Melitón Bruque García
Había
dos chicas pidiendo una colaboración para Cáritas; una de ellas se dirigió a mí
y la otra se dirigió a una pareja que venía detrás; le di un euro que tenía
suelto y amablemente me dio las gracias,
pero la pareja la oí que le respondió a la otra chica de forma grosera que no
estaban dispuestos a mantener parásitos.
Después continuaron la marcha despotricando contra Cáritas y contra la iglesia,
diciendo que lo único que se hace es mantener a “pillos” y “maleantes” que viven riéndose de todo el
mundo…
Por
supuesto, no le dieron nada a la chica y, en voz alta se fueron justificando
su postura por medio de la calle.
Esto
que he visto esta mañana, día de Caritas, en que queremos que los pobres
sientan que Dios se ha acercado al hombre que vive en el abandono, es la postura que estamos viendo que va
tomando cuerpo entre la gente por culpa de muchas actitudes que se mantienen y
que no tienen justificación alguna.
Mantener
ciertas actitudes en la sociedad, es como dejar que malas hierbas nazcan, crezcan y se
reproduzcan en un jardín; cuando queremos acordar, lo han invadido todo y
han esterilizado el terreno, impidiendo
que crezcan buenas plantas. Es el problema que ocurre en una sociedad cuando se
le subvenciona todo y se acostumbra a la gente a vivir sin tener que trabajar,
se cree que el dinero no es de nadie; si esa situación se mantiene por mucho
tiempo, se derrumba la estructura social por la corrupción
S.
Pablo hace frente a este problema que
hace mucho daño en las comunidades y les dice con toda claridad,
poniéndose él mismo como ejemplo, pues a él le asistía el derecho a vivir con lo que le diesen los demás, pero
no aceptó ser carga para nadie: “Hermanos,
les ordenamos en nombre de Cristo Jesús, el Señor, que se aparten de todo
hermano que viva sin control ni regla,… Ya saben cómo tienen que imitarnos,
pues no vivimos sin control ni regla mientras estuvimos entre ustedes. No pedimos a nadie un pan que no hubiéramos
ganado, sino que trabajamos duramente noche y día hasta cansarnos, para no ser
una carga para ninguno. Teníamos, por supuesto, el derecho de actuar en otra
forma, pero quisimos ser para ustedes un modelo que imitar.
Además,
cuando estábamos con ustedes les dijimos claramente: el que no quiera trabajar,
que tampoco coma. Pero ahora hemos oído que hay entre ustedes algunos que viven
sin control ni regla y no hacen nada, (2Tes 3, 6-11)
Efectivamente,
los “pillos” son un problema donde quiera que entran y, desgraciadamente los
hay en todo: en la Hacienda pública, en
los negocios, en los bancos, entre los políticos… ya estamos sufriendo todo el
daño que han hecho, también los tenemos en la sociedad, Cáritas sería imposible
que se escapara, pues es, precisamente, el terreno que más fácil tienen.
Estos
“pillos” no son pobres ni indigentes…
son “caraduras” que yo los llamo “moscardones de la sociedad” que andan
chupando la sangre de todo el que cogen por delante y optaron en la vida por
vivir chantajeando a los demás, sin más oficio ni beneficio social. PARÁSITOS
que viven burlándose de la sensibilidad
de los demás, pues es una burla y un chantaje
hacer que la gente se sienta con
mala conciencia cuando no les da algo.
Tenemos
ese peligro: cuando se les ve, nos da vergüenza no hacerles caso y les damos lo
que sea, sobre todo, cuando salimos o entramos a una iglesia, pues encima nos
critican, y no nos damos cuenta que no
solo no estamos haciendo un bien manteniéndolos, sino que, al contrario,
estamos haciendo un grave perjuicio a los pobres y al valor de la solidaridad,
de la comunión y de la caridad.
Ayudar
a estos parásitos, es hacer un daño a la sociedad y a ellos, pues estamos
manteniendo su falta de respeto a la gente y se lo estamos permitiendo y
apoyando, mientras que, por otro lado, al pueblo lo estamos indisponiendo en
contra de cualquier movimiento solidario
que surge, como ocurre con esta pareja que he indicado al principio, pues hay
mucha gente que mide a todos con el mismo rasero, se siente burlada y toman las actitudes que he narrado, dando
lugar a que los verdaderos pobres no puedan recibir la ayuda que en justicia necesitan.
Por
otro lado, estamos hartos de constatar que, la gran mayoría de estos pillos,
tienen, incluso, mucho más dinero que mucha gente que gana un buen sueldo; de
hecho, los vemos con frecuencia ingresando dinero en los bancos o haciendo
otras cosas que muchos pobres o personas
con un nivel medio económico no se
pueden permitir, como es el comer por sistema en el restaurante y no hacerlo en
su casa.
Mantener
este tipo de actitudes, es pernicioso y dañino para la sociedad y la justicia,
pues indispone los buenos sentimientos de la gente, justifica las inhibiciones
de la solidaridad, mantiene el latrocinio, pues vivir así, es una forma de
vivir del cuento, es decir: robando.
El
verdadero pobre, el que merece que se le eche una mano, no pierde jamás la
dignidad, no es un caradura que va aprovechándose de nadie, ni va chantajeando y burlándose de los
sentimientos de los demás; no anda exponiendo sus carencias y hace todo lo posible para vivir
honradamente y, si es que llega el
extremo, de que no tiene para vivir, se pone a disposición para servir en lo
que se le necesite, y da una mano para pagar lo que se le da, pues entiende que
el que come sin haber trabajado lo que se come, es porque lo ha robado.
Es
incomprensible que un verdadero pobre, pida para comer o cubrir sus necesidades
y que se niegue a dar una mano al que lo necesita; por eso, una caridad que no genera solidaridad, no es
caridad, sino injusticia, degradación o
una burla social.
Hacemos
muy mal manteniendo esta situación: lo hacen mal las estructuras sociales, que dejan que libremente se dé este hecho y,
se permita que haya gente que viva chupando como moscas; lo hacemos mal las
instituciones que, basándonos en una
caridad malentendida, estamos dando lugar a que mucha gente se justifique y se
cierre a la comunión y, directamente le estamos haciendo un daño a los pobres,
porque se les está comparando y aplicando el mismo calificativo de “moscardones”
impidiéndoseles que se haga justicia.
Y
estamos haciendo muy mal, cuando conocemos a estos “moscardones” y no los
denunciamos, para que todo el mundo tome una postura de justicia contra el chantaje, la extorsión, el robo y la
degradación, de forma que al final, se den cuenta que no se puede ir por la
vida de esa manera, riéndose de la gente y viviendo del cuento
En nuestras
Cáritas, en los servicios sociales del ayuntamiento, en todas las
organizaciones, deberíamos tener un mapa correcto de la verdadera pobreza, para
no permitir que nadie caiga en la cuneta y se vea desamparado, pero de la misma
manera, deberíamos tener un conocimiento de todos aquellos que, optaron por
vivir del cuento viviendo como “moscardones”,
para hacerles ver y sentir que ese camino, solo lleva a la inanición, pues el
que no quiere trabajar y come, es porque roba o extorsiona.