nos unamos a ellos y tomemos conciencia que la fuerza de los pobres no es el conformismo, sino la toma de conciencia de la injusticia establecida por el sistema y saber y convencernos que si ellos tienen la fuerza del poder, los pobres tienen la fuerza de la unión y la solidaridad.
En estos días de Pascua estamos oyendo en la Palabra de Dios cómo Jesús se va haciendo presente en el grupo reunido de los discípulos y les pide que se mantengan unidos. Estamos escuchando que les deja “SU” PAZ, que no es la que da el mundo, basada en los cánones del mundo: en la imagen, en el dinero, en la belleza corporal, en la autoestima, en llenarse de cosas, en el lujo… No. “SU” PAZ es el resultado de la práctica de la justicia, de la verdad y del amor; es la PAZ que llena de luz a la persona y la hace sentirse libre de todo y capaz de transformar el mundo.