viernes, 26 de abril de 2013

LA IGLESIA DE FRANCISCO


            Algo nuevo se mueve, algo que invita a la esperanza;  hace mucho tiempo que estamos deseando ver un signo de que algo se mueve, de que “Esto” camina.  Puede ser que algo esté cambiando, se esté moviendo, pero no sé a qué niveles será, pues el pueblo sencillo y de a pie no lo ve ni lo percibe y siente que los pastores del rebaño  están  muy distantes, ellos van por otro camino, dicen cosas que nadie entiende ni  le interesa, pues no saben a quién van dirigidas.

            Hace mucho tiempo que el “rebaño” desconectó y siente que los pastores están en otra onda,  se siente solo: el pueblo sufre la explotación, se siente engañado, sufre la persecución, el atropello… da la sensación de que el lobo hubiera entrado en el corral y el pastor estuviera durmiendo en los laureles, sin enterarse del destrozo que está metiendo en el rebaño, mientras el pastor sigue entretenido con cuentos de hadas y preocupado por la ropa que va a llevar en la fiesta o las flores que va a comprar para adornar la celebración… mientras del redil hace ya mucho tiempo que desaparecieron los trabajadores y se instalaron en los partidos políticos porque no había respuesta a sus inquietudes y se fueron despotricando contra la iglesia que les dio cobijo; se fueron también los intelectuales que se revolvieron también furiosos contra ella porque los quiso callar con las leyes; desaparecieron los jóvenes tachándola de ancestral y anquilosada y los políticos la colocaron en el punto de mira; alguien se pregunta:¿qué pasará el día que digan las mujeres de irse? Porque los hombres hace también mucho tiempo que se fueron y n o quieren saber nada de ella.

            Pero es curioso: a Jesús se le quiere, se le considera un “bien universal” para toda la humanidad y a todo el sector comprometido con los pobres se le admira y se le respeta, pero la cúspide de la pirámide ni se la respeta, ni se la estima, ni se la escucha, se la detesta y hasta muchos sectores la odian a muerte.

            ¿Qué ha pasado para que el rebaño haya distinguido tajantemente entre la imagen de Cristo y la de sus pastores, hasta el punto que diga que cree en Cristo, pero no en la iglesia? ¿Qué ha ocurrido para que se adopte la imagen de los príncipes de la tierra y haya desaparecido la imagen de Jesús “servidor” cuando Él dejó expresamente dicho: “Vosotros no podéis ser así”?

            Llevamos mucho ansiando que nuestra iglesia sea un reflejo de Jesús y no del poder de la tierra y, también estamos viviendo con tristeza el hecho de que, cuando alguien intenta tomarse en serio el evangelio, se le tacha de revolucionario, de desestabilizador, de visionario…

            Ya llevamos  unas semanas y lo estamos viendo cómo se desenvuelve, no puedo evitar el confesar mis sentimientos: En ningún momento lo he visto ni encumbrado ni agobiado, tengo la sensación de que algo  muy importante lo tiene muy claro y fue lo único que Jesús le pidió a Pedro: ¿“Me amas?” y Francisco parece tener esto muy claro y, ¡¡Eso es fundamental!!

            Como mucha gente, yo también voy siguiendo los pasos del Papa Francisco, he escuchado ya de todo: desde los que lo tachan de imprudente y de esnobismo, hasta los que se alegran, como yo, de ver que algo empieza a moverse.

            Me alegra que haya cogido a S. Francisco de Asís como referente, hasta lo veo como una linda inspiración del Espíritu Santo, pues hay muchas cosas que tienen su punto de convergencia:

            Si comparamos los momentos históricos, hay muchas cosas que vienen a ser como un calco:

                        -En el s. XII-XIII, el momento en que vive Francisco de Asís no es tampoco un modelo de referencia evangélica el que vive la iglesia: el pueblo vive en la miseria, mientras que la nobleza y el clero viven en el máximo esplendor y el mismo Papa Inocencio III tiene aspiraciones imperiales de poder absoluto en el mundo, en nombre de Cristo.

