Esta mañana es noticia en todos los medios de
comunicación el desahogo de nuestros representantes en Europa que se han sincerado
manifestando sus grandes “devociones” y nos igualan, con más o menos fuerza, y
les dan el mismo “peso” en sus vidas: al Che Guevara-Jesucristo-Felipe González. Lo menos que se me ocurre pensar es si se habrán leído, como mínimo, la historia de cada uno.
Con esta confesión y con otras que
vienen manifestando espontáneamente estos días, ya nos tienen al tanto de la calidad de
personas y de las miras sociales que se tienen y, por supuesto, los grandes ideales con los que se presentan y quieren representar al pueblo español en Europa.
¡Qué pena, Dios mío! ¡¡Que hayamos
llegado tan bajo!! ¡Y que no tengamos
capacidad para poner a la cabeza de un pueblo para que lo dirija, a gente con
dignidad, con ideas, con valores morales, humanos, con ética, …! ¡Y que la gente se emocione y aúpe a
personas cuya única idea es sostener que la libertad de la mujer está en poder
abortar y hacer con su cuerpo lo que quiera; que sus grandes ideales sean quitar la
moral y los valores humanos y espirituales de la educación; que su único objetivo sea
barrer a la iglesia del escenario social y aniquilar a la “derecha”...!
¿Se puede sostener a un personaje que aspira a
ser el representante de un país con estos ideales y con estas propuestas?
¿A dónde pensamos que se puede llegar así?
¿Qué es lo que quieren hacer de España?
La respuesta la estoy viendo sobre el
terreno: Acabo de volver de la Delegación de Hacienda, pues me llaman la
atención porque he dejado de pagar una deuda que no era mía, sino del
constructor que cometió un fraude y Hacienda le embargó su deuda…. Entonces, yo
he venido pagando a Hacienda hasta saldar la deuda que tenía con este señor,
cosa que ya concluí hace unos meses; pero esos “empleados”, en lugar de mirar y
ver cómo están los pagos, me reclaman que no siga pagando, entonces vuelvo a
aclararles cómo está la situación y me encuentro con este panorama
He llegado a la Delegación, estaban todas las
mesas vacías, las mujeres que había en cada una de ellas estaban charlando todas
amigablemente. Eran las 9´45 de la
mañana; NO HABÍA NADIE.
El empleado que me ha atendido me dice que si
no tengo cita previa no me pueden atender y me da un papel, incluso con mal
talante, donde se indica una dirección electrónica donde debo hacer las
preguntas que tenga, para que desde ahí me digan lo que tengo que hacer…y me ha
mandado con viento fresco.
Todos parados, pero “no me pueden atender
porque no tengo cita previa”.
¡¡Sí señor!!
Y dan por supuesto que yo debo tener
internet, teléfono y no sé cuántas cosas más… O sea, que si no tengo nada de esto, no soy ni persona. No puedo evitar el que me aborden
un montón de preguntas: señores/as, institución, entonces…
¿Qué hacen ustedes ahí si derivan la
resolución de los problemas a otro sitio vía internet?
¿Para qué les pagamos, para que me den un
papel con una dirección?
¿Quién es el que les paga, a ustedes, a quién sirven
ustedes?
¿A esto le llaman orden, efectividad,
progreso, resolución, trabajo ordenado y efectivo…?
¿Esta es la nueva sociedad que queremos
imponer, en la que vuelvan loca a una persona que quiere pagar el recibo del
agua o de la luz?
Esta forma de hacer y de organizar las cosas, este montaje burocrático,
tengo un referente: el tercer mundo, donde vas a una tienda a comprar un lápiz
y el primer paso que has de dar es pasar
por una ventanilla donde tienes que pagar, eso es lo primero; ahí te dan un tique
que tienes que entregar en otra ventanilla, desde la que dan la orden a otra
que, a su vez, ordena al empleado que va a buscar el lápiz. Cuando lo ha cogido
de su sitio, tiene que hacer de nuevo el recorrido al contrario hasta llegar al
cliente.
Este mismo esquema se repite en toda la
estructura social y, cuando llega a las altas instancias, el recorrido de
ventanilla en ventanilla es el mismo, pero con la diferencia de que ahí, como
es ya el gobierno, y nadie sabe de quién es nada, las cosas solo caminan a base de dinero; es ya la
corrupción maquillada a base de “compadreo” legal, de forma que quien “tiene
padrino se bautiza” –como se suele decir-
Este mismo sistema lo estamos viendo cómo se introduce
entre nosotros cada vez con más fuerza y claridad; si lo queremos
observar, no hay más que darse una vuelta por los centros hospitalarios donde, si
quieres que te atiendan, has de entrar por la puerta trasera, a base de pedir
favores, de lo contrario, te pueden enviar a la cola que está a cinco meses de distancia… y lo más
triste es que, cada vez lo estamos viendo esto con más naturalidad, de la misma
forma que estamos viendo cómo la corrupción está instituida en la cabeza y, como
eso se da por supuesto, a medida que va bajando a los pies, cada uno intenta salvar
su pellejo como puede y evade impuestos y hace trampas… con lo que aquella
mentalidad que se ha venido creando con tanto esfuerzo, de que todos somos responsables de mantener
una sociedad, en la que todos debemos ser solidarios para poder mantener unos
servicios comunes que nos posibiliten vivir con dignidad, eso se perdió ya hace
tiempo y vemos cómo los dirigentes se la han cargado a base de estas formas de
robar y salir impunes, sin devolver nadie un céntimo y haciendo que la justicia
se ponga del lado del ladrón… todo esto va minando la estructura y hace que “los
pies”, no se fíen ya el uno del otro y ni siquiera del zapato que llevan puesto
y tengan que poner 5 ventanillas para que un lápiz llegue al cliente, pues de
lo contrario, se pierde, no ya en el camino, sino en el mismo puesto donde
reposa en la estantería.
Lo que acabo de vivir y experimentar esta mañana
solamente lo he visto muchas veces en Ecuador, en Perú, en el Congo… aquí, solo falta un pequeño detalle
para colocarnos a la misma altura: el coger un billete, meterlo debajo de los
papeles y toda la máquina empieza a funcionar.
No han de pasar muchos meses para que esto
llegue a verse como algo normal. ¡Ah! lo siguiente que no creo tarde mucho tiempo
en llegar, es que cada pequeño comerciante que tenga su negocio, entre los
sueldos que tenga que pagar, sea el de un
vigilante jurado, armado en la puerta de su negocio.
¿Qué exagero? Es cuestión de preguntar a
alguno de los vecinos de la calle Pintor
Rosales o la Avenida de Andalucía a ver qué opina de lo que se está
encontrando estos días cuando se
levanta y ve todos los coches hechos polvo sin la más mínima garantía de ser atendido
y protegido.