martes, 13 de octubre de 2015

LA OLA DE LA INMIGRACIÓN -Melitón Bruque García-


   

13-de septiembre de 2015

 En todos los medios de comunicación no se oye otra cosa que el desborde de la ola de fugitivos de la guerra y del terrorismo hacia Europa; precisamente hacia “La Europa Cristiana”, y no hacia sus países hermanos que son tan solidarios.

Yo no voy a meterme a hacer críticas políticas ni religiosas ni nada por el estilo, ya que como no hables de acuerdo a los que tienen establecido ya el ritmo, parece que estropeas el baile y te sales rápidamente de lo políticamente correcto.

Simplemente me limito a exponer la realidad que estoy observando cada día y algún que otro detalle que se me quedó grabado hace más de 20 años y que no he podido borrar de mi mente, pues son cosas que no me explico, por más vueltas que les doy y me gustaría tener una idea clara del por qué, del cómo y del objetivo que todo esto tiene.

Hace unos 23 años, ante una avalancha de inmigrantes, desbordaron el pueblo y entonces, en la parroquia salimos al frente y montamos el primer albergue de Andalucía: en una semana alquilamos una nave en el polígono y preparamos cobijo para unas 200 personas; rápidamente se me echaron encima los sindicatos y sanidad diciendo que aquello lo tenía en condiciones infrahumanas y me obligaban a poner un montón de cosas. Yo les dije que estaban en la calle y ninguno se había fijado en ellos, ahora venían a exigirme lo que no podía dar porque- parece ser- que la calle era más digna que un techo, un colchón y unas mantas.

Más  del 90% de aquellos inmigrantes eran árabes-musulmanes; en la parroquia encontraron las puertas abiertas para acogerlos y ayudarles a subsistir sin preguntarles jamás ni por su religión, su procedencia, su raza… exactamente igual que continúo haciendo; sí, en cambio, estábamos atentos a la situación de su familia. Solo yo sé las facturas de teléfono que me tocó pagar.

Aquellas personas venían a hacer fotocopias de páginas del Corán que querían tener para sus oraciones y siempre les proporcioné todo lo que me pidieron, pero en dos ocasiones en que nos sentamos a dialogar sobre la situación por la que atravesaban, no pude evitar que me dejaran marcado como a fuego algunas frases de las que fui escuchando en repetidas oportunidades como:

-“Esta es nuestra tierra, vosotros nos la robasteis y os obligaremos a devolverla…”

-“Vosotros tenéis que salir huyendo de aquí como salieron nuestros padres para que sepáis lo que duele tener que abandonar la tierra y la casa porque llega otro y te las quita…”

-“Nos robasteis nuestros edificios y ahora presumís con lo que no es vuestro” (se referían a la Alhambra de Granada y a la Mezquita de Córdoba)

         Simplemente expongo: esto es lo que yo escuché de lo que pensaban aquellos jóvenes que llenaban las calles del pueblo hace 20 años y después se ha dado mucho, se ha permitido mucho, y se ha golpeado mucho nuestra propia cultura, nuestra fe y nuestra identidad.

A la vuelta de 25 años me sigo encontrando con otra realidad que me golpea en mi razón y que no entiendo:

-La emigración se está dando hacia Europa, a la que se considera, pagana, impura, cristiana… a la que hay que destruir, mientras que en esos países se prohíbe terminantemente el cristianismo y se degüella a aquel que tiene contactos con cristianos o se ha atrevido a bautizarse; es más –lo estamos viendo a diario en directo- asesinan diariamente a cristianos por el simple hecho de ser cristianos y no tienen miedo de arrojar por la borda de las barcas en las que viajan a Europa a aquellos que son cristianos… y vienen a ponerse en las filas de nuestras caritas. No lo entiendo: ¿Cómo alguien que me considera un apestado a quien hay que destruir viene a mi puerta a pedirme ayuda? Que cada uno dé la respuesta que quiera y saque las conclusiones que le vengan en gana.

