sábado, 15 de abril de 2017

ACONTECIMIENTO CUMBRE


Jueves Santo 2017

        El momento es fortísimo: Jesús sabe que sus horas están contadas. No se plantea huir, sino que desea vivir los momentos últimos de su vida con sus amigos más cercanos, tiene necesidad de compartir con ellos todo lo que siente; es una despedida en la que les quiere dejar unas cuantas cosas claras, para que las tengan siempre presentes.
        A partir de ahora se van a levantar muchos interrogantes, les van a asaltar dudas, decepciones… ¿En qué va a quedar todo lo que les ha venido diciendo sobre el reino? ¿Qué van a hacer ellos ahora? ¿Quién les va a alentar de ahora en adelante…?
        Esta noche en Jerusalén hay como tres ambientes de celebración muy distintos: por un lado están todos los peregrinos que han venido a celebrar la fiesta y cada uno ha pasado todo el día buscando pan y el cordero para celebrar en algún rincón de Jerusalén, con su familia, el recuerdo de la salida de la esclavitud de Egipto.

        Por otro lado están todos los sumos sacerdotes, el sanedrín y los jefes que han preferido dejar la celebración de la cena pascual para dedicarse a buscar las formas de coger preso a Jesús, montarle un juicio rápido, antes de que la gente se dé cuenta y matarlo, con el fin de no alterar la celebración de la fiesta.
        El otro ambiente es el de Jesús: esta noche no se ha querido ir a Betania y celebrar con sus amigos; se ha querido quedar en Jerusalén, pero aunque su cena la ha enmarcado en un ambiente pascual, lo que Él ha querido celebrar es otra cosa, de hecho no hace alusión alguna a lo que todos están recordando: la salida de Egipto.
        Esta noche no es una comida como las muchas que hizo cuando quería compartir algo con sus amigos. Esta era la cena más importante de su vida que había deseado con toda su alma celebrar, era la última cena que compartiría con ellos en este mundo, la próxima será cuando esté terminada la obra del reino que ha comenzado y que, ahora deja en las manos de sus amigos.

        En esta noche hay dos sentimientos que embargan a Jesús y que no puede darles de lado: 1º la certeza de su muerte inminente que le hace estar en una tensión impresionante, pues además, lo saben todos; el 2º sentimiento que lo embarga es que todo lo que ha venido predicando, toda la ilusión y la esperanza que ha puesto y ha querido inculcar en sus amigos no puede quedar truncada, eso tiene que seguir adelante hasta implantarse, y quiere dejarles claro cómo ha de ser. ¡Pues eso llega! y el próximo encuentro será cuando esté concluido el proyecto: «Os aseguro: ya no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que lo beba, nuevo, en el reino de Dios»
        Jesús está dolido de ver cómo su pueblo no ha querido escuchar el mensaje de Dios y se ha cerrado a la gran noticia que le ha traído y ha preferido matarlo, como hizo siempre con todos los profetas; pero una vez más está seguro de que Dios saldrá al paso y no va a permitir que se trunque su proyecto. Él está tranquilo de haber sido fiel a su misión, ha hecho todo lo que Dios le ha pedido y Dios no va a fallar, nunca lo ha hecho. La cena de hoy es un símbolo de lo que será la cena del triunfo definitivo en el reino de los cielos, donde brindarán con el “vino nuevo”
        Jesús sigue el ritmo normal de la cena judía, pero rompe el rito en los momentos en los que quiere dar otro contenido completamente nuevo:
        1º- Jesús se levanta, coge un pan, pronuncia una bendición y todos responden “Amén”. Este gesto es algo que todos conocen pues es lo que indica el ritual; después se lo reparte y todos entienden que la comunión en ese pan es la participación en la bendición de Dios que ha invocado.

        Este gesto caía muy mal cuando Jesús lo hacía con los pecadores y los desechados del pueblo. Pero este noche Jesús añade un gesto nuevo: mientras les distribuye el pan les va diciendo: “Tomad y comed todos de este pan. Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía”
        El desconcierto en el grupo fue impresionante: nunca le habían oído decir esto; estas palabras no estaban contempladas en el ritual.
        Pero la sorpresa es todavía más grande cuando al final de la cena: normalmente el que presidía, cogía en su mano derecha una copa, la levantaba un poco sobre la mesa para que la vieran todos, hacía una oración de acción de gracias por la comida que habían compartido y todos respondían “Amén”; después cogía su copa, tomaba un poco del vino e invitaba a que lo hicieran todos y cada uno cogía su copa y brindaban todos juntos. Pero ahora Él cambió el rito: coge su copa, bebe y se la pasa a sus amigos para que todos beban de la misma copa; todos comparten la misma copa y mientras lo van haciendo les dice: “Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que bebáis, en memoria mía”.

        Es el momento cumbre, como aquel en que Dios en el Sinaí sella con Moisés. Es el compromiso que hace Jesús para esta nueva etapa que se abre, para que continúe la construcción del reino. Esta será la fuente de donde podrán seguir bebiendo y dónde podrán recoger toda la fuerza que necesiten. Él se convierte en el alimento que los sostiene, en la bebida que les fortalece.
        Jesús hace de esta cena de despedida el momento cumbre de su vida, en donde resume todo lo que ha hecho y lo expresa de forma impresionante: su vida ha sido una entrega total y queda expresado en ese pan y ese vino que se reparten para ser comido y bebido: el signo desborda el significado: no se puede hacer más, ahí se ha completado el máximo exponente de la “encarnación”: se hace carne de nuestra carne y vida de nuestra vida. ¡Imposible expresar el amor de otra forma más grande!
        Por otro lado deja también de forma esplendida expresado cuál ha sido su actitud de vida: rompe el ritual levantándose, cogiendo una toalla y se arrodilla a lavarle los pies a sus amigos, cosa que era impensable que hiciera el dueño de casa; estas cosas estaban reservadas solo a los esclavos. Pero su vida entera ha sido una entrega en el servicio y muere precisamente como un esclavo. Él ha estado hasta el último momento “Como el que sirve” y quiere que esto quede grabado muy claro en la memoria entre los suyos.
        Todo esto que está haciendo es lo que le va a dar el sentido completo a lo que va a ocurrir en lo alto del calvario: Él va allí porque lo ha decidido, pues podía haber huido y haber evitado todo lo que ocurrió, pero su misma venida no ha tenido otro sentido que el rescate de todos y ahora culmina su obra de entrega ofreciendo su vida al Padre por todos.
        Esta lección quedó muy grabada en la memoria de todas las comunidades cristianas: dejó indicado el camino, dejó establecida la fuente de donde tendrían que alimentarse en el camino, dejó bien clara la postura que hemos de tener: «El que quiera ser grande entre vosotros, será vuestro servidor; y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos».  y dejó, por fin, clarificado que Él no nos dejaría huérfanos, Él se quedaba con nosotros hasta que nos volvamos a reunir de nuevo, para el nuevo banquete en el reino de los cielos.
        Se ha hecho carne de nuestra carne, vida de nuestra vida e historia de nuestra historia. Nuestro destino es el suyo