Algo nuevo se mueve, algo que invita a la esperanza; hace mucho tiempo que estamos deseando ver un
signo de que algo se mueve, de que “Esto” camina. Puede ser que algo esté cambiando, se esté
moviendo, pero no sé a qué niveles será, pues el pueblo sencillo y de a pie no
lo ve ni lo percibe y siente que los pastores del rebaño están
muy distantes, ellos van por otro camino, dicen cosas que nadie entiende
ni le interesa, pues no saben a quién
van dirigidas.
Hace
mucho tiempo que el “rebaño” desconectó y siente que los pastores están en otra
onda, se siente solo: el pueblo sufre la
explotación, se siente engañado, sufre la persecución, el atropello… da la
sensación de que el lobo hubiera entrado en el corral y el pastor estuviera
durmiendo en los laureles, sin enterarse del destrozo que está metiendo en el
rebaño, mientras el pastor sigue entretenido con cuentos de hadas y preocupado
por la ropa que va a llevar en la fiesta o las flores que va a comprar para
adornar la celebración… mientras del redil hace ya mucho tiempo que
desaparecieron los trabajadores y se instalaron en los partidos políticos
porque no había respuesta a sus inquietudes y se fueron despotricando contra la
iglesia que les dio cobijo; se fueron también los intelectuales que se
revolvieron también furiosos contra ella porque los quiso callar con las leyes;
desaparecieron los jóvenes tachándola de ancestral y anquilosada y los
políticos la colocaron en el punto de mira; alguien se pregunta:¿qué pasará el
día que digan las mujeres de irse? Porque los hombres hace también mucho tiempo
que se fueron y n o quieren saber nada de ella.
Pero
es curioso: a Jesús se le quiere, se le considera un “bien universal” para toda
la humanidad y a todo el sector comprometido con los pobres se le admira y se
le respeta, pero la cúspide de la pirámide ni se la respeta, ni se la estima,
ni se la escucha, se la detesta y hasta muchos sectores la odian a muerte.
¿Qué
ha pasado para que el rebaño haya distinguido tajantemente entre la imagen de
Cristo y la de sus pastores, hasta el punto que diga que cree en Cristo, pero
no en la iglesia? ¿Qué ha ocurrido para que se adopte la imagen de los
príncipes de la tierra y haya desaparecido la imagen de Jesús “servidor” cuando
Él dejó expresamente dicho: “Vosotros no podéis ser así”?
Llevamos
mucho ansiando que nuestra iglesia sea un reflejo de Jesús y no del poder de la
tierra y, también estamos viviendo con tristeza el hecho de que, cuando alguien
intenta tomarse en serio el evangelio, se le tacha de revolucionario, de
desestabilizador, de visionario…
Ya
llevamos unas semanas y lo estamos
viendo cómo se desenvuelve, no puedo evitar el confesar mis sentimientos: En ningún momento lo
he visto ni encumbrado ni agobiado, tengo la sensación de que algo muy importante lo tiene muy claro y fue lo
único que Jesús le pidió a Pedro: ¿“Me amas?” y Francisco parece tener esto muy
claro y, ¡¡Eso es fundamental!!
Como
mucha gente, yo también voy siguiendo los pasos del Papa Francisco, he
escuchado ya de todo: desde los que lo tachan de imprudente y de esnobismo,
hasta los que se alegran, como yo, de ver que algo empieza a moverse.
Me
alegra que haya cogido a S. Francisco de Asís como referente, hasta lo veo como
una linda inspiración del Espíritu Santo, pues hay muchas cosas que tienen su
punto de convergencia:
Si
comparamos los momentos históricos, hay muchas cosas que vienen a ser como un
calco:
-En
el s. XII-XIII, el momento en que vive Francisco de Asís no es tampoco un
modelo de referencia evangélica el que vive la iglesia: el pueblo vive en la
miseria, mientras que la nobleza y el clero viven en el máximo esplendor y el
mismo Papa Inocencio III tiene aspiraciones imperiales de poder absoluto en el
mundo, en nombre de Cristo.