             “Francesco”, siendo joven se da cuenta que el camino que lleva no le conduce a ningún sitio, pues no se puede vivir de espaldas a la realidad y al pueblo en el que vive.

En un momento en que cae enfermo  se enfrenta a sí mismo, después es cogido preso  y estando en la cárcel siente que Dios le pide que cambie su vida y le ayude a “Construir la iglesia”. Sale de la cárcel dispuesto a reorientar su vida y el primer obstáculo lo encuentra en su misma familia; comenzó reconstruyendo algunas ermitas que se encontraban en ruinas pero pronto se dio cuenta que no era esa la iglesia que le pedía Dios, sino la de “piedras vivas”

            Se trata  de seguir el camino que Cristo le ha marcado y está dispuesto a seguirlo hasta las últimas consecuencias. Francesco emprende un proyecto de vida que se va a convertir  en el anti signo de la iglesia del momento: una iglesia enfrascada en establecer el evangelio como poder imperial. Francesco, en cambio,  pone el evangelio, salido de Jesús, como la única forma, no de poder, sino de transformación del mundo, a través del Reino de Dios. Y pone su fuerza justamente en la pobreza y en el desprendimiento total y radical, junto con la sencillez y el acercamiento al pueblo que sufre en la calle y en los suburbios, donde muere de hambre, mientras los grandes derrochan y banquetean.

            Sin cortar con Roma, Francisco inició una profunda reforma, dedicándose a reconstruir la iglesia desde los cimientos, sacando todo lo mejor que tiene el ser humano.

            El movimiento que emprendió Francisco, fue de tal calado, que en el año 1210, el Papa Inocencio III reconoció su camino y aprobó el movimiento que había iniciado.

            El momento actual, que es un verdadero cambio de época, donde se han roto muchas fronteras, donde las noticias se viven en todo el mundo en tiempo real, donde se ha globalizado todo, menos el BIEN, donde hay instrumentos para poder globalizarlo todo y de hecho se están usando para destruir la humanidad, pues se esconde y se obstaculiza el BIEN, una época en la que el mundo se percibe con otras categorías…

            Es un momento en el que se escucha un gemido, que en muchos sitios llega a ser un grito desesperado, que está pidiendo un cambio radical en todos los niveles y, lógicamente, en la cabeza de la iglesia, porque los pies van en muchos momentos y lugares en otra dirección: no puede estar la cabeza preocupada del peinado que se hace, o del sombrero que va a lucir, mientras los pies aguantan  el peso y caminan descalzos.

            JORGE BERGOGLIO, en este siglo XXI, en un mundo en cambio profundo, escucha la voz de Jesús que de nuevo le dice: “Necesito un nuevo Francisco que rejuvenezca mi iglesia” y ha ido a buscarlo en “el fin del mundo”; pero Jorge  ha tenido el coraje de decir SÍ y ha sido lindo que mire a Francesco: sencillo, sonriente, afable, cercano, descomplicado… y ha comenzado diciendo que él quiere la iglesia que quiso Cristo: una iglesia pobre que esté al lado de los pobres y, viene repitiendo que no se trata de representar un papel aparentando se pobres, sino serlo de verdad y estar al lado de los pobres, a quienes hace protagonistas de su liberación realizando la justicia social.

            Pero lo que más nos agrada a todos es que estamos viendo que no se trata de esnobismo lo que hace –como decíamos al principio-  sino que le nace como algo natural y está prescindiendo,  sin darle la menor importancia, de detalles que lo alejaban del pueblo: comenzó saludando a la gente como lo hace todo el mundo: nos llamó “hermanos” y no “Hijos” y pidió al pueblo que lo bendijeran a él, que es tanto como pedirle al rebaño que no lo dejen solo y le pidan al Padre Dios que le ayude a dirigir las cosas por el camino recto; y fue capaz de poner a rezar a todo el mundo la oración del Padre nuestro… ¡Ya era hora de escuchar a un Papa como a un amigo cercano que es capaz, incluso, de bromear con los cardenales diciendo que  “Dios les perdone por lo que han hecho…”!  No se puede pensar en una forma más franciscana de empezar un camino ni un proyecto.