-Vivo en un pueblo que dicen está, junto con Melilla, en la cola del empleo de España; aquí hablan de un 63%; sin embargo mi barrio tiene un porcentaje elevadísimo de familias musulmanas; cada día se ven caras nuevas y hay unos grupos enormes de jóvenes que pasan por mi puerta a diario y, por las mañanas, cada mujer cubierta con sus velos va envuelta de niños que lleva a la escuela; en cambio, se ven muy pocos españoles. Esta gente no se integra en nada, tampoco los veo trabajando por ningún sitio, pero cada día en la misma puerta de la iglesia, aparecen tipos nuevos con unos coches de alta gama de las mejores marcas… ¿Cómo he de entender esto?

A mí se me llamó la atención una vez por poner los altavoces de la iglesia para un acto que hubo que hacer en la calle ya que no cabía la gente en la iglesia; a estos musulmanes no se les prohíbe que pongan los altavoces de sus coches cantando los suras del Corán mientras ellos rezan y cantan sentados en los bancos de la calle… Bueno, está bien. Que lo hagan y recen como quieran y donde quieran, pero pienso que esto ha de ser para todos.

Estoy viendo cómo con toda tranquilidad se permite que alguien coloque en el balcón de su casa la bandera de su país con la media luna o se pongan insignias del estado islámico.

Yo soy español, toda mi vida he sido emigrante y en ningún sitio donde he estado se me ha permitido abrir la boca ni he logrado que me den la nacionalidad, si es que no soltaba un montón de dinero y me sometía firmando una serie de condiciones… Lo que estoy viendo aquí me deja perplejo y sin saber cómo encajarlo.

Hasta para hacer caridad y compartir lo que tengo me impone condiciones el que va a recibir mi ayuda: tengo que darle el bocadillo de lo que él ordena y no de lo que yo tengo. Es decir, aquello de que “Donde quiera que fueres haz lo que vieres” que todos los que hemos estado en países extraños hemos tenido que soportar, eso, aquí resulta casi una blasfemia pronunciarlo.

En medio de todo esto que estoy observando y que, repito, no sé cómo entenderlo, ahora me encuentro con esta crisis que se ha montado y para poder responder no me queda más remedio que emplear mi capacidad crítica con aquellos elementos que tengo y que no son otros que la experiencia que he atravesado.

Es posible que esté equivocado o que no acierte en mi análisis, pero al dejarme los hilos sueltos, no puedo evitar el recogerlos y terminar a mi manera el entramado.

 

ESTRATEGIAS DE INVASIÓN

 

         Estoy convencido de que la guerra es la manifestación más grande del fracaso y de la estupidez humana que, habiendo todas las perspectivas de nobleza y dignidad, se pone la violencia como instrumento del poder, y la avaricia, el odio, como motores de la vida, llegando a creerse imprescindible y con la exclusiva de la verdad, convirtiéndose en un ser repugnante y peligroso.

         Pero todo esto no sería nada si es que estos “seres” –por llamarles de alguna manera- no encontraran quienes los apoyara y los aplauda, pues estos “palmeros” están en la misma onda, cumpliéndose lo del refrán que dice: “Dios los cría y ellos se juntan”.

         Las aspiraciones del ser humano pueden estar motivadas por muchas cosas: por el amor a los semejantes, por el progreso de la ciencia… por múltiples valores de grandeza y nobleza, pero también pueden estar motivadas por los intereses particulares en los que se asienta una persona y un grupo de “palmeros” –como hemos dicho antes- le apoya y le aplaude, con lo que se siente fuerte, pues en solitario no sería nada ni podría ir a ningún sitio.

         Este grupo, con el líder “iluminado” a la cabeza, moverá toda la maquinaria del poder para conseguir sus objetivos, aún a costa de atropellar y matar a todo el que se le oponga.

