viernes, 17 de abril de 2020

VIERNES SANTO

10-04-2020

Querida hermana/o: tengo presente siempre, pero en estos días de una forma especial, a todos los que estáis ahí sufriendo la pasión de la enfermedad y, junto a vosotros, a esa persona que está ahí a tu lado día y noche, a la enfermera y al médico que cuida de ti, como el Cireneo que ha salido a tu encuentro en el camino del calvario; sin ellos no podrías vivir.
         El viernes santo es un momento lindo para que tomemos conciencia de la cruz que nos han cargado, pero no para que nos quedemos con ella, como al que cargan con un castigo, pues Cristo ya murió y en ella crucificó todo lo que al mundo le hace padecer y sufrir, para que eso no vuelva a ocurrir.
         Vuestro dolor, vuestra entrega acompañando, vuestro trabajo nos está haciendo tomar conciencia a todos de nuestra enfermedad, de nuestra pasión y de nuestro calvario.
         Hoy viernes santo, recordamos el día de tormento de Cristo, que hoy está actualizado en la pasión que estamos viviendo todos: Nuestra España está enferma, con una enfermedad de muerte, atacada por el virus “Covid 19”, con el virus tremendo de los políticos, unido al de muchos medios de comunicación que son su eco y que la están descuartizando y paralizando.
         Está enferma nuestra sociedad, con una enfermedad letal  atacada por el virus de la política que la ha dividido; por el virus del racismo nacionalista que nos ha llevado a despreciarnos los unos a los otros; por el virus de la avaricia  que la ha incapacitado  para pensar en otra cosa que no sea el dinero; por el virus del lujo y  el consumo  que se ha convertido en una droga; por el virus del individualismo  que nos aisló por completo y rompió la familia y todas las relaciones humanas; por el virus del relativismo que nos hizo perder todos los referente morales y espirituales y ya no sabemos ni la hora que es.
         Ya ves, la pasión que estamos sufriendo todos es fuerte; la pandemia que se nos ha presentado está haciendo que tomemos conciencia de la situación crítica a la que hemos llegado y nos ha hecho pararnos de golpe y nos está haciendo valorar todo lo grande, bueno y entrañable que tenemos y que lo estamos dejando morir con la actitud despectiva y estúpida que teníamos.
         Estamos pudiendo ver y valorar la calidad humana y profesional de las personas que viven a nuestro lado: de nuestros trabajadores sanitarios; de nuestras fuerzas del orden público, de nuestros empresarios, de nuestros transportistas, de nuestro ejército, de nuestros trabajadores de servicios, de los maestros, de la iglesia, de los agricultores.
         No obstante, los virus siguen infectando y no descansan hasta crucificarnos, exactamente lo mismo que hicieron con Jesús; y cuando lo hayan conseguido, se sentirán ufanos de haber hecho su obra: destruir al país, pero no saben que Cristo, Ese que hoy se identifica con todos los sectores que acabamos de nombrar y que ahora está sufriendo el calvario, ya no lo pueden matar ni encerrarlo en el sepulcro, pues ha resucitado y ya no puede morir; lo estamos viendo: la fuerza de su Espíritu sigue presentándonos justamente en estos momentos gestos grandiosos que indican que hay vida y que tiene una fuerza enorme, hasta el punto que explotará  como un nuevo Pentecostés y ni los guardias de seguridad podrán mantener el silencio del sepulcro.
         Pero esta resurrección presupone un cambio radical de actitud y de mentalidad: hemos de pasar la página, olvidar las ideologías que rompen toda unidad, desterrar los prejuicios, limpiar el odio y la división que nos ha invadido… No tomar esta decisión significará quedarnos clavados en la cruz por muchas generaciones, firmar nuestra condena de muerte.