martes, 13 de octubre de 2015

CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN -Melitón Bruque-




 

Todos los días se sienta en el mismo sitio y no permite que nadie se lo quite; esta tarde, cuando llegó y vio que otra mujer se había sentado en su lugar se puso furiosa.

Ver la tontería por la que montamos un problema me ha hecho que me detenga a pensar en algo que hago a diario y me doy cuenta que siempre repito los mismos movimientos y los hago de forma totalmente inconsciente, por ejemplo: siempre me acuesto por el mismo lado de la cama y hago el mismo movimiento para levantarme;  me siento en el mismo sitio de la mesa, me cepillo los dientes de la misma manera; me peino de la misma manera; entro por la misma puerta de las dos que tiene la iglesia y ocupo el mismo sitio… hasta cuando voy al bar con los amigos, siempre nos ponemos en el mismo sitio, si es que está libre,  claro está.

Al caer en la cuenta de esta realidad me ha venido al recuerdo un camino lleno de curvas, vueltas y revueltas que hacía con mucha frecuencia y cada vez que pasaba por allí, siempre protestaba, porque cada vez le veía menos sentido a todas aquellas revueltas y curvas inútiles, de forma que el camino se alargaba enormemente y sin sentido; pero el caso es que, toda la gente que pasaba por allí, siempre la oí protestar por lo mismo y dar las mismas explicaciones: que si el dueño del terreno no había querido que el camino pasara por un lugar determinado, que si es que en cierto recoveco habían matado a alguien y decían que se aparecía el espíritu, que en un barranco se habían oído voces extrañas… otros decían que habían echado un burro por delante para que él viera  lo que le venía más cómodo… el caso es que un trayecto que tranquilamente se podría hacer en media hora, empleábamos más de dos horas, pues se hacía veinte veces más largo.

Pero lo increíble es que nadie abría el sendero por otro lado para acortar  el camino y todos seguíamos, como por inercia, recorriendo todos los días las curvas y las revueltas protestando y aguantando el sin sentido; había llegado a crearse una especie de miedo o tabú al que nadie se atrevía a hacer frente y seguíamos recorriéndolo  porque desde siempre ese había sido el camino que llevaba a “Rincón Alto”, que así se llamaba la aldea a donde conducía.

Años después, llegaron unos jóvenes dispuestos a enderezar las curvas, hacer una calzada más ancha y transitable  y hacer  algunos espacios de descanso, desde los que se podría divisar un hermoso paisaje  y la aldea entera se levantó oponiéndose al proyecto y diciendo que ese camino se había tenido así desde siempre y que eso había pasado a ser parte del paisaje y elemento básico de su cultura, pues por allí habían transitado sus abuelos, bisabuelos y tatarabuelos  y no permitían que nadie cambiara  algo que estaba tan enraizado en la historia del pueblo… y los vecinos de “Rincón  Alto” siguen haciendo tres horas de camino para andar  los dos  kilómetros que los separan de “Rincón Bajo”

Y es que no falla: el ser humano es una especie de animal de costumbres que tiende a repetir y hacer tradición hasta los mismos movimientos que hace y que llega a repetir de forma mecánica, como autómatas, sin detenernos a preguntar por qué lo hacemos o la posibilidad que habría de hacerlo de otra manera, llegando así a pensar que, cambiar alguna de esas rutinas que repetimos a diario, pueden crear un problema que se convierte en tragedia.

Esta actitud, que a simple vista aparece como un absurdo y una estupidez, es exactamente lo mismo que podemos trasplantar a otros campos, por ejemplo: estoy pensando en aquellos que, viendo lo que está ocurriendo con nuestros políticos, la forma que tienen de hacer las cosas y la corrupción a la que han llegado, te encuentras a gente que dice: “mi padre, mi abuelo, y mi bisabuelo… votaron siempre a… (lo que sea) y yo seguiré votando aunque  eso me cueste la vida”; la misma cosa ocurre con la religión: cualquier cosa la hacen dogma inamovible y si alguien se le ocurre cambiar un jarrón de flores, puede armarse una crisis espantosa.

 ¡Con lo fácil, sencilla y bonita que es la vida que nace cada mañana y va cambiando de color a medida que el sol hace su recorrido, hasta que se esconde por la tarde en el horizonte!

Sería lindo que nosotros fuéramos capaces de ir adaptándonos a cada momento de luz de la vida, desde que nacemos hasta que morimos, de forma que fuéramos un regalo para quien le toque estar a nuestro lado en el momento que sea.