“Francesco”, siendo joven se da cuenta que el
camino que lleva no le conduce a ningún sitio, pues no se puede vivir de
espaldas a la realidad y al pueblo en el que vive.
En un momento en que cae enfermo se enfrenta a sí mismo, después es cogido
preso y estando en la cárcel siente que
Dios le pide que cambie su vida y le ayude a “Construir la iglesia”. Sale de la
cárcel dispuesto a reorientar su vida y el primer obstáculo lo encuentra en su
misma familia; comenzó reconstruyendo algunas ermitas que se encontraban en
ruinas pero pronto se dio cuenta que no era esa la iglesia que le pedía Dios,
sino la de “piedras vivas”
Se trata de seguir el camino que Cristo le ha marcado y
está dispuesto a seguirlo hasta las últimas consecuencias. Francesco emprende
un proyecto de vida que se va a convertir
en el anti signo de la iglesia del momento: una iglesia enfrascada en
establecer el evangelio como poder imperial. Francesco, en cambio, pone el evangelio, salido de Jesús, como la
única forma, no de poder, sino de transformación del mundo, a través del Reino
de Dios. Y pone su fuerza justamente en la pobreza y en el desprendimiento
total y radical, junto con la sencillez y el acercamiento al pueblo que sufre
en la calle y en los suburbios, donde muere de hambre, mientras los grandes
derrochan y banquetean.
Sin cortar con Roma, Francisco
inició una profunda reforma, dedicándose a reconstruir la iglesia desde los
cimientos, sacando todo lo mejor que tiene el ser humano.
El movimiento que emprendió
Francisco, fue de tal calado, que en el año 1210, el Papa Inocencio III
reconoció su camino y aprobó el movimiento que había iniciado.
El
momento actual, que es un verdadero cambio de época, donde se han roto muchas
fronteras, donde las noticias se viven en todo el mundo en tiempo real, donde
se ha globalizado todo, menos el BIEN, donde hay instrumentos para poder
globalizarlo todo y de hecho se están usando para destruir la humanidad, pues
se esconde y se obstaculiza el BIEN, una época en la que el mundo se percibe
con otras categorías…
Es
un momento en el que se escucha un gemido, que en muchos sitios llega a ser un
grito desesperado, que está pidiendo un cambio radical en todos los niveles y,
lógicamente, en la cabeza de la iglesia, porque los pies van en muchos momentos
y lugares en otra dirección: no puede estar la cabeza preocupada del peinado
que se hace, o del sombrero que va a lucir, mientras los pies aguantan el peso y caminan descalzos.
JORGE
BERGOGLIO, en este siglo XXI, en un mundo en cambio profundo, escucha la voz de
Jesús que de nuevo le dice: “Necesito un nuevo Francisco que rejuvenezca mi
iglesia” y ha ido a buscarlo en “el fin del mundo”; pero Jorge ha tenido el coraje de decir SÍ y ha sido
lindo que mire a Francesco: sencillo, sonriente, afable, cercano,
descomplicado… y ha comenzado diciendo que él quiere la iglesia que quiso
Cristo: una iglesia pobre que esté al lado de los pobres y, viene repitiendo
que no se trata de representar un papel aparentando se pobres, sino serlo de
verdad y estar al lado de los pobres, a quienes hace protagonistas de su
liberación realizando la justicia social.
Pero
lo que más nos agrada a todos es que estamos viendo que no se trata de
esnobismo lo que hace –como decíamos al principio- sino que le nace como algo natural y está
prescindiendo, sin darle la menor
importancia, de detalles que lo alejaban del pueblo: comenzó saludando a la
gente como lo hace todo el mundo: nos llamó “hermanos” y no “Hijos” y pidió al
pueblo que lo bendijeran a él, que es tanto como pedirle al rebaño que no lo
dejen solo y le pidan al Padre Dios que le ayude a dirigir las cosas por el
camino recto; y fue capaz de poner a rezar a todo el mundo la oración del Padre
nuestro… ¡Ya
era hora de escuchar a un Papa como a un amigo cercano que es capaz, incluso,
de bromear con los cardenales diciendo que
“Dios les perdone por lo que han hecho…”! No se puede pensar en una forma más
franciscana de empezar un camino ni un proyecto.