         Hay muchas formas de conseguir  los objetivos: recuerdo en América Latina las grandes compañías mineras o petroleras: después de hacer prospecciones en un área determinada, en donde detectaban oro o petróleo, para no utilizar la violencia  en la apropiación de los terrenos, que el gobierno de turno le ofrecía, pues podría ser un escándalo a nivel internacional, empleaban otra estrategia: comprar los terrenos permitiéndole a los dueños que vivieran en ellos, pero sin molestarles en lo que tuvieran que hacer.

         Ante tal propuesta, la gente sencilla vendía sus terrenos y se quedaban de esclavos de la compañía; los que no querían vender su terreno, la compañía compraba todos los terrenos circundantes y, cuando ya era dueña, cercaba los terrenos del que no había querido vender y al final lo dejaban encerrado y le alambraban el terreno para que no pudiera salir; con lo que no le quedaba más remedio que ceder y entregarse o morir por asfixia.

         A un país se le puede hacer lo mismo: invadirlo con un ejército y entrar aplastando como estamos acostumbrados que se hacía antiguamente en todos los pueblos de la historia, pero eso sería hoy escandaloso, tenemos un ejemplo: el de Hitler que su afán imperialista mereció el repudio de toda la humanidad.

La otra imagen de una estrategia imperialista es la de la trampa de las grandes compañías mineras que he narrado del Ecuador y que está perfectamente expresada en la expresión del presidente de un país (Argelia) en el discurso de toma de posesión del cargo, después de independizarse de Francia: “La próxima conquista de Europa la harán nuestras mujeres con sus úteros”, y se comenzó un proceso de toma de posesión lenta y callada que, en un momento como el que estamos viviendo, está llegando al punto crítico en el que hay que poner la alambrada: se obliga por asfixia a salir a la gente para que salgan e invadan.

Pero en el momento actual, en el escenario aparece otro actor: el invasor, que se está queriendo focalizar en una persona, pero esa tal no es más que el resultado de toda la comedia. Al final, su estrategia se le revuelve como un boomerang por no detenerse a pensar que todas las cosas tienen un límite y el establecer la mentira, la injusticia  y el atropello como normas y objetivos de la vida, eso se vuelve contra ellos y va complicando cada vez más las cosas hasta el punto que ya no tienen arreglo; pero están tan ciegos y obsesionados en sus negocios, que para seguir disfrutando de ellos, ahora quieren tapar la causa de todo esto que ellos mismos han creado y fomentado: la injusticia y pretenden quedar como los buenos de la película:  ahora se ponen a repartirse los tiestos rotos y a competir para ver quién es más solidario o quién está mejor preparado…

Mientras tanto, del otro lado, los que dirigen el cotarro, en lugar de acoger y ayudar a los que han tenido que salir de su tierra dejando sus casas y sus bienes, hoy día (13-09-2015) he escuchado en las noticia que Arabia Saudí ha ofrecido subvencionar la construcción de 300 mezquitas para los refugiados en Europa, pero ellos no permiten abrir ni una sola iglesia en su territorio. La verdad es que esto suena ya a tomadura de pelo y a un cinismo descarado, ¡¡ Vamos, blanco y en botella !! ¿Cómo entender esto? ¿Por qué no acogen ellos a todos estos fugitivos que son de los suyos, en lugar de enviarlos a Europa para que hagan allí mezquitas?

-¿Serán mezquitas lo que necesitan estas personas que se les haga, por parte de los que van dirigiendo el juego y tienen en sus manos la posibilidad de impedir que esto ocurra? 

¡Todo esto es un “parche” vergonzoso –por no decir un juego escandaloso- que se intenta poner en un sistema que se derrumba, porque se asentó sobre arena y, en ese desconcierto, en “río revuelto”, ganancia de esos pescadores desalmados –ya lo estamos viendo- que no les repugna utilizar la violencia bárbara de la Edad Media, para imponer su imperio, mientras los demás, (Occidente) quieren seguir con su mismo chollo:

                   -Venta de armas alentando la guerra

                   -Extracción de materias primas a base de esclavos.