Empezó renunciando a ponerse unos zapatos especiales que nadie sabíamos cómo estaban hechos  hasta que él dijo que no se ponía eso, pues han de valer un dineral;  y el famoso anillo de oro del Papa que todo el mundo saca a relucir, ¡qué alegría que no lo haya querido así! Y haya aceptado uno sencillo de menos valor que cualquiera de los que se pone cualquier ciudadano. Tampoco ha querido otro pectoral que aquel de metal que les regaló Juan Pablo II en el sínodo de los obispos, ni el sillón de la sala de encuentros. De la misma manera ha preferido vivir en la residencia Sta. Marta, donde viven los curas de Roma, y donde él vivió cuando iba a Roma.

            Y lo estamos viendo cómo rompe el protocolo que hay establecido y se baja del “papamóvil” para firmar en la escayola de una niña que tiene rota la pierna, o se arrodilla para lavar los pies  de dos chicas en una cárcel de menores… y le dice a los sacerdotes que se salgan del templo y vayan al barrio a hablar con la gente, que deben oler a “ovejas” y no a otra cosa, que no deben ser funcionarios, sino pastores  y les dice a los cardenales que los quiere intachables…

            Todo esto lo estamos viendo a diario, pero cuando ahora los medios de comunicación, que andan buscando dónde podrán encontrarle algún fallo, nos lo van presentando y  nos vamos encontrando que en su vida ha venido haciendo así, nos llena de alegría ver que no se trata de algo que se le ha ocurrido ahora para llenar las páginas de los diarios.

            Ya sé que suena a tontería el detenerse en estos detalles, pero es que, precisamente, estas  tonterías son las primeras que  se interponen entre el pastor y su pueblo, y cuando una tontería  se pone como obstáculo, lo importante ya no se puede ni soñar. Por tanto,  no considero  irrelevantes estos detalles,  que en muchos momentos hacen que las puertas hacia el encuentro  se  mantengan cerradas, algo así como si los sensores de las  puertas de un edificio se ensucian  con el polvo y se impide el desarrollo normal con algo tan simple.

            No son discursos bonitos y profundos lo que está dando, que ya son interesantes, sino gestos de sencillez y de cercanía que le nacen de lo más profundo de su ser y que nos hacen pensar que era también lo que él estaba pidiendo a la cabeza desde hace mucho tiempo.

Son momentos difíciles por los que atraviesa la iglesia y creo que es  justamente esta situación dura, la ideal para que se despoje de todo lo que le afea y la hace asociarse a lo que Jesús nunca deseó.

            Soy consciente que no es nada fácil lo que estoy diciendo, ya lo sé,  y hay que tener  los cimientos bien anclados para arremeter contra todo lo que se ha ido adhiriendo a través de los siglos, hasta manchar el rostro de la iglesia, pero cuando nos pidió que lo bendijéramos,  siento que nos estaba diciendo que esto es tarea de todos y, aquel Padre nuestro que rezamos juntos toda la cristiandad, lo sentí como un compromiso de hacer una piña con él: no solo se trata de rezar por Francisco para que el Espíritu del Señor lo mantenga fuerte y lúcido, sino que en momentos de tormenta, él no pierda el timón y ninguno  de nosotros perdamos los remos, la fe, la ilusión, ni el coraje para remar en la misma dirección.

            Este modo de ser y de hacer está cautivando al mundo entero; en tan poco tiempo como lleva da la sensación que ha corrido más que en medio siglo de papado; yo siento que, después de Medellín, que fue la 1ª página que se abrió en serio del Concilio Vat. II, por fin, a los 50 años, comienza a abrirse otra página que todos estamos ansiando y que debemos escribir todos juntos. 

            Hay varios momentos duros que  espero no le tiemble el pulso y mantenga la dirección que ha cogido: cuando se tenga que enfrentar a una curia que, ciertamente, está marcada con otros signos y a la banca vaticana; no sé hasta qué punto van a ser capaces de aguantar el aire fresco de Francisco ni la coraza de Francisco aguantará los “virus” del resfriado