Empezó renunciando a ponerse unos zapatos especiales que nadie
sabíamos cómo estaban hechos hasta que
él dijo que no se ponía eso, pues han de valer un dineral; y el famoso anillo de oro del Papa que todo el
mundo saca a relucir, ¡qué alegría que no lo haya querido así! Y haya aceptado
uno sencillo de menos valor que cualquiera de los que se pone cualquier
ciudadano. Tampoco ha querido otro pectoral que aquel de metal que les regaló
Juan Pablo II en el sínodo de los obispos, ni el sillón de la sala de
encuentros. De la misma manera ha preferido vivir en la residencia Sta. Marta,
donde viven los curas de Roma, y donde él vivió cuando iba a Roma.
Y
lo estamos viendo cómo rompe el protocolo que hay establecido y se baja del
“papamóvil” para firmar en la escayola de una niña que tiene rota la pierna, o
se arrodilla para lavar los pies de dos
chicas en una cárcel de menores… y le dice a los sacerdotes que se salgan del
templo y vayan al barrio a hablar con la gente, que deben oler a “ovejas” y no
a otra cosa, que no deben ser funcionarios, sino pastores y les dice a los cardenales que los quiere
intachables…
Todo
esto lo estamos viendo a diario, pero cuando ahora los medios de comunicación,
que andan buscando dónde podrán encontrarle algún fallo, nos lo van presentando
y nos vamos encontrando que en su vida
ha venido haciendo así, nos llena de alegría ver que no se trata de algo que se
le ha ocurrido ahora para llenar las páginas de los diarios.
Ya sé que suena a
tontería el detenerse en estos detalles, pero es que, precisamente, estas tonterías son las primeras que se interponen entre el pastor y su pueblo, y
cuando una tontería se pone como
obstáculo, lo importante ya no se puede ni soñar. Por tanto, no considero
irrelevantes estos detalles, que
en muchos momentos hacen que las puertas hacia el encuentro se
mantengan cerradas, algo así como si los sensores de las puertas de un edificio se ensucian con el polvo y se impide el desarrollo normal
con algo tan simple.
No
son discursos bonitos y profundos lo que está dando, que ya son interesantes,
sino gestos de sencillez y de cercanía que le nacen de lo más profundo de su
ser y que nos hacen pensar que era también lo que él estaba pidiendo a la
cabeza desde hace mucho tiempo.
Son momentos difíciles por los que atraviesa
la iglesia y creo que es justamente esta
situación dura, la ideal para que se despoje de todo lo que le afea y la hace
asociarse a lo que Jesús nunca deseó.
Soy consciente que no es nada fácil
lo que estoy diciendo, ya lo sé, y hay
que tener los cimientos bien anclados
para arremeter contra todo lo que se ha ido adhiriendo a través de los siglos,
hasta manchar el rostro de la iglesia, pero cuando nos pidió que lo bendijéramos, siento que nos estaba diciendo que esto es
tarea de todos y, aquel Padre nuestro que rezamos juntos toda la cristiandad,
lo sentí como un compromiso de hacer una piña con él: no solo se trata de rezar
por Francisco para que el Espíritu del Señor lo mantenga fuerte y lúcido, sino
que en momentos de tormenta, él no pierda el timón y ninguno de nosotros perdamos los remos, la fe, la
ilusión, ni el coraje para remar en la misma dirección.
Este
modo de ser y de hacer está cautivando al mundo entero; en tan poco tiempo como
lleva da la sensación que ha corrido más que en medio siglo de papado; yo
siento que, después de Medellín, que fue la 1ª página que se abrió en serio del
Concilio Vat. II, por fin, a los 50 años, comienza a abrirse otra página que
todos estamos ansiando y que debemos escribir todos juntos.
Hay varios momentos duros que espero no le tiemble el pulso y mantenga la
dirección que ha cogido: cuando se tenga que enfrentar a una curia que,
ciertamente, está marcada con otros signos y a la banca vaticana; no sé hasta
qué punto van a ser capaces de aguantar el aire fresco de Francisco ni la
coraza de Francisco aguantará los “virus” del resfriado