                   -Asfixia de los países pobres de modo que no se les deje levantar cabeza

                   -Falta de respeto a la cultura de los pueblos e imposición de esquemas interesados.

                   -Negocios sucios en connivencia con grandes sociedades financieras…

         Y en este río revuelto, hacen su pesca los grandes negociantes imperialistas.

         Éste es el espectáculo triste y lamentable al que estamos asistiendo, la causa de todo lo que existe y al que se le quiere dar solución poniendo el parche de la solidaridad y haciendo que la gente se sienta mal, con una conciencia de culpa, pero esto es otra jugada sucia de los mismos que raya en el cinismo.

No quieren aceptar que el paternalismo es una forma hipócrita de mantener la esclavitud, pues mantiene al hombre de rodillas: da pan para hoy y hambre para mañana que tendrá que volver de nuevo a arrodillarse para poder salir adelante.

         Si es verdad que realmente quieren solucionar el problema…

-¿Por qué no se reúnen todos los dueños del poder del mundo y toman posiciones conjuntas en torno a los problemas que están poniendo el planeta al borde del abismo?

-¿Por qué no dejan de una vez de suministrar armas a los que quieren imponer sus intereses y establecer la “paz” a base de miedo, terror y violencia?

-¿Por qué no ayudan a que cada país se desarrolle y pueda entrar en competencia con el resto, aportando sus productos, en lugar de robárselos y luego obligarle a que compre lo que se le ha robado?

-¿Por qué se deja libres y con autoridad a individuos iluminados que se levantan, apoyados por un grupo, y no tienen escrúpulos en dejar en la miseria a un pueblo…? Pues no solo se les deja, sino que se les apoya y se les considera con autoridad para negociar con ellos?

-¿Por qué no se cumplen las leyes que se han pactado a nivel internacional y en cambio, se hacen excepciones?

-¿Cómo se puede tolerar y permitir a las alturas que estamos en la humanidad, que se proclame una guerra santa y se la lleve adelante en nombre de una religión y hasta nos sirvan en nuestros móviles las ejecuciones que están haciendo en vivo y en directo y la humanidad permanezca cohibida y callada sin querer distinguirse nadie?

-¿Es que no es posible poner punto final a la corrupción de los políticos que son puestos por el pueblo para  que gestionen el bien común y en cambio se dedican a servir a los bancos y a los grandes grupos financieros?

         ¡Lo siento, no entiendo nada!

         Con toda esta reflexión no me estoy queriendo oponer  a la solidaridad que estos días nos está pidiendo el Papa, ¡Dios me libre!.

Yo creo en la solidaridad, en la acogida, en el respeto, en la apertura, en la fraternidad y se me conmueven las entrañas cada vez que veo a un niño temblando de miedo; lo mismo que se me conmueven cuando veo cómo utilizan a los niños para mendigar en las puertas de nuestras iglesias y no podemos decir nada. ¡Esto no se puede permitir! Y una persona que no se conmueve ante el dolor y el sufrimiento de los pobres es un desalmado.

         Pero no acepto que se juegue con el ser humano como se está haciendo; no acepto la hipocresía de un sistema que crea pobres para luego aparecer como bueno y solidario con ellos; no soporto un sistema basado en la mentira en la avaricia y en la injusticia que atropella y luego escurre el bulto y hace que los otros (el pueblo) se sientan culpables con mala conciencia.

Me opongo a un sistema que mata, atropella y denigra y luego produce el efecto ventilador para quitarse los problemas que produce y cargárselos a los demás, cuando ya no sabe qué hacer con lo que ha montado, ni sabe salir del callejón en el que se ha metido y que sabía perfectamente que no tenía salida.