miércoles, 29 de mayo de 2013

CONFLICTO ENTRE GENERACIONES


 

Se cuenta que el  profesor  Ronald Gibson comenzó una célebre conferencia sobre el conflicto generacional y lo hizo citando unas frases de grandes personajes de la historia, tal como ocurre con frecuencia cuando alguien quiere afianzar su exposición con testimonios  de autoridad en la materia y comenzó con estas afirmaciones: 

-“Nuestra juventud gusta del lujo y es mal educada, no hace caso a las autoridades y no tiene el menor respeto por los de mayor edad. Nuestros hijos hoy, son unos verdaderos tiranos. Ellos no se ponen de pie cuando entra una persona anciana. No respetan  la autoridad. Responden a sus padres y son, simplemente malos.”  

-“Ya no tengo ninguna esperanza en el futuro de nuestro país, si la juventud de hoy toma mañana el poder, porque esa juventud es insoportable, desenfrenada, simplemente horrible.”  

-“Nuestro mundo llegó a su punto crítico. Los hijos ya no escuchan a sus padres. El fin del mundo ya no puede estar muy lejos”  

-“Esta juventud está malograda hasta el fondo del corazón. Los jóvenes son malhechores y ociosos. Jamás serán como la juventud de antes. La juventud actual no será capaz de mantener nuestra cultura”  

            Después de leer estas frases y contemplar la expresión de la gente, se le ocurrió hacer  un pequeño sondeo entre el público asistente, para que dijeran quién creían que podría haber dicho estas afirmaciones. Cada uno  fue diciendo a quién le atribuía la autoría y al final, cuando todos quedaron en silencio, fue nombrando el autor de cada una de las frases:

La 1ª la pronunció  (Sócrates 470-399 a.C.)

La 2ª la pronunció (Hesiodo 720 a.C.)

La 3ª la pronunció (un sacerdote del año 2000 a.C.)

La 4ª la encontraron escrita  en una vasija de arcilla en las ruinas de Babilonia, la actual Bagdad con más de 4000 años de existencia 

Ante el estupor de la audiencia, el conferenciante concluyó diciendo: “Relájense, señores, que el problema ya ven que ha sido siempre el mismo”. 

Es cierto que, para muchos padres y educadores, estas afirmaciones les traen un poco de consuelo, pero no deja de ser la receta del “mal de muchos, consuelo de tontos”, porque la verdad es que, los mejores años de la vida, donde hay más posibilidad de aumentar la riqueza de la persona, donde se han de afianzar los valores que han de servir de fuerza para todo el trayecto de la existencia, se convierten en el mayor vacío y descontrol, quedando ese espacio vacío para siempre.

Yo recuerdo con frecuencia la frase con la que me animaba un indígena de los Andes cuando en una reunión tratábamos el tema de los jóvenes que despreciaban la cultura de sus mayores, me decía: “Padrecito, lo que ocurre siempre es que la vaca, nunca se acuerda de que antes fue ternera” y, puede ser esa también una de las causas de que no logremos entendernos:  miramos y juzgamos desde la madurez, desde la experiencia, desde los prejuicios… incluso desde los intereses consolidados y, lógicamente, nos estrellamos, pues  “la ternera” nunca va a entender que todo eso que se le dice sea posible ni real. Después, a medida que se lo va encontrando, va recordando  y arrepintiéndose de la oportunidad que despreció.

Esto no quiere decir, de ninguna manera, que haya que dejarlos que se rompan la cabeza contra el sinsentido y la estupidez, porque eso resulta a la postre y, por eso nos hace sufrir tanto, pues nos damos cuenta, cuando ya no hay remedio, que es el mejor tiempo de la vida y lo desperdiciamos  de la manera más estúpida. Tal vez, por eso, aquellos indígenas, a esa edad la llaman “La edad del burro” como aquí la llamamos “La Edad del pavo”, porque  de una u otra forma, así suele el ser humano tomarse la